Vecinos de El Ejido armados con barras de hierro atacan a los inmigrantes y destrozan sus locales
Los disturbios se prolongaron toda la noche tras el asesinato de una joven a manos de un magreb¨ª
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La barbarie racista se apoder¨® de El Ejido (Almer¨ªa) este fin de semana durante 24 horas. El asesinato de Encarnaci¨®n L¨®pez, de 26 a?os, el tercero cometido supuestamente por inmigrantes en dos semanas, desat¨® el odio y una ola de violencia sin precedentes que se ha cobrado 22 heridos. No hubo, sin embargo, detenci¨®n alguna. Las concentraciones pac¨ªficas del s¨¢bado derivaron por la noche en brutalidad xen¨®foba: decenas de vecinos arrasaron locales con sello extranjero, como una mezquita, locutorios telef¨®nicos, carnicer¨ªas y restaurantes e incendiaron varios coches. El vandalismo dur¨® hasta las cinco de la madrugada, y se recrudeci¨® a lo largo de todo el domingo. Extranjeros, polic¨ªas, pol¨ªticos y periodistas han recibido amenazas y ataques. El ministro del Interior ha advertido de que el peso de la ley caer¨¢ sobre el presunto asesino -un joven bajo tratamiento psiqui¨¢trico- y sobre quienes se toman la justicia por la mano.
La violencia xen¨®foba desatada en El Ejido la noche del s¨¢bado prosigui¨® durante todo el domingo, a tal punto que el Ministerio del Interior se vio en la necesidad de enviar anoche a 500 agentes de refuerzo procedentes de la Comunidad Valenciana y Murcia, que se un¨ªan a los 150 polic¨ªas ya desplazados desde M¨¢laga, Granada, Sevilla y Madrid y a una unidad de intervenciones de la Guardia Civil.
La vigilancia se concentra principalmente en los barrios de Santa Mar¨ªa del ?guila, donde viv¨ªa Encarnaci¨®n L¨®pez, de 26 a?os, apu?alada el s¨¢bado supuestamente por un joven marroqu¨ª, de 20 a?os, que ven¨ªa recibiendo tratamiento psiqui¨¢trico en el hospital almeriense de Torrec¨¢rdenas, y en Las Norias de Daza, donde reside el detenido. En este ¨²ltimo barrio se concentraron los actos m¨¢s graves de vandalismo.
S¨®lo el funeral por Encarnaci¨®n L¨®pez abri¨® ayer por la tarde un peque?o par¨¦ntesis entre las continuas persecuciones de inmigrantes, apedreamientos, cortes de carreteras, incendios de veh¨ªculos y destrozos de negocios y locutorios. Los enfrentamientos m¨¢s intensos ocurrieron en Las Norias, donde por la ma?ana se registr¨® tambi¨¦n la mayor carga de la polic¨ªa, que lanz¨® gases lacrim¨®genos y pelotas de goma contra unos 300 vecinos armados con bates de b¨¦isbol, palos y barras de hierro. All¨ª mismo se reproduc¨ªan anoche los ataques: Primero, un centenar de j¨®venes con palos incendiaba cinco veh¨ªculos al tiempo que profer¨ªa amenazas y gritos contra los habitantes de la barriada, en su mayor¨ªa extranjeros. Luego, incendiaban la puerta y la fachada de una casa en cuyo interior hab¨ªa siete personas, entre ellas dos adolescentes. Las v¨ªctimas lograron huir saltando desde el primer piso de la vivienda a una furgoneta que la Guardia Civil les hab¨ªa preparado.
El asesinato de Encarnaci¨®n L¨®pez y la posterior detenci¨®n del presunto criminal hab¨ªan dado paso la v¨ªspera a una noche de p¨¢nico en la que los inmigrantes fueron objeto de violentas escenas de acoso por parte de numerosos vecinos. La tensi¨®n era tal que para dejar clara su desconexi¨®n con el crimen, un centenar de marroqu¨ªes afincados en Las Norias sali¨® por la ma?ana a manifestarse contra el apu?alamiento. Llevaban los brazos en alto para indicar que la concentraci¨®n ten¨ªa origen pac¨ªfico y se hac¨ªa en repulsa por los sucesos de los ¨²ltimos 15 d¨ªas. No les dejaron.
Los insultos proferidos contra ellos y las agresiones -les apedrearon y atacaron con palos, barras met¨¢licas y bates- derivaron en una batalla campal en la que tuvieron que intervenir las unidades antidisturbios. Situaciones de tensi¨®n similares se vivieron en Santa Mar¨ªa del ?guila, cuyos accesos permanecieron cortados todo el d¨ªa y donde los comerciantes del mercadillo donde cay¨® apu?alada Encarnaci¨®n L¨®pez salieron a manifestarse con sus coches dando gritos contra los extranjeros. Anoche, en este barrio, 200 presonas asaltaban y destrozaban de nuevo la sede de la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas y quemaban otros cinco coches.
Refugiados en casas
Durante todo el d¨ªa, la polic¨ªa patrull¨® el pueblo intentado impedir nuevas agresiones, tanto contra los inmigrantes como contra los periodistas. Mientras, los inmigrantes se agrupaban en casas de amigos y familiares en busca de refugio, tal como les hab¨ªan aconsejado dirigentes de la Asociaci¨®n de Trabajadores Inmigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a (ATIME), que ha anunciado que se personar¨¢ como acusaci¨®n particular en el proceso que se abra contra el presunto asesino. "Se ha confundido a un criminal con todo un colectivo que lo ¨²nico que est¨¢ haciendo es trabajar honradamente", dijo el portavoz de la asociaci¨®n, Mustapha Mrabet.
El p¨¢nico, sin embargo, les desbordaba. Una veintena de personas, entre los que hab¨ªa mujeres y ni?os, optaba por pasar la noche del domingo al lunes en la comisar¨ªa, adonde hab¨ªan llegado custodiadas por la polic¨ªa tras ser asaltadas sus viviendas en Santa Mar¨ªa.
Seg¨²n su relato, numerosos asaltantes penetraron en un n¨²mero indeterminado de casas provistos de palos, cuchillos y piedras e intentaron agredirles tras forzar las puertas de entrada.
Los enfrentamientos hab¨ªan provocado heridas al menos a 22 personas (siete inmigrantes, nueve polic¨ªas y seis ejidenses) durante toda la jornada. Tres de ellas segu¨ªan ingresadas anoche en el Hospital de Poniente. El parte m¨¦dico de uno de los inmigrantes indica que sufre fractura de om¨®plato y varias costillas rotas.
El ministro del Interior, Jaime Mayor, apel¨® a la "serenidad, la calma y la tranquilidad" y advirti¨® de que la ley "caer¨¢ implacablemente tanto sobre el asesino como sobre los que se tomen la justicia por su mano y utilicen la violencia en un sentimiento de venganza". "No cabe aplicar la ley de la selva", dijo. Por su parte, el presidente andaluz, el socialista Manuel Chaves, hizo un llamamiento a la serenidad y propuso reforzar las medidas de seguridad asi como "avanzar en todas las medidas encaminadas a mejorar las condiciones de vida, vivienda y empleo de todos los ciudadanos que trabajan en esta localidad, incluidos los magreb¨ªes".
Los mensajes de uno y otro llegaban despu¨¦s de que los bulos se extendieran a lo largo del d¨ªa sobre casos de violencia inexistentes, lo que contribuy¨® a encrespar m¨¢s los ¨¢nimos, y de que se acentuara la hostilidad contra los medios de comunicaci¨®n con numerosas amenazas y ataques. Algunos vecinos destrozaron c¨¢maras y otros patearon a un fot¨®grafo de La Voz de Almer¨ªa.
Patrullas de agricultores
Una estampa frecuente en la ma?ana fueron las patrullas de agricultores armados, entre caminos rurales e invernaderos y en zonas de los barrios de Las Norias y Santa Mar¨ªa y el centro urbano de El Ejido. La noche anterior, adolescentes armados con barras de hierro se aplicaron a fondo con las ventanas traseras del restaurante Assalam. Les proteg¨ªa la oscuridad y el consentimiento de cientos de personas que se apelotonaban en las calles de El Ejido desde las 22.00. Dos cuarentones observaban la escena.
-"?Qu¨¦ te parece?", interpelaba uno.
-"Poco", replicaba el otro.
Este fin se semana, en El Ejido, la vida de un inmigrante, y menos a¨²n sus propiedades, no val¨ªa un duro. Todo el odio, larvado durante a?os entre dos comunidades que se necesitan econ¨®micamente y que se reh¨²yen socialmente, estall¨® en una org¨ªa vand¨¢lica que no respet¨® a nada ni nadie ajeno al propio pueblo. Una explosi¨®n de violencia espont¨¢nea, sin organizaci¨®n ni l¨ªderes. Lo m¨¢s temible para la polic¨ªa. "Estas movilizaciones son las m¨¢s peligrosas", dijo un agente.
Los cortes de carretera diurnos, que hab¨ªan aislado por completo al pueblo, fueron, ante todo, pac¨ªficos. Pero los ni?os, los mayores y la serenidad se evaporaron conforme ca¨ªa la noche. El bulevar, la calle larga sobre la que ha ido creciendo y desparram¨¢ndose El Ejido en las ¨²ltimas d¨¦cadas, comenz¨® a llenarse de gente a partir de las 23.00. De las pedradas contra los negocios regentados por inmigrantes en la calle Almer¨ªa, que corre paralela al bulevar, se pas¨® a ataques m¨¢s contundentes, al incendio de contenedores para levantar barricadas y a lanzar proclamas agresivas.
La intervenci¨®n policial evit¨® el intento de linchamiento de un grupo de inmigrantes que estaba en el interior de una cafeter¨ªa. Escondidos en los aseos, varios exaltados trataron de echar abajo la puerta. S¨®lo la actuaci¨®n de la polic¨ªa, que abri¨® un pasillo entre la gente, evit¨® males mayores. Sacaron a los inmigrantes de all¨ª en una furgoneta. 24 horas despu¨¦s, algunas familias de inmigrantes acud¨ªan presas de p¨¢nico a la comisar¨ªa en busca de un refugio seguro.
Sin detenidos
Pero salvo en estos casos, el papel policial fue pasivo. No se actu¨® para impedir el ataque y saqueo de restaurantes, carnicer¨ªas y locutorios telef¨®nicos. Algunos establecimientos sufrieron varias embestidas. En la primera, los v¨¢ndalos romp¨ªan persianas, cristales y apedreaban fachadas. En la segunda, sobre las tres de la madrugada, los saqueaban. Arrancaban las rejas, destrozaban el interior de los establecimientos y se apropiaban de bebidas y dinero.
Tres inmigrantes sufrieron agresiones en esas horas de locura colectiva: uno de ellos qued¨® inconsciente sobre el suelo despu¨¦s de los golpes. Tambi¨¦n resultaron heridos seis polic¨ªas. Pero no se practic¨® ni una sola detenci¨®n, salvo la de un inmigrante marroqu¨ª que hab¨ªa intentado agredir con arma blanca a un agente, ayer por la tarde, en la barriada de Las Caba?uelas, en Vicar.
Durante la noche del s¨¢bado, centenares de vecinos se mov¨ªan al un¨ªsono arriba y abajo del bulevar como si la masa tuviera vida propia. El liderazgo, la capacidad de movilizar a la gente, bailaba de unos a otros: aquel que chillase m¨¢s o el que tuviese la idea m¨¢s exaltada. "Vamos a por las progresistas", dec¨ªa alguien. Y toda la masa se encaminaba hacia la sede la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas, cuyos ordenadores y archivos fueron finalmente destrozados al d¨ªa siguiente.
Fue, sin embargo, la sede de Almer¨ªa Acoge la m¨¢s da?ada por las iras vecinales. Todos los archivos apilados durante a?os yac¨ªan en la calle, quemados. La planta baja de la asociaci¨®n estaba inundada y destrozada. Similares da?os a los que presentaban coches, negocios e incluso una mezquita.
El alcalde, Juan Enciso (PP), incapaz de serenar los ¨¢nimos,ped¨ªa en declaraciones a Efe m¨¢s polic¨ªa para "controlar a personas que pueden infundir sospechas". "Somos la puerta de ?frica y es imposible controlar a todas estas personas que entran ilegalmente", dijo.
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