Un empresario mata a tiros a su socio, al que culpaba de quedarse sin pensi¨®n de jubilaci¨®n
Guillermo Curiese Blanco, de 64 a?os, acab¨® ayer a tiros con la sociedad que desde hace 20 a?os formaba con Juli¨¢n ?lvarez, de 63. Ambos eran propietarios de ?lcuba, una empresa de reparaci¨®n de bombas de agua en el pol¨ªgono industrial Matagallegos, en Fuenlabrada. Tras una acalorada discusi¨®n, Guillermo empu?¨® una pistola y mat¨® a su socio al enterarse de que ¨¦ste no hab¨ªa abonado las cuotas a la Seguridad Social que le iban a permitir cobrar la pensi¨®n de jubilaci¨®n. El presunto homicida se entreg¨® tras el crimen y declar¨® que s¨®lo pretend¨ªa darle un susto.
La tragedia ocurri¨® al mediod¨ªa. Guillermo ?ngel, reci¨¦n operado de una cadera, lleg¨® a la nave, en el n¨²mero 1 de la calle de Calandria, y se encar¨® con su socio. El hijo de ¨¦ste y otro trabajador, Juan Jos¨¦ D¨ªaz, oyeron los gritos desde lejos. Ninguno concedi¨® importancia a la ri?a hasta que oyeron dos estallidos. "Sent¨ª dos golpes secos y pens¨¦ que hab¨ªan roto dos bombillas. Luego me encontr¨¦ con el jefe, que ven¨ªa armado con una pistola. Me dijo que hab¨ªa matado a Juli¨¢n", explic¨® Juan Jos¨¦. El propio homicida llam¨® a al 061 del Insalud y al 092. Los m¨¦dicos s¨®lo certificaron la muerte de Guillermo. Ten¨ªa la cabeza reventada por dos tiros.Guillermo esper¨® a la polic¨ªa en la puerta de la empresa. Al llegar una patrulla, se confes¨®.
Ayer tarde, Guillermo declar¨® ante la polic¨ªa durante dos horas. Cont¨® que la relaci¨®n con su socio era muy tensa ya que, en contra de lo que hac¨ªa habitualmente, llevaba dos a?os sin pagar las cuotas de Hacienda y de la Seguridad Social y que no consegu¨ªa captar nuevos clientes. Adem¨¢s, asegur¨® que al no pagar los cr¨¦ditos le iban a embargar algunos de sus bienes personales. El supuesto homicida, que se encargaba del trabajo diario de la empresa, se enfureci¨® ayer al enterarse de que se hab¨ªa quedado sin la pensi¨®n de jubilaci¨®n.
Guillermo, antiguo miembro de Falange, cogi¨® una pistola que hered¨® de su padre y se encamin¨® ayer al mediod¨ªa a la empresa con el prop¨®sito de dar un escarmiento al socio. Seg¨²n su declaraci¨®n, en la discusi¨®n se le escap¨® un disparo que alcanz¨® a Juli¨¢n. ?ste luego, siempre seg¨²n su relato, se le abalanz¨® y, muy nervioso, volvi¨® a apretar el gatillo de la pistola.
En la puerta de la empresa, el hijo de Guillermo relat¨® a varios trabajadores del pol¨ªgono: "Ha arruinado a dos familias. Las cosas iban mal, pero nunca pod¨ªa esperar esto; no entiendo c¨®mo ha reaccionado as¨ª porque ¨¦l no era violento".
Seg¨²n la polic¨ªa, el propio autor del crimen hizo frente a las deudas de la empresa con la herencia de su madre. A causa de esa deuda, Guillermo hab¨ªa recibido tres avisos de desahucio y ve¨ªa c¨®mo su esposa (de la que viv¨ªa separado) y sus hijos iban a quedarse en la calle. Estas amenazas le hab¨ªan irritado a¨²n m¨¢s en los ¨²ltimos tres meses.
Juan Jos¨¦ D¨ªaz, empleado en Alcuba desde 1979, describi¨® la situaci¨®n econ¨®mica de la empresa como cr¨ªtica. "Yo sab¨ªa que no pagaban mis seguros, pero no iba a denunciarlo porque sab¨ªa que deb¨ªan mucho", dijo. "Ellos se llevaban medianamente bien hasta hace dos a?os, pero desde que Guillermo se enter¨® de que le iban a embargar, se deterior¨® todo".
Pese a las dificultades econ¨®micas y sus enfados, aparentemente, los dos se llevaban muy bien. "Com¨ªan juntos, se re¨ªan y fuera de la empresa no discut¨ªan". Adem¨¢s, seg¨²n los trabajadores de empresas cercanas, Juli¨¢n recog¨ªa todos los d¨ªas a Guillermo en su casa de Fuenlabrada para llevarle a la empresa. "Todo era ficticio; llevaban un tiempo sin aguantarse y todo era por el dinero", dijo otro trabajador.
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