Una trayectoria unida a la boina
Como en el refr¨¢n, en la popularizaci¨®n de la boina o chapela no se sabe qu¨¦ fue antes, si el huevo o la gallina. Casi al tiempo en que se generalizaba en el Pa¨ªs Vasco el uso de esta gorra con rabito surge en Balmaseda la f¨¢brica La Encartada. Es cierto que ya Zumalac¨¢rregui la hab¨ªa puesto de moda en la Primera Guerra Carlista, pero tambi¨¦n lo es que aquella boina era roja, con lo que ya quedaba significada pol¨ªticamente. La de color negro, la tradicional, no llegar¨¢ a popularizarse hasta el cambio de siglo. Y es que algo se ol¨ªa ya desde 1886 el emprendedor Marcos Arena Bermejillo cuando comenz¨® a mover los hilos para abrir una f¨¢brica que, ahora, un siglo despu¨¦s, se ha convertido en uno de los atractivos de esta villa encartada, junto a su puente medieval, la iglesia de San Severino, la casa consistorial o el monasterio de Santa Clara.La tradici¨®n mercantil y emprendedora de Balmaseda le viene desde antes de que en 1199 la poblaci¨®n de este lugar se constituyera como villa. Y se ha seguido manteniendo desde entonces. A¨²n hoy, cuando el poder de las metr¨®polis ahoga a las peque?as capitales comarcales, Balmaseda cuenta con una activa vida comercial. De ah¨ª que no extra?e que un hijo de la villa que hab¨ªa regresado de Am¨¦rica con fortuna decidiera abrir una f¨¢brica de boinas, ni m¨¢s ni menos: transformar la lana de oveja en una prenda de cabeza.
Tan descabellada no deb¨ªa de ser la idea, ya que pronto cont¨® con apoyo de otros prohombres de la localidad, que fundaron la f¨¢brica en 1892 en un paraje que ya invita a ponerse una boina para luego quit¨¢rsela en se?al de admiraci¨®n. La pena es que esta reliquia que ha sobrevivido tantos avatares cerrara sus puertas justo al cumplir la centuria.
Porque, afortunadamente, La Encartada se mantiene casi igual que hace un siglo. No en vano, la Diputaci¨®n Foral de Vizcaya lleva invertidos varias decenas de millones en recuperar esta joya de la arqueolog¨ªa industrial con el fin de que se convierta en un museo de la industria textil. Pero el paseo hasta la popular f¨¢brica de boinas sigue mereciendo la pena: medio escondida, a la salida de Balmaseda en direcci¨®n a Burgos, en el barrio de El Pe?ueco, La Encartada es una f¨¢brica por la que parece que no ha pasado este siglo tan ajetreado.
Aislamiento
Quiz¨¢s este aislamiento que bien podr¨ªa llamarse buc¨®lico venga de su autonom¨ªa energ¨¦tica, ya que la empresa se estableci¨® en los terrenos de un antiguo molino hidr¨¢ulico que se transform¨® en generador de energ¨ªa el¨¦ctrica para mover la maquinaria. Adem¨¢s, los puestos de trabajo que, en los buenos tiempos, superaban con creces el centenar, se trasmit¨ªan de padres a hijos. Y las familias viv¨ªan en las casas adyacentes a la factor¨ªa.
Pero la misma moda que la hab¨ªa puesto en marcha llev¨® a la siempre floreciente La Encartada al cierre. Lleg¨® a pasar el bache de la guerra civil, reconvertida a la fabricaci¨®n de mantas, y en la d¨¦cada de los sesenta alcanz¨® sus mejores momentos, con una producci¨®n anual de 300.000 piezas. Pero con la transformaci¨®n que sufri¨® Espa?a en ese decenio, comenz¨® su declive. La chapela se empez¨® a considerar algo anticuado y en este fin de siglo, ha dejado de ser una prenda de uso habitual: es raro verla en hombres que no pasen de los 60 a?os (salvo algunos bohemios y otros nost¨¢lgicos) y s¨®lo la utilizan regularmente militares y polic¨ªas, que fueron los principales clientes de la empresa en sus ¨²ltimos a?os, antes del cierre.
Por suerte, esta f¨¢brica no acabar¨¢ en ruina como tantas otras joyas de la arqueolog¨ªa industrial que han ca¨ªdo en el olvido. En unos a?os La Encartada pasar¨¢ a engrosar la lista de atractivos de Balmaseda, una de las localidades vizca¨ªnas m¨¢s importantes y, desgraciadamente, m¨¢s desconocidas. Todo hay que decirlo, los actos que se celebraron con motivo de la celebraci¨®n el pasado a?o del octavo centenario de su fundaci¨®n han ayudado a su promoci¨®n (cuenta hasta con oficina de turismo), pero el n¨²mero de visitantes no hace honor a los encantos de la villa.
S¨®lo por el puente viejo (de origen medieval, aunque como en otros lugares la tradici¨®n lo nombra como romano) merece la pena acercarse hasta la capital de la comarca de Las Encartaciones. Es quiz¨¢s la mejor expresi¨®n de la naturaleza caminera de Balmaseda. Hasta el siglo XVII, este era el ¨²nico paso sobre el caudaloso r¨ªo Cadagua, lo que le hac¨ªa ser aduana de todo el comercio que se establec¨ªa entre Castilla y el puerto de Bilbao. Lo caracter¨ªstico de este puente es el torre¨®n que se levanta en su mitad, que deb¨ªa de ser la sede de la citada aduana.
Templo g¨®tico
El comercio era la base de la econom¨ªa de Balmaseda. Atestiguada est¨¢ su juder¨ªa como la ¨²nica de Vizcaya, y el porte de la iglesia de San Severino da fe de la importancia de la villa. Este templo g¨®tico, considerado monumento nacional, que mantiene las caracter¨ªsticas t¨ªpicas de las iglesias de los siglos XIV y XV es quiz¨¢s el mejor exponente de la posici¨®n preferente de Balmaseda hasta bien entrado este siglo.
La iglesia de San Severino define el centro de la villa, junto con el Ayuntamiento, otro edificio singular, de factura m¨¢s moderna, pero ubicado en el mismo lugar desde el siglo XVI. La construcci¨®n actual tiene su principal atractivo en los soportales, con varias series de arcos que le dan un aire de mezquita.
En las afueras de la localidad se encuentra el monasterio de Santa Clara, muestra del esplendor barroco que tambi¨¦n se vivi¨® en Balmaseda. Ocupado por las monjas hasta el a?o 1985, parte de este complejo (el palacio que fue preceptor¨ªa) ahora se ha reconvertido en un atractivo hotel, complemento para una visita a la villa.
Y no hay que olvidar las casas particulares, como el palacio Horcasitas, el Urrutia, y otras que recuerdan la fortuna que obtuvieron algunos naturales de la villa en su aventura americana. Como aquel Marcos Arena Bermejillo que tuvo la feliz idea de poner en marcha una f¨¢brica de chapelas en su pueblo con el capital que hab¨ªa amasado en Am¨¦rica. Si levantara la cabeza hoy no se podr¨ªa imaginar que aquel floreciente negocio que inici¨® se ha convertido en uno de los atractivos monumentales de su localidad natal.
Datos pr¨¢cticos
C¨®mo llegar: La f¨¢brica de boinas La Encartada se encuentra en el barrio de El Pe?ueco a la salida de la villa de Balmaseda por la carretera BI-636. Para llegar hasta esta localidad vizca¨ªna hay que tomar en Bilbao la citada BI-636. Desde Vitoria, hay otra opci¨®n, sin pasar por la capital vizca¨ªna: despu¨¦s de salir por la autov¨ªa que lleva a Bilbao, en Altube se toma el desv¨ªo hacia Balmaseda, por la A-624 que pasa antes por las localidades de Amurrio y Artziniega.Alojamiento: Balmaseda cuenta con uno de los hoteles m¨¢s interesantes de Vizcaya, el San Roque, ubicado en un antiguo monasterio del siglo XVII, considerado monumento hist¨®rico (tel. 94 6102268). Otros establecimientos hoteleros son Bego?a (94 6102326) y Mendia (94 6102258). Las casas de agroturismo m¨¢s cercanas est¨¢n en Sopuerta: Andima Zahar (94 6504077) y Lezamako Etxe (94 6504237).
Comer: No hace falta salir de la villa encartada para disfrutar de una buena comida. Ah¨ª est¨¢n los restaurantes Abellaneda (94 6801674), Iza (en el hotel san Roque), La Caba?a (94 6800127), Baserri (94 6102262), Los Gemelos (94 6801622), El Cocinero (94 6800115) o La Herradura (94 6800406).
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