Una plaza para Riego
Mor¨¢n pide justicia para la memoria de Rafael de Riego, ahorcado en la Cebada en 1823
La memoria del mariscal de campo asturiano Rafael de Riego, quien se pronunciara en armas contra el absolutismo de Fernando VII y pagara por ello con su vida, puede revivir en Madrid en los pr¨®ximos meses. Revivir¨¢ si prospera una propuesta del gijon¨¦s Fernando Mor¨¢n, portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Madrid.Mor¨¢n no quiere protagonizar un gesto de asturianismo. "Busco simplemente que se haga justicia hist¨®rica con Riego", se?ala. Quiere que el Consistorio madrile?o dedique al militar, el m¨¢s conocido entre los liberales espa?oles, una plaza -o siquiera una placa- pr¨®xima a la de la Cebada. Entre esta glorieta madrile?a y la de la Paja, Riego muri¨® ahorcado el 7 de noviembre de 1823, al culminar el denominado trienio liberal por ¨¦l inaugurado, durante el cual hab¨ªa cosechado, empero, una popularidad extraordinaria. Ten¨ªa 39 a?os. Estaba casado con una dama de nombre Teresa y no ten¨ªan hijos.
"No se trata de ning¨²n desaf¨ªo contra nadie", explica Mor¨¢n. "La monarqu¨ªa constitucional asume todo el pasado hist¨®rico espa?ol, moderado y progresista, conservador y liberal", subraya. "Ya en 1983, en Caracas y a prop¨®sito de Bol¨ªvar, la Corona asumi¨® con plena naturalidad ese pasado", destaca el l¨ªder de la oposici¨®n municipal socialista y ex ministro de Exteriores.
Presentada recientemente a pleno municipal, la iniciativa de Fernando Mor¨¢n pide que el nomenclator de la ciudad que vio gobernar y morir a Riego acoja el nombre de quien tan paladinamente combati¨® por sus ideas y dio su vida por ellas. De su recuerdo, s¨®lo pervive un himno.
El absolutismo y la autocracia siempre han considerado un peligro la memoria hist¨®rica. Por ello, rescatar la de Riego se convierte en un saludable ejercicio democr¨¢tico: naci¨® en la casa solariega llamada La Chamborra, de la aldea asturiana de Tu?a, cerca de Tineo, en 1784. De familia noble, su linaje le permiti¨® acceder a los Guardias de Corps, en cuyas filas combati¨® como oficial en la guerra de la Independencia. Ayudante del general Acevedo, jefe del Estado Mayor, por salvar a ¨¦ste fue capturado por las tropas francesas en 1808. Enviado a Francia, permaneci¨® all¨ª prisionero durante seis a?os y entr¨® en contacto con las corrientes librepensantes m¨¢s avanzadas. Se adhiri¨® a la masoner¨ªa. En 1814 regres¨® a Espa?a. Ya como teniente coronel, sufri¨® la decepci¨®n causada por la conducta ingrata de FernandoVII hacia los l¨ªderes guerrilleros del pueblo que pugnaron hasta la muerte por su retorno. Entre tal indignaci¨®n, acentuada por la crisis iberoamericana, Riego se alz¨® en armas en la andaluza Cabezas de San Juan contra el absolutismo y recorri¨®, con ¨¦xito, media Espa?a como ap¨®stol militar del liberalismo. Tres a?os dur¨® su mandato, envenenado por el rencor fernandino, que no cej¨® hasta llevar a Riego al pat¨ªbulo tras un juicio indigno, en el que se le neg¨® hasta la muerte por fusilamiento que, como mariscal, le correspond¨ªa: todo un atroz drama hispano, del que quiz¨¢ la toponimia madrile?a, actualizada, pueda levemente enjugar algunas de sus m¨¢s amargas l¨¢grimas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.