Yo acuso EMILIO LAMO DE ESPINOSA
"Yo acuso a Aznar de hacer una pol¨ªtica err¨¢tica con los nacionalistas. Cargada de t¨®picos del pasado cuando fueron oposici¨®n y generosa hasta la exageraci¨®n y el agravio cuando aseguraron su gobernabilidad en base a sus apoyos". Con esta rotundidad se expresaba Almunia el viernes pasado en la Fundaci¨®n Ortega y Gasset en un discurso titulado Un impulso federal al Estado auton¨®mico al que quiso dar especial trascendencia. La acusaci¨®n es dura, pero no exenta de argumentos.Si el Gobierno de Aznar ha sabido manejar con mano segura no pocas cuestiones, entre ellas no figura la pol¨ªtica auton¨®mica. Tanto el PNV como CiU, sus dos aliados, han rechazado sus respectivos estatutos de autonom¨ªa, se han aliado entre s¨ª para pedir la reforma de la Constituci¨®n, y los primeros han iniciado el camino hacia la autodeterminaci¨®n. Las elecciones de 1996 obligaron al PP a dar un brusco giro a su programa para conseguir el apoyo de CiU y el PNV, pero desde una posici¨®n negociadora d¨¦bil y sin desarrollar modelo alguno. Hoy regresan de nuevo por sus fueros, como si fueran los defensores ¨²nicos de la Constituci¨®n. El mismo ?lvarez Cascos hac¨ªa mea culpa sobre el pacto con el PNV, donde acordaron lo accesorio, pero aparcaron lo sustancial; no se puede demonizar hoy al aliado de ayer (?o es al contrario?). Y ¨¦ste no es otro problema m¨¢s: es el principal problema de cualquier Gobierno que acceda a La Moncloa, de modo que juzgar el acierto/fracaso de la pol¨ªtica auton¨®mica es entrar en el sancta sanctorum de la pol¨ªtica espa?ola en este fin de siglo.
El impulso federal al Estado auton¨®mico que Almunia propone parte de la constataci¨®n del ¨¦xito conseguido en la descentralizaci¨®n administrativa, pero tambi¨¦n del ¨¦xito (virtual, si se me permite) en la articulaci¨®n pol¨ªtica del nacionalismo. "Nunca tuvo el Pa¨ªs Vasco un modelo de autogobierno tan avanzado y complejo", declara Almunia, quien pod¨ªa haber citado al mismo Arzalluz ("hoy no existe en Europa una autonom¨ªa del nivel del Estatuto de Gernika", dec¨ªa en 1985). Pero el modelo requiere una revisi¨®n, y la revisi¨®n recuperar el consenso entre los partidos nacionales que se rompi¨® al acordar el PP y CiU un modelo de financiaci¨®n lesivo para las comunidades socialistas que ha resultado un fracaso. Recuperar el consenso significa, adem¨¢s, recuperar la iniciativa, dejar de ir a remolque de las ofertas, cada vez m¨¢s aventureras, de los nacionalismos, rompiendo la din¨¢mica de intercambio de autogobierno por gobernabilidad de Espa?a iniciada en 1993.
A partir de ese marco, la propuesta se articula en cinco l¨ªneas parcialmente conocidas: la transformaci¨®n del Senado en C¨¢mara territorial; la negociaci¨®n de un nuevo modelo de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas a trav¨¦s de una cesta de impuestos; un compromiso para estabilizar -no cerrar- el modelo, reconociendo hechos diferenciales; una mejora de la cooperaci¨®n entre las CCAA y el Gobierno formalizando las conferencias sectoriales e incorporando una Conferencia de Presidentes; la incorporaci¨®n de las CCAA a la UE y a la actividad exterior; y, por supuesto, un fuerte impulso al poder municipal.
Debo decir que no me excita nada el vocablo "federal", que, si pudo tener sentido hace veinte a?os, e incluso puede otorgar cierta iniciativa -quiz¨¢s el mejor argumento del discurso de Almunia-, no deja de ser confuso -y levanta recelos- al sugerir una eventual reforma constitucional que el propio Almunia rechaza: "El Estado de las Autonom¨ªas definido en la Constituci¨®n es el marco... No lo quiero cambiar y no admito su reforma sustancial". De modo que impulso al Estado auton¨®mico, s¨ª; pero impulso "federal", no se sabe qu¨¦ a?ade sino lanzar una nube de humo sobre lo que Almunia silenci¨®: no habl¨® de federalismo asim¨¦trico, no concret¨® el hecho diferencial e hizo pocas y escasas menciones al uso de las "otras lenguas espa?olas". A diferencia del PP, el PSOE articula en su seno tambi¨¦n la tensi¨®n centro-periferia, y la distancia entre Maragall y Rodr¨ªguez Ibarra sigue abierta. Hay problemas cuya ¨²nica soluci¨®n es aprender a convivir con ellos. La propuesta de Almunia camina, sospecho, en esta direcci¨®n pragm¨¢tica: gestionemos el conflicto para que el conflicto no nos lo gestionen otros.
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