"No s¨¦ c¨®mo estoy hablando aqu¨ª y no estoy muerto"
Manos en alto, en se?al de paz, unos 600 inmigrantes caminan desde la barriada de Las Norias, donde la noche anterior varios j¨®venes incendiaron una casa con siete africanos dentro -rescatados ilesos por la Guardia Civil-, en direcci¨®n al centro de El Ejido. Sobre un jir¨®n de s¨¢bana un mensaje n¨ªtido encabeza la marcha: "Por la paz y la dignidad".Decenas de lugare?os observan la escena desde balcones y aceras. Una se?ora les ofrece agua, un gesto humanitario casi excepcional estos d¨ªas.
La manifestaci¨®n dur¨® poco. Sobre las 14.00, una barrera policial frena en seco el avance de los inmigrantes. "Les habla la polic¨ªa. Esta manifestaci¨®n no est¨¢ autorizada. Deben permanecer en el sitio donde se encuentran ahora", dicen por megafon¨ªa. Varios agentes antidisturbios se aprestan para cortarles el paso y disolver la manifestaci¨®n con pelotas de goma. No es necesario. Los inmigrantes se sientan sobre el asfalto.
Los norteafricanos que residen en El Ejido -en general, en la comarca de El Poniente- viven atenazados por el p¨¢nico desde el s¨¢bado, cuando el asesinato de Encarnaci¨®n L¨®pez -cometido supuestamente por un marroqu¨ª que ha recibido tratamiento psiqui¨¢trico- desat¨® la mayor oleada de violencia xen¨®foba ocurrida en Espa?a. Desde entonces, muchos han huido de sus residencias para esconderse entre el intrincado laberinto de caminos rurales y entre los pl¨¢sticos de los invernaderos. Tres magreb¨ªes permanec¨ªan ayer ingresados en el Hospital de Poniente como consecuencia de los disturbios. Uno de ellos presentaba s¨ªntomas de deshidrataci¨®n, agotamiento y neumon¨ªa tras haber permanecido escondido entre invernaderos las ¨²ltimas 48 horas, seg¨²n informa Efe. Desde que comenzaron los incidentes han sido atendidas 49 personas en los hospitales de Poniente y los centros de salud de V¨ªcar y Roquetas por diversos traumatismos y heridas. De ellos, al menos 16 son magreb¨ªes, 14 aut¨®ctonos y nueve agentes de la polic¨ªa.
Algunos inmigrantes, maleta en ristre, han abandonado la zona, seg¨²n comentan sus compa?eros. Una veintena se refugi¨® durante la noche del domingo en la comisar¨ªa de polic¨ªa.
Pocos lugares son seguros, y no s¨®lo para ellos. Una llamada telef¨®nica sobre las 12.30 de la ma?ana del defensor del pueblo Andaluz, Jos¨¦ Chamizo, a la sede central de la organizaci¨®n humanitaria Almer¨ªa Acoge, en la capital, les alert¨® de un posible ataque de grupos organizados contra la oficina de la organizaci¨®n humanitaria. Los voluntarios desalojaron las dependencias bajo custodia policial y se llevaron con ellos el equipo inform¨¢tico y los documentos, informa Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez D¨ªaz.
Entre las sombras que proyectan los incidentes violentos hay escasos puntos de luz: uno de los inmigrantes refugiados en la comisar¨ªa, sentado a primera hora de la ma?ana en las escalinatas de la comisar¨ªa puntualiza: "No todos son iguales, hay gente buena. Pienso quedarme aqu¨ª". No s¨®lo tienen temor, comienzan a tener hambre. Desde el s¨¢bado no se atreven a comprar alimentos ni nada que les obligue a acudir a comercios espa?oles. El paro general que vivi¨® ayer El Ejido, tampoco les dio opciones de compra.
En el n¨²cleo de La Loma del Boque, en Las Norias, residen un centenar de inmigrantes, la mayor¨ªa oriundos de Khouribgua, una ciudad cercana a Casablanca. No han salido de casa desde el s¨¢bado. Ayer por la ma?ana la Guardia Civil vigilaba el ¨¢rea.
El Kaabir Sellaji, de 24 a?os, fue uno de los primeros norteafricanos en sufrir las iras de los ejidenses: "Iba en el coche con un amigo. Cerca de Santa Mar¨ªa del ?guila nos atacaron 30 personas, tuvimos suerte de poder salir corriendo, pero me han quemado el coche".
Con su veh¨ªculo, adquirido hace tres meses por 200.000 pesetas, han ardido tambi¨¦n sus papeles de residencia, lo m¨¢s preciado para un extranjero. Cuando lleg¨® a El Ejido, hace un lustro, no pens¨® que acabar¨ªa deseando irse. "No puedes dormir, no te f¨ªas, si a¨²n tuviera el coche me ir¨ªa de aqu¨ª", dice. Una veintena de magreb¨ªes esperan en una explanada cercana a sus casas, la llegada de Cruz Roja con provisiones. Casi nadie se ha movido de all¨ª, a excepci¨®n de Mohamed El Kuad, que ayer por la ma?ana se desplaz¨® hasta Roquetas de Mar, a 20 kil¨®metros, para comprar pan.
Desembarc¨® en El Ejido hace 12 a?os, casi el tiempo que lleva trabajando para un solo empresario agr¨ªcola. Sus relaciones son cordiales. El Kuad habla con serenidad, incluso al recordar los insultos que le han dirigido en este tiempo. Su mujer, Najiba Gualid, lleg¨® hace tres a?os y s¨®lo ha entablado amistad con una mujer gitana. "No queremos problemas, esperamos que esto pase, pero nos ir¨ªamos si esto sigue as¨ª".
Marzouk El Ibrahim, de 29 a?os, ha vivido ya m¨¢s tiempo en territorio espa?ol que en Marruecos. Lleg¨® con 13 a?os a El Escorial (Madrid), donde estudi¨® hosteler¨ªa. Durante dos a?os fue jefe de cocina de un restaurante de Almerimar, el n¨²cleo tur¨ªstico de El Ejido y el ¨²nico que se ha librado de la violencia de los ¨²ltimos d¨ªas. Cree que la situaci¨®n de rechazo que perciben los africanos en esta zona no tiene parang¨®n. "En Madrid no es lo mismo", dice.
Hace un mes apenas, El Irbrahim abri¨® su propio negocio -un bar en el centro de la localidad-. Su estreno no ha podido ser m¨¢s dram¨¢tico. Ha perdido unos dos millones de pesetas por los destrozos vand¨¢licos que sufri¨® su local la primera noche de enajenaci¨®n colectiva, el s¨¢bado. Pero podr¨ªa haber sido peor: "Estaba dentro del local con otros seis marroqu¨ªes, rompieron la puerta y comenzaron a matarnos sin que la polic¨ªa hiciera nada. Cog¨ª el extintor para hacer humo y que no me vieran, en esa confusi¨®n logramos escapar". Toma un respiro y concluye: "No s¨¦ c¨®mo estoy hablando aqu¨ª y no estoy muerto"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- El Ejido
- Encierros
- Orden p¨²blico
- Incidentes
- Inmigrantes
- Seguridad ciudadana
- Protestas sociales
- Provincia Almer¨ªa
- Cargas policiales
- Xenofobia
- Acci¨®n policial
- Inmigraci¨®n
- Malestar social
- Polic¨ªa
- Andaluc¨ªa
- Ayuntamientos
- Racismo
- Migraci¨®n
- Demograf¨ªa
- Fuerzas seguridad
- Delitos odio
- Discriminaci¨®n
- Sucesos
- Prejuicios
- Administraci¨®n local