Cosas de Espa?a que no van nada bien JAVIER PRADERA
El desencadenamiento el pasado fin de semana en El Ejido de una brutal oleada de comportamientos xen¨®fobos sorprendi¨® al PP en el deliquio de autocomplacencia que la consigna electoral del Espa?a va bien adecuadamente expresa. Los gobiernos tienden a dar cuenta de su gesti¨®n en t¨¦rminos exclusivamente macroecon¨®micos cuando la coyuntura les resulta favorable: si los socialistas s¨®lo despertaron del ensue?o del poder con la huelga general del 14-D, tal vez los sucesos del municipio almeriense -regido por un alcalde del PP- ense?en a los populares que hay muchas cosas que van mal en Espa?a. Los des¨®rdenes racistas mostraron una inquietante pasividad inicial de las fuerzas policiales para proteger a los inmigrantes y detener a los agresores; tambi¨¦n pusieron al descubierto la culposa incompetencia gubernamental para adoptar las medidas preventivas que requer¨ªa una situaci¨®n potencialmente explosiva denunciada con suficiente antelaci¨®n por varias organizaciones no gubernamentales.La est¨²pida idea de que los espa?oles ser¨ªan inmunes al virus racista s¨®lo puede estar sostenida por el patrioterismo casticista: desde hace tiempo los desmanes de los grupos neonazis estaban enviando se?ales inequ¨ªvocas de que -contra lo que afirmaba Fraga cuando era ministro de Franco- Espa?a no es diferente. Aunque la inmigraci¨®n extracomunitaria represente entre nosotros s¨®lo un 0,7% (una quinta parte de la media europea), los problemas de integraci¨®n social de gentes de otras culturas sirven de caldo de cultivo a los empresarios de la xenofobia. La experiencia de la Uni¨®n Europea -especialmentre Francia y Alemania- respecto a la emigraci¨®n procedente de otras ¨¢reas civilizatorias (sea el Magreb, Turqu¨ªa o el ?frica subsahariana) hubiera debido ser aprovechada por el Gobierno de Aznar para instrumentar a tiempo programas de pol¨ªtica asistencial, educativa y de vivienda en beneficio de los reci¨¦n llegados.
La xenofobia y el racismo est¨¢n alimentados por un diab¨®lico mecanismo de atracci¨®n y de rechazo: requeridos para realizar tareas desde?adas por los espa?oles, retribuidos con bajos salarios, desprovistos de protecci¨®n sindical, acechados por la inseguridad jur¨ªdica y hacinados en viviendas infrahumanas, los trabajadores inmigrantes son condenados a desempe?ar a la vez las funciones rituales del chivo expiatorio y a responder de manera colectiva por los delitos que cualquier miembro de su comunidad perpetre. As¨ª ha ocurrido en El Ejido: la maliciosa combinaci¨®n de la miseria y la marginalidad con la heterogeneidad cultural ha fabricado el estereotipo empleado para justificar la agresi¨®n a miles de inmigrantes como venganza por el asesinato atribuido a un marroqu¨ª,
La pol¨ªtica del avestruz descansa sobre el doble supuesto de que los problemas se resuelven mediante el ardid de meterlos en un caj¨®n y los aspectos desagradables de la realidad se desvanecen cerrando los ojos. Tal ha sido la actitud respecto a la inmigraci¨®n del presidente Aznar, que embarc¨® a su ministro de Trabajo y a los diputados del PP en la labor puramente diversionista de consensuar con los dem¨¢s grupos parlamentarios una innovadora proposici¨®n de Ley de Extranjer¨ªa para dar verosimilitud a su giro al centro. El c¨¢lculo de que el gesto le saldr¨ªa gratis puesto que el texto no podr¨ªa ser aprobado -a causa del calendario-antes del fin de la legislatura result¨® err¨®neo: la norma sali¨® adelante pese al intento de ¨²ltima hora del PP de autoenmendarse la plana en el Parlamento.
Con notable desfachatez, el ministro portavoz se invent¨® anteayer un imposible nexo causal entre los sucesos ocurridos en El Ejido y la nueva Ley de Extranjer¨ªa (publicada en el Bolet¨ªn Oficial del Estado s¨®lo cinco d¨ªas antes) a fin de justificar el proyecto gubernamental de erigir barreras migratorias m¨¢s altas si el PP gana las elecciones. Piqu¨¦ se propuso tranquilizar a los sectores m¨¢s xen¨®fobos del electorado conservador lanzando el mensaje subliminal -no demasiado alejado de las consignas del nacionalismo vasco radical- de que la responsabilidad de las agresiones de ese tipo no corresponde en ¨²ltima instancia al agresor que vive en su propia casa sino al agredido que aspira a compartirla. El contingente espa?ol de inmigrantes extracomunitarios est¨¢ fijado ahora en 30.000 personas: ?Pretende tal vez el PP reducir todav¨ªa m¨¢s esa cifra para hacer suya la cuota cero de J?rg Haider?
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