Wernicke estrena en el Real un 'Quijote' "un poco loco, muy po¨¦tico y ut¨®pico" El director de escena alem¨¢n anuncia que se retirar¨¢ de Salzburgo cuando Mortier se vaya
Herbert Wernicke es uno de los mitos actuales de la direcci¨®n esc¨¦nica. Sus trabajos para el Festival de Salzburgo (del que, seg¨²n dijo ayer, se despedir¨¢ en cuanto se vaya su director, G¨¦rard Mortier, quien ayer mismo pidi¨® ser relevado tras la temporada del pr¨®ximo verano) son ya grandes referentes de la cultura europea. Ahora, Wernicke llega al Real, donde el d¨ªa 23 estrena el Don Quijote de Crist¨®bal Halffter, encarg¨¢ndose de la escenograf¨ªa, la iluminaci¨®n y los figurines. El director considera imposible aportar nada a una obra tan gigantesca, y dice que su montaje "es un poco loco, muy po¨¦tico y l¨®gico a la vez. Porque sin locura no se puede vivir".
Alto y delgado, t¨ªmido y amable, aficionado apasionado a la cultura espa?ola (dice que ama la zarzuela y que le gustar¨ªa montar La verbena de La Paloma y provocar "un peque?o esc¨¢ndalo en Madrid"), Wernicke compareci¨® ayer en el Real ante un grupo de periodistas para explicar su trabajo en el Quijote de Halffter. A falta de dos semanas para el gran d¨ªa (el estreno mundial de la obra), el montaje anda ahora en fase de ensayos y correcciones. Una etapa, cuenta Wernicke, en la que el compositor ya ni aparece por el teatro: "Pedro Halffter (director musical e hijo del autor) y yo le hemos prohibido la entrada", cuenta sonriendo. "Halffter ha escrito una partitura que en teor¨ªa tiene gran fuerza dram¨¢tica, pero la praxis es otra cosa: la obra no existir¨¢ hasta el d¨ªa del estreno, ahora es el momento de convertirla en teatro. Por eso, aunque Pedro y yo respetamos completamente el trabajo te¨®rico, los autores de la ¨®pera somos, en realidad, los tres".
Iron¨ªa y libertad
No hay vanidad aparente en las palabras de este hombre que ha montado desde el ingenio, la libertad, la iron¨ªa o la irreverencia todo tipo de ¨®peras y autores, desde Mussorgski (Boris Godunov) a Wagner (El Anillo...), pasando por Cavalli o H?ndel (con los que fascin¨® en Barcelona en las ¨²ltimas temporadas), o incluso Gluck y Berlioz (ahora prepara Las troyanas, "una ¨®pera anti-Haider" que exhibir¨¢ este verano en Salzburgo junto a La bella Helena, de Offenbach). Simplemente, ¨¦l es quien se encarga de teatralizar las ¨®peras, de darles su sello escenogr¨¢fico, de darles vida esc¨¦nica, y lo mismo sucede con la obra de Halffter (y Wernicke considera un "honor y una gran alegr¨ªa trabajar con Crist¨®bal, que me llam¨® hace cuatro a?os cuando a¨²n estaba escribiendo la ¨®pera") que con la de un autor cl¨¢sico.
Para Wernicke, lo m¨¢s importante de esta ¨®pera en un acto que juega con parejas como ficci¨®n y realidad, historia y literatura, cordura y locura, autor y personajes, mito y muerte, autobiograf¨ªa y narraci¨®n, es precisamente ese amplio muestrario de ambivalencias, que se resumen en el lema "la locura es necesaria para vivir". "S¨ª, el mensaje de la obra es que hay que volver a los libros, a las ideas, a la utop¨ªa, a la fantas¨ªa", dice. "Sobre todo, en este momento en que la sociedad del siglo XX est¨¢ encerrada en casa viendo la televisi¨®n".
Quiz¨¢ por eso, el centro de su puesta en escena es el libro, una gran monta?a de libros que, en un momento dado, arde en una pira descomunal (y eso es lo ¨²nico concreto que Wernicke avanza sobre su creaci¨®n). "Es lo que ha pasado siempre, a lo largo de la historia, cuando la intransigencia ha vencido al racionalismo: el poder quema los libros, los purga. Lo hizo la Inquisici¨®n y lo hizo luego Hitler, porque lo consideraban el origen de todos los males".
Como se ve, no parece que Wernicke vaya a limitarse a la reconstrucci¨®n hist¨®rica m¨¢s o menos fiel de la ¨¦poca cervantina. Aunque en la escena est¨¢n Cervantes y el Quijote (y los dos mueren, al final sobrevive el mito), aunque est¨¢ Sancho y aparece un caballo al principio que podr¨ªa ser Rocinante, aunque est¨¢n los molinos de viento (cinco) y aparecen Dulcinea, Goldonza y los reba?os, aunque de repente se mueva un abanico y se vea un mant¨®n de manila, Wernicke dice que ha tratado de hacer un Quijote "no localista, sino universal, comprensible para todo el mundo, lleno de poes¨ªa y de conflicto. Transcurre en La Mancha, pero podr¨ªa suceder en las praderas de Estados Unidos. Al final mueren el hombre y la idea, y la pregunta es qui¨¦n es m¨¢s eterno de los dos. Descubrirlo es un reto muy interesante, un juego teatral fascinante".
Por lo dem¨¢s, Wernicke no cree que su montaje vaya a ser controvertido, pol¨¦mico o provocador. "Me gusta ser levemente provocador, pero hay poca subversi¨®n que aportar al Quijote. Aunque, a diferencia de Massenet, Halffter no toma nada de la novela. Simplemente, pone sobre la mesa el elemento quijotesco, la necesidad de creer en la utop¨ªa en una sociedad como la nuestra. Es una reflexi¨®n sobre el mito".
En cuanto al libreto, que firma Andr¨¦s Amor¨®s, Wernicke cuenta que no conoce al autor, y que cuando ley¨® el texto le pareci¨® m¨¢s un oratorio que un texto dram¨¢tico. "La calidad de esta obra procede de la m¨²sica. Lo que importa es la sustancia, la fuerza de la composici¨®n, y en este caso es magn¨ªfica, y muy teatral".
Para acabar, Wernicke dej¨® una reflexi¨®n: "Quijote y Sancho son figuras complementarias. No pueden vivir el uno sin el otro. Uno es la raz¨®n, y el otro la locura. Pero ya dijo Unamuno que el Quijote es el Cristo espa?ol. Y el final recuerda un poco al camino de Cristo hacia la cruz".
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