Un paseo por artes milenarias
La colecci¨®n de arpones remite m¨¢s a 'Moby Dick' que a los marinos vascos de hace un siglo
La torre de Ercilla, y no es un t¨®pico, es el vig¨ªa del puerto antiguo de Bermeo. Desde sus puertas se ha visto partir rumbo a los mejores caladeros del Atl¨¢ntico a miles de pescadores en busca del bacalao, del verdel o chicharro, de la anchoa, de la merluza, del besugo... Ahora, cuando los marinos se tienen que quedar en casa porque no hay pesca a pesar de que sea temporada y la mar invite a la navegaci¨®n, parece que es el momento en que el Museo del Pescador (que alberga esta torre desde hace 52 a?os) cobra m¨¢s raz¨®n de ser que nunca. Porque lo que presenta es un recorrido por las artes que rodean esta milenaria actividad, desde el momento en que el barco sale del puerto hasta la m¨¢s moderna conserva de pescado.La memoria de los viejos marinos que todav¨ªa disfrutan de la vista que ofrece este mirador de la casa de Ercilla rezuma nostalgia: y no es para menos porque los navegantes vascos llegaron sin saberlo a Am¨¦rica antes que los vikingos o Col¨®n. Son siglos de liderazgo en la pesca que ahora, en el cambio de milenio, se miran con a?oranza. Aquel descubrimiento de los bancos de Terranova les sirvi¨®, al mantenerlo en secreto, para dominar el mercado de uno de los pescados b¨¢sicos en la alimentaci¨®n de generaciones de europeos: el bacalao. Pero los marinos vascos tambi¨¦n fueron l¨ªderes en la pesca de la ballena o el at¨²n. De todo esto y de mucho m¨¢s da fe el museo de Bermeo.
Cap Bret¨®n
Nada m¨¢s entrar en la torre de Ercilla el visitante se encuentra con una maqueta de considerables dimensiones que reproduce el fondo del Golfo de Vizcaya, con el ca?¨®n de Cap Bret¨®n que se abre en la plataforma continental. Esta maqueta sirve para que el visitante se vaya adaptando al terreno que le espera en las tres plantas de este museo casi ¨²nico en el mundo: la geograf¨ªa se transforma y cobran importancia el mar y sus fondos, un terreno desconocido para aquel que no sea marino.
El comienzo de este itinerario por la vida del pescador comienza en los puertos. Desde el de Zierbena en Vizcaya hasta el de Hondarribia en Guip¨²zcoa, el museo presenta las labores pesqueras correspondientes a cada puerto: altura, bajura o artesanal. Para encarnar esta ¨²ltima modalidad, tan practicada por pescadores aficionados y aquellos profesionales jubilados que no quieren abandonar el oficio, ah¨ª est¨¢ esa batela con todos sus componentes bien definidos que se complementa con una escena de una familia de arrantzales.
Ya esta primera planta sirve para mostrar las intenciones, m¨¢s que claras, del Museo del Pescador: una informaci¨®n lo m¨¢s exhaustiva posible de estas labores marinas.
Y eso que en un principio, cuando la Diputaci¨®n de Vizcaya compr¨® este edificio emblem¨¢tico no se hab¨ªa planteado en ning¨²n momento su destino como museo. Lo importante era rehabilitar la casa solar del preclaro poeta y conquistador don Alonso de Ercilla, autor de La Araucana, una de las obras ¨¦picas imprescindibles de la conquista de Chile.
Pero en cuanto comenzaron a las obras de reforma del edificio -hasta ese momento empleado como vivienda y, por tanto, completamente tabicado- se descubri¨® una estructura interior de amplias plantas, id¨®nea para la ubicaci¨®n de un museo en su interior.
Y as¨ª fue. Durante todo un a?o, el capit¨¢n Jes¨²s Azkune recorri¨® los puertos vizca¨ªnos en busca de materiales para completar un recorrido minucioso por la historia de la pesca vasca. Pero no eran tiempos en los que los museos estuvieran muy bien considerados. As¨ª que, despu¨¦s de aquella inauguraci¨®n de 1948, el museo empez¨® a decaer de tal modo que en 1982 la prestigiosa revista Le Chasse-maree, dedicada a la etnolog¨ªa mar¨ªtima, anunciaba su inminente cierre y la desaparici¨®n de sus nada desde?ables fondos, debido a la dejadez y abandono en que las autoridades ten¨ªan el museo.
Afortunadamente, las instituciones p¨²blicas tomaron cartas en el asunto y el Museo del Pescador de Bermeo sali¨® a flote, con dignidad. Se restaur¨® definitivamente el edificio a partir de un proyecto museol¨®gico cient¨ªfico y riguroso, con el que comenz¨® una nueva singladura que le ha llevado a figurar entre las 50 joyas ins¨®litas del patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico espa?ol y formar parte de la lista de los 10 museos ¨²nicos en su g¨¦nero en Espa?a.
Las cofrad¨ªas
Y esta singularidad reside en gran parte en lo exhaustivo y divulgativo de sus fondos, como se percibe en las otras dos plantas que completan el recorrido. En la entreplanta que comunica el bajo con el primer piso se recoge el trabajo de las cofrad¨ªas, imprescindibles asociaciones de pescadores que tienen su m¨¢s gr¨¢fica expresi¨®n en los instrumentos utilizados para el control de las subastas del pescado que llegaba a puerto.
Y ya en la segunda planta es donde el visitante tiene que estar atento: es tal la cantidad de informaci¨®n para el profano que el paseo por esta historia de la pesca ha de ser pausado. Se comienza en el Magdaleniense, con los primeros ¨²tiles utilizados para la captura de peces en lugares cercanos a la costa o en los r¨ªos (no est¨¢ documentada en aquel entonces la navegaci¨®n) para finalizar en las artes empleadas por los pesqueros de ahora.
Anzuelos, redes, aparejos, todo un microcosmos artesanal elaborado alrededor de esta actividad milenaria. En este apartado hace falta cierta imaginaci¨®n: as¨ª, por ejemplo, en tiempos como los actuales en los que la pesca de ballena es m¨¢s que pol¨ªticamente incorrecta, la colecci¨®n de arpones que acoge el Museo del Pescador remite m¨¢s a Moby Dick que a los marinos vascos de hace un siglo.
Es en esta parte del museo donde se percibe la ruptura que supuso la popularizaci¨®n de la pesca y la llegada de las nuevas t¨¦cnicas de seguridad a este oficio milenario: como comentaba un veterano arrantzale bermeano a la puerta del museo, ahora todo el mundo sale a pescar, ha aumentado la competencia y han disiminuido los bancos. En resumen, y seg¨²n el sentir pesimista de los viejos pescadores, el Museo del Pescador acabar¨¢ por convertirse en un museo etnogr¨¢fico que recordar¨¢ un oficio que ha caracterizado a los habitantes de la costa vasca durante siglos.
LO QUE HAY QUE VER
"Mira a Bermeo cubierto de maleza/ cabeza de Vizcaya y sobre el puerto/ los anchos muros del solar de Ercilla/ solar antes fundado que la villa". Estos versos de La Araucana de Alonso de Ercilla recuerdan no s¨®lo sus or¨ªgenes sino la importancia que tuvo esta torre en la vida de la villa vizca¨ªna. Est¨¢n recogidos en el apartado dedicado a este prohombre de origen bermeano que particip¨® en la conquista de Chile.A la historia de la torre y de su hijo m¨¢s famoso est¨¢ reservada parte de la segunda planta, que se completa con los apartados dedicados a los instrumentos de navegaci¨®n y a la construcci¨®n naval. Pero quiz¨¢s lo m¨¢s interesante de esta planta para el lector de aquellos relatos de Melville o London sea la reproducci¨®n de un camarote de un vapor bacaladero de principios del XX con un capit¨¢n enfrascado en la consulta de mapas.
Eran tiempos m¨¢s duros en los que (a pesar de que se utilizaban artes de pesca similares a las de hoy d¨ªa) la b¨²squeda de los bancos de pesca no contaba con los precisos instrumentos de la actualidad. Esas artes est¨¢n cuidadosamente explicadas en la planta primera con maquetas que muestran c¨®mo son las redes de arrastre o las de cerco y, tambi¨¦n, las distintas artes de deriva.
Y ya en la planta baja habr¨ªa que destacar, por su colorido, la colecci¨®n de latas de conserva, muestra de una pujante industria en donde han acabado y acaban buena parte de las capturas que realizan los pesqueros vascos.
No hay que olvidar que el museo organiza varias exposiciones temporales durante el a?o, alguna de ellas en colaboraci¨®n con el Museo Naval de San Sebasti¨¢n. Se ubican en el ¨¢tico del edificio, y en la actualidad se puede disfrutar con la dedicada a la fauna y flora submarina de la costa cant¨¢brica.
DATOS PR?CTICOS
Direcci¨®n: Torre de Ercilla, Torrenteroko enparantza, 1. Bermeo. Tel¨¦fono: 94 6881171.
Horario: de martes a s¨¢bado, de 10.00 a 13.30 y de 16.00 a 19.30.
Domingos, de 10.00 a 13.30. Lunes y festivos, cerrado.
Entrada: gratuita.
Fecha de inauguraci¨®n: 18 de agosto de 1948, despu¨¦s de que, un a?o antes, la Diputaci¨®n vizca¨ªna hubiera comprado este edificio hist¨®rico.
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