EL PACTO DE LA IZQUIERDA: ANIMULA, VAGULA, BLANDULA...
Bien podr¨ªa parecer que el sentimiento melanc¨®lico y ensimismado del poema intimista de un Adriano en la retrospectiva de la vida, alimenta en estos d¨ªas, desde el fondo de algunas conciencias, el deseo de animar la ilusi¨®n por el pacto de izquierdas. El ansia por la ilusi¨®n parece, sin embargo, tener una ra¨ªz m¨¢s material y prosaica que literaria o existencial, al menos en los art¨ªfices del gui?ol atareados en el fomento de la ola de hipnosis colectiva que nos invade. El fracaso del ilusionista va parejo con su creencia de que el n¨²mero de los ilusos no decrece ante la repetici¨®n recurrente de su artificio. Y en el tema que nos ocupa: el pacto de la izquierda, cualquier observador imparcial convendr¨¢ en que es mero artificio, en que su origen se limita al c¨¢lculo electoral y en que no contiene germen sustantivo apreciable de proyecto pol¨ªtico serio alternativo y de futuro. De la boca de Almunia ha salido una sola cosa clara: no se debe perder un solo voto capaz de transformarse en esca?o. Es normal que las formaciones pol¨ªticas aspiren a recoger el mayor n¨²mero de votos. Pero no es esto lo que est¨¢ encima de la mesa. Tras el trauma de Maragall en Catalunya, la cuesti¨®n reside en recoger los votos de tal manera que se gane el mayor n¨²mero de esca?os. As¨ª, lo sustantivo de la propuesta del PSOE fue la retirada de IU de 34 provincias. Cuando esto fue declarado imposible por IU, el PSOE volvi¨® a hacer cuentas y se conform¨® con la retirada en 14 provincias. Una nueva negativa le llev¨® a rebajar la petici¨®n a 8 provincias, y ofertar el se?uelo del Senado. La ¨²ltima novedad del mercado, en materia del Congreso, fue la Agrupaci¨®n de Electores. Orientadas as¨ª, las elecciones son cuesti¨®n de c¨®mputos, no de ideas. Las direcciones pol¨ªticas dejan paso a los ordenadores.El pacto no cuaja, le faltan ingredientes y al presente nunca le han gustado las retrospectivas. El PSOE no se ha renovado. Su santab¨¢rbara la integran casi las mismas gentes y discursos que protagonizaron la p¨¦rdida leg¨ªtima del gobierno. Renovaci¨®n de proyecto no ha habido. La renovaci¨®n org¨¢nica ha sido sesgada y fen¨®menos como Maragall o el Movimiento por el Cambio vegetan enquistados en sus destinos. A IU le ha pillado el asunto con el pie cambiado. Puede que algunos dirigentes lo apetezcan, pero la organizaci¨®n y el discurso pol¨ªtico est¨¢n en otro sitio. El tacticismo y una improvisaci¨®n que apenas les mantiene a flote de los acontecimientos, han sido bandera de las direcciones de ambas formaciones durante todo el proceso. Resulta claro que IU no puede dejar fuera de juego a su organizaci¨®n en 34 provincias, ni en 14, ni en 8, ni en una sola. No puede hacerlo a un mes de las elecciones. No puede hacerlo sin explicar nada. El electorado s¨®lo ver¨ªa que los jerarcas de IU venden la organizaci¨®n por no se sabe qu¨¦ puestos de poder en un hipot¨¦tico Gobierno. Un ministerio o dos a cambio de a?os de batallas cotidianas, de esfuerzos, de sacrificios en los pueblos, que han mantenido las organizaciones de IU por toda Espa?a. De esta manera, Almunia muestra su respeto por el trabajo convencido de miles y miles de militantes de IU que deber¨ªan sentirse muy satisfechos de contribuir, con su desaparici¨®n pol¨ªtica, a que un camarada estuviera en un rutilante ministerio. Lanzar a la cara un pacto de esta naturaleza es toda una declaraci¨®n de estilo que no se puede maquillar con el intento de presentar ahora a un Almunia reciclado en un hombre con iniciativa y liderazgo. Con estos mimbres, Frutos no pod¨ªa pasearse las provincias pidiendo el sacrificio de las organizaciones de IU. Su deseo de finiquitar el anguitismo, al que considera un mesianismo impropio de un comunista, no puede andarse por ese camino.
Por otra parte, y aunque Almunia, zarandeado por Maragall, haya querido jugar sus cartas antes de que Felipe Gonz¨¢lez, llegado el momento, le sustituya por su verdadero elegido, el vac¨ªo pol¨ªtico preside tambi¨¦n el proceso desde la parte del PSOE. El PSOE tiene al menos dos reflexiones pendientes. La primera es dejar definitivamente atr¨¢s la cultura del felipismo. La segunda, analizar c¨®mo afecta a la pol¨ªtica tradicional de la socialdemocracia el nuevo contexto de la UE. Ambas cosas van muy unidas. El felipismo pertenece a la cultura pol¨ªtica anterior a la Europa del euro. Por mucho que la historia alg¨²n d¨ªa haga justicia a los hombres que tomaron decisiones muy fuertes y personales para impulsar este proyecto, ahora, el presente inmediato les pasa factura por los hilos sueltos de estas decisiones: Craxi muerto en el exilio, Kohl entre las cuerdas, Mitterrand puesto en el disparadero, el propio Gonz¨¢lez amenazado en las antesalas de los juzgados. Son hombres que contribuyeron a hacer la Uni¨®n, pero la Uni¨®n manda un aviso a sus herederos: algunas pol¨ªticas ya no pueden volver y no se tolerar¨¢n viejas corruptelas. Por si fuera poco queda la adecuaci¨®n intelectual y pol¨ªtica al nuevo concepto de Europa. Toda la macropol¨ªtica de la ¨¦poca felipista est¨¢ rigurosamente impedida desde los supuestos de la Europa del euro: ya no se puede ir a una deuda p¨²blica elevada, ni a tipos de inter¨¦s altos, ni a engrosar el sector p¨²blico, ni a pol¨ªticas de exportaci¨®n apoyadas por la ingenier¨ªa monetaria. ?Qu¨¦ queda de la socialdemocracia cl¨¢sica si no se pueden impulsar estas pol¨ªticas? Al menos Almunia no nos lo ha dicho. Frutos, que no participa de las convicciones comunes sobre las que se asienta la Uni¨®n, tampoco, a no ser que la cuesti¨®n de las 35 horas sea su caballo de batalla para las diferencias pol¨ªticas. Ha guardado silencio sobre el euro y la OTAN (que no muchos de sus correligionarios), y se ha limitado a exigir el cierre de las centrales nucleares y la subida de la presi¨®n fiscal, como si esa fuera la clave de toda justicia distributiva. Ni el PSOE ni IU han dicho una palabra seria sobre principios e ideas de gobierno. En relaci¨®n con el modelo constitucional espa?ol, por lo dem¨¢s, se han limitado a decir que avanzar¨¢n por el modelo federal que es como decir nada o casi nada, sobre todo cuando uno de sus socios, ERC, dice cosas diferentes. Al final, Almunia se ha descolgado con una propuesta que ocupa tres folios. ?Todo un programa de gobierno! ?Pueden tres folios identificar principios pol¨ªticos comunes, una estrategia com¨²n, fundada y meditada, y establecer una t¨¢ctica y medidas de gesti¨®n justificadas, concretas y realistas? Evidentemente no. Entonces, ?para qu¨¦ ese papel? Ese papel es el p¨¦ndulo de la hipnosis, el reclamo del gui?ol, el se?uelo para reponer la ilusi¨®n de un electorado fidelizado con dosis de vagas referencias ideol¨®gicas que ellos mismos saben fuera ya del juego pol¨ªtico. Es el complemento est¨¦tico del c¨¢lculo electoral por el que se inici¨® todo el proceso y que es su verdadero y ¨²nico hilo conductor. En el mejor de los casos contendr¨¢, como complemento de la vaguedad ideol¨®gica, un arco iris de propuestas m¨¢s o menos populistas que se limitar¨¢n a discutir qu¨¦ hacer con el escaso porcentaje del Presupuesto del Estado que es de car¨¢cter discrecional, una vez deducidos los importes comprometidos con las necesidades de mantenimiento y desarrollo de una sociedad moderna como la espa?ola en el marco de las exigencias de la Uni¨®n.
No hay, pues, ning¨²n proyecto pol¨ªtico serio ni de alcance detr¨¢s del proceso de conversaciones de la izquierda. Nada parecido a lo que realmente demanda la sociedad espa?ola: unos principios pol¨ªticos perfectamente ajustados a la realidad europea, una pol¨ªtica econ¨®mica en la l¨ªnea de la de los dem¨¢s pa¨ªses, pol¨ªticas p¨²blicas capaces de garantizar y modernizar los servicios b¨¢sicos de la poblaci¨®n, defensa de la estabilidad pol¨ªtica y las garant¨ªas constitucionales... En lugar de ello, ofrecen ingenier¨ªa electoral y una vaga aureola de que ¨¦ste es un pa¨ªs de izquierdas. El tiempo dar¨¢ la raz¨®n a quienes creen que el nuestro es un pa¨ªs pol¨ªticamente maduro al que las clases medias urbanas conducen por el sendero de la democracia y la modernidad, sin demasiados lastres ideol¨®gicos. El "pacto de la izquierda" se traducir¨¢ en una mera redistribuci¨®n interna de la adscripci¨®n de su electorado (que es lo que de verdad se est¨¢ ventilando entre Almunia y Frutos), mientras el resto, la mayor¨ªa, asistimos, por en¨¦sima vez, a la reposici¨®n del ritual ideologista de la izquierda acompa?ado por los acordes del Agrup¨¦eeeemonos tooodos en la luuucha finaaaal..., especialmente reinterpretado para la ocasi¨®n. Y ah¨ª est¨¢ la verdadera cuesti¨®n: en luchar por mantener este pa¨ªs en la minor¨ªa de edad de las vaguedades nost¨¢lgicas, que lo perdona todo: la improvisaci¨®n, el inmovilismo..., por la complicidad ideol¨®gica; o en hacer de ¨¦l un pa¨ªs cada vez m¨¢s maduro, sensato y razonable, que juzga la realidad y valora los hechos y las acciones. No me cabe duda de que el ciudadano o el pol¨ªtico responsable, se encuentren en la opci¨®n que se encuentren, trabajar¨¢n por ¨¦sta, la verdadera ilustraci¨®n pol¨ªtica.
Antonio Lis es vicepresidente de la Diputac¨ª¨®n de Valencia por el PP.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.