Una feria mutante FRANCISCO CALVO SERRALLER
La decimonovena edici¨®n de Arco afianza su peculiar personalidad, cada vez m¨¢s diferente de lo que internacionalmente es y se entiende que debe ser una feria de arte actual. Es cierto que comparte un rasgo fundamental con las dem¨¢s ferias -la presencia de galer¨ªas privadas, que venden sus productos-, pero la fuerte intervenci¨®n de la oferta y la demanda parcialmente falsea u oscurece el resultado comercial. Hay muchas galer¨ªas internacionales que no acuden espont¨¢neamente, sino subvencionadas a trav¨¦s de los diversos programas de pretensi¨®n cultural -en esta ocasi¨®n, las 24 galer¨ªas italianas que se corresponden con el pa¨ªs invitado-; o los denominados International Project Rooms, Cutting Edge Crossroads; hay asimismo bastantes galer¨ªas espa?olas, que reciben diversas ayudas de sus respectivas comunidades aut¨®nomas; y, en fin, hay una enorme y hasta opresiva presencia institucional, con relaci¨®n directa, indirecta o nula con el mundo del arte.Por si fuera poco, a esta presencia de instituciones p¨²blicas, se suma la de otras de car¨¢cter privado, como Coca-Cola, Telef¨®nica, Winthertur, Renault y un largo etc¨¦tera, cuya presencia est¨¢ tan cogida por los pelos, como, en el caso de la firma automovil¨ªstica citada, la de sacar un nuevo autom¨®vil con el nombre de Picasso, o, en la mayor parte de los restantes, por poseer una colecci¨®n de arte, en no pocas ocasiones creada, encima, al socaire de comprar en Arco y s¨®lo en Arco. Esto nos lleva directamente a la cuesti¨®n de la intervenci¨®n de la demanda: muchas de estas instituciones, p¨²blicas y privadas, se dedican a comprar el arte de Arco que no compra el p¨²blico de Arco, algo ciertamente bienintencionado, pero muy distorsionador. Parece como si se sumaran esfuerzos para vivir la ilusi¨®n de que el mercado espa?ol consume un arte internacional que, en realidad, no se vende en absoluto o en proporci¨®n todav¨ªa ¨ªnfima.
Efecto distorsionante
Todav¨ªa m¨¢s: una parte importante del espacio ferial est¨¢ dedicada a revistas culturales, a diarios de informaci¨®n general y a otras promociones de productos diversos, m¨¢s o menos alejados, no ya del campo espec¨ªfico del comercio de arte actual, sino del arte. En muchos de estos casos, se vuelve a producir el mismo efecto distorsionante de los "precios pol¨ªticos" por las v¨ªas m¨¢s diversas.
?Y qu¨¦ decir del acromeg¨¢lico crecimiento de las llamadas "mesas de debate", donde se discuten las cuestiones te¨®ricas m¨¢s peregrinas, la mayor parte de las cuales nada tienen que ver, ni por lo m¨¢s remoto, con el asunto ferial? En la presente edici¨®n, se han montado ?23!, con la participaci¨®n de ?91 ponentes! En este caso, no hace falta subrayar que todo este galimat¨ªas est¨¢ subvencionado por completo. No voy a entrar a juzgar el inter¨¦s cultural de estas mesas, pero perm¨ªtaseme que dude, no ya de la pertinencia de que toda esta actividad te¨®rico-cr¨ªtica deba desarrollarse en un marco ferial, sino de lo eficaz que puede resultar que el p¨²blico visitante se pase el d¨ªa de mesa en mesa en vez de recorrer la feria.
Parece, por tanto, que, en Arco, lo ferial es una excusa o se?uelo para que se produzca otra cosa, que no sabr¨ªa c¨®mo definir. ?Un festival, quiz¨¢, como aventur¨¦ en otra pasada ocasi¨®n? Los propios organizadores, conscientes de su deslizamiento, se han servido de t¨¦rminos a¨²n m¨¢s gen¨¦ricos, como "lugar de encuentros" o cosas as¨ª. Sea como sea, se trata de un fen¨®meno mutante, que comenz¨® como feria de arte actual y que hoy camina en una direcci¨®n indiscernible. Es cierto que, desde hace un par de d¨¦cadas, el mundo del arte actual gravita, cada vez m¨¢s, por la senda del comercio puro y duro, imponi¨¦ndose sus criterios a museos, fundaciones e instituciones que antes se pretend¨ªan independientes. Tambi¨¦n es verdad que cada vez predomina m¨¢s lo espectacular en el tratamiento y difusi¨®n de lo art¨ªstico, nuevo o hist¨®rico. Ambas circunstancias podr¨ªan ayudar a explicar este extra?o fen¨®meno de Arco, y, en cierta manera, lo que est¨¢ pasando con el arte hoy en casi todo el mundo.
Ahora bien, si, como se ha escrito a prop¨®sito de la inauguraci¨®n de la presente edici¨®n, Arco constituye la "semana crucial" para el mundo del arte, resulta preocupante que el destino art¨ªstico en nuestro pa¨ªs se dirima en seis d¨ªas y en una feria, aunque ¨¦sta sea "un lugar de encuentros" y estemos a punto de entrar en una tercera fase. Tambi¨¦n que, para mantener esta tan ef¨ªmera ilusi¨®n, se tenga que hacer un esfuerzo inversor tan formidable como el que someramente he descrito, cuyo destino es tapar no s¨®lo la odiosa realidad de un comercio art¨ªstico raqu¨ªtico durante 359 d¨ªas, sino hasta el que se produce de forma espont¨¢nea durante los seis d¨ªas de la feria.
?Se acaba ah¨ª el fen¨®meno de Arco 2000? Obviamente, no. En la presente edici¨®n, hay 101 galer¨ªas espa?olas, que, en t¨¦rminos generales, representan lo mejor del mercado espa?ol. Se han producido algunas odiosas exclusiones, como las de Leandro Navarro o Juan Gris, que no se pueden explicar nada m¨¢s que por rencillas o rencores profesionales, porque nadie puede atreverse a alegar que estas firmas excluidas no tengan igual o superior calidad que la de sus exclusores, por no hablar del ingente espacio que, cada a?o, dilapida Arco en cobijar las instituciones e iniciativas m¨¢s ex¨®ticas. As¨ª y con todo, el esfuerzo de las galer¨ªas espa?olas presentes es, en l¨ªneas generales, admirable desde muchos aspectos. Para quienes no reciben ayudas, el riesgo es muy grande, porque el gasto es millonario, pero, incluso los que se benefician de alg¨²n tipo de subvenci¨®n, trasladarse a Madrid con personal, armas y bagajes, y soportar a pie firme seis jornadas agotadoras, tiene un m¨¦rito considerable. En la mayor parte de los casos, la venta es "de menudeo", que es la m¨¢s sacrificada y menos rentable.
Quien haya seguido la evoluci¨®n de Arco en sus casi veinte a?os de existencia, ha de admirar, adem¨¢s, el enorme progreso profesional de nuestras galer¨ªas, incluso en los a?os de vacas flacas. En este sentido, uno puede recorrer hoy la feria sin pr¨¢cticamente tener que apartar la mirada, ni torcer el gesto una sola vez. Esto afecta tanto a la calidad de lo exhibido como a la forma de presentarlo.
Galer¨ªas internacionales
En t¨¦rminos generales, el valor de la presencia de galer¨ªas internacionales es mucho m¨¢s discutible. En este campo, sigue habiendo muy pocas firmas verdaderamente relevantes, aunque se trate de maquillar este hecho con los programas "invitational" o la presencia multiplicada de pa¨ªses con un comercio art¨ªstico a¨²n m¨¢s ¨ªnfimo que el nuestro. En todo caso, se cubren las apariencias de una forma satisfactoria, de manera que el visitante local encuentra una cantidad y variedad de obras internacionales que normalmente no puede contemplar en nuestro pa¨ªs. Creo que si los esfuerzos que se hacen por aparentar que la oferta internacional de Arco puede equipararse a la de Basilea, Colonia o Nueva York, lo cual es objetivamente rid¨ªculo, se dirigiesen a atraer a mercados m¨¢s pr¨®ximos a nuestra realidad, quiz¨¢ el resultado ser¨ªa m¨¢s positivo e interesante.
Por ¨²ltimo, tambi¨¦n hay que reconocer la creciente profesionalidad de la organizaci¨®n y el montaje de Arco. Ya no hay apenas ese aire de alocada improvisaci¨®n del pasado y, por ejemplo, en la presente edici¨®n, uno se pod¨ªa pasear por la feria 24 horas antes de la inauguraci¨®n como si ya se hubiera inaugurado. La proyecci¨®n p¨²blica de Arco es asombrosa y no tiene parang¨®n, lo que explica la excepcional afluencia de visitantes.
?Y el arte? Subsiste, en nuestro pa¨ªs, el ingenuo equ¨ªvoco de que una feria es como la exposici¨®n de un museo o una bienal, donde se acude a conocer un panorama ordenado sobre el arte actual. Lo que se exhibe, sin embargo, en una feria es lo que las galer¨ªas llevan para vender y esto es por fuerza aleatorio. Lo que hay es eso mismo que a un viajero brit¨¢nico del XIX le sorprend¨ªa que le dijeran indefectiblemente todos los venteros espa?oles cuando les preguntaba qu¨¦ hab¨ªa para cenar: "Hay de todo".
Pues eso: en Arco "hay de todo". Y como siempre que hay de todo, no debe uno tom¨¢rselo al pie de la letra, sino, m¨¢s bien, difrutar con lo que hay. A punto de inaugurarse esta decimonovena edici¨®n, yo, por mi parte, digo: ?Que haya suerte!
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