Soldadito ?espa?ol? MIGUEL ?NGEL AGUILAR
Dec¨ªa el programa del Partido Popular para las elecciones del 3 de marzo de 1996 que las Fuerzas Armadas deben otorgar al Estado capacidad disuasoria y, llegado el caso, la posibilidad de defenderse frente a una agresi¨®n. A continuaci¨®n a?ad¨ªa que las Fuerzas Armadas que Espa?a necesita deben ser m¨¢s flexibles, polivalentes, m¨®viles, operativas y eficaces.Semejante afirmaci¨®n se queda en el terreno de las buenas intenciones y hubiera podido ahorrarse porque carece de cualquier perfil diferenciador, habida cuenta de que falta el enunciado de los medios que se propugnan para su logro. Resulta, en efecto, inimaginable cualquier propuesta en sentido contrario. Es decir, que de ning¨²n partido pol¨ªtico concurrente a unas elecciones generales puede esperarse la propuesta de unas Fuerzas menos flexibles, menos polivalentes, menos m¨®viles o menos eficaces.
As¨ª las cosas, para satisfacer al grupo de Converg¨¨ncia i Uni¨®, en cuyo programa electoral figuraba la supresi¨®n del servicio militar obligatorio, los negociadores del PP la adoptaron como uno de los objetivos de la legislatura incluido en la oferta del discurso de investidura del presidente Aznar. Fueron 14 d¨ªas de conversaciones presididas por Rodrigo Rato y Joaqu¨ªn Molins, aunque la cuesti¨®n del servicio militar recibi¨® escasa consideraci¨®n.
Entonces, de manera sobrevenida, como la objeci¨®n de conciencia en algunos alistados, sobrevino la supresi¨®n del servicio militar. En otros pa¨ªses esta cuesti¨®n ha sido debatida por todo lo alto y analizada en detalle respecto a sus consecuencias pero aqu¨ª ahorramos tiempo y esfuerzos mentales, bast¨® el ejemplar acuerdo Rato-Molins.
Cierto que el art¨ªculo 30 de la Constituci¨®n dice que "los espa?oles tienen el derecho y el deber de defender a Espa?a", que "la ley fijar¨¢ las obligaciones militares de los espa?oles y regular¨¢, con las debidas garant¨ªas, la objeci¨®n de conciencia, as¨ª como las dem¨¢s causas de exenci¨®n del servicio militar obligatorio, pudiendo imponer, en su caso, una prestaci¨®n social sustitutoria" y que "podr¨¢ establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de inter¨¦s general".
Pero una lectura adecuada y flexible del referido art¨ªculo ha permitido abolir el servicio militar obligatorio sin crear problemas de constitucionalidad y por el procedimiento sumar¨ªsimo que tantas veces nos ha caracterizado gan¨¢ndonos admiraciones sin cuento.
En caso de duda se recomienda la lectura del libro Ciudadano y soldado, de David Blanquer, quien se ocupa en particular de examinar el estatuto fundamental del soldado de reemplazo desde la perspectiva del r¨¦gimen de derechos y libertades p¨²blicas de los dem¨¢s servidores p¨²blicos, a cuyas deficiencias ignoradas en los programas de los partidos deber¨ªa atenderse sin dilaci¨®n. Tambi¨¦n trata Blanquer de la incorporaci¨®n como militares de empleo de extranjeros a las Fuerzas Especiales, que contin¨²a abierta a¨²n en tiempo de paz.
A esa posibilidad pareci¨® referirse el titular de Defensa acuciado por la escasez de vocaciones propias. Porque adem¨¢s por esa senda los alistados podr¨ªan obtener la nacionalidad espa?ola, como suced¨ªa en la Legi¨®n despu¨¦s de dos a?os de intachable conducta. ?Volver¨¢ la Guardia Mora?
Reconozcamos a Eduardo Serra sus esfuerzos para hacer atractivas las convocatorias de soldados y marineros profesionales pero las condiciones de vida en las unidades se consideran duras y las remuneraciones ofrecidas escasas en un momento en que desciende el desempleo.
De ah¨ª que cada vez m¨¢s se rebajen todas las condiciones m¨ªnimas, incluidas las del cociente intelectual que se reduce de 90 a 70, donde se encuentra el l¨ªmite de la normalidad. Pues bien, a estos soldados bajo m¨ªnimos vamos a confiarles las armas para nuestra defensa, de la que todos est¨¢n encantados de desertar, una vez que el acuerdo Rato-Molins abri¨® la veda en la primavera del 96. ?Bravo!.
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