El pupitre en la habitaci¨®n y los padres por maestros
Viernes por la ma?ana. Si Celia, de 10 a?os, y Lucas, de 11, fueran como la mayor¨ªa de los chavales de su edad estar¨ªan frente a una pizarra estudiando, por ejemplo, las capitales europeas. Pero est¨¢n tumbados en la cama enfrascados en la lectura de un tebeo. No est¨¢n enfermos. Es un d¨ªa cualquiera, con id¨¦ntica rutina a la que siguen desde hace dos a?os cuando sus padres decidieron sacarles del colegio y tomar unas riendas que normalmente lleva la administraci¨®n: las de educar a los hijos. "La ni?a empez¨® a tener problemas serios de conducta, dej¨® de hablar y se volvi¨® pr¨¢cticamente autista", recuerda Blanca en una habitaci¨®n de su casa, situada en un municipio serrano.La habitaci¨®n est¨¢ repleta de partituras de m¨²sica y de cartillas para que Lucas y Celia recuperen la buena caligraf¨ªa. Su hijo padeci¨® una trayectoria similar. "Ten¨ªa problemas de socializaci¨®n y se volvi¨® un mentiroso compulsivo". Fue entonces cuando "con muchas dudas" decidi¨® desescolarizarlos y ejercer junto a su marido las veces de maestros.
El horario que Adri¨¢n y Blanca - ¨¦l profesor de m¨²sica y ella gerente en una academia de m¨²sica- aplican a sus hijos no es r¨ªgido. "Normalmente dedicamos cuatro d¨ªas a la semana por las ma?anas, pero aprovechamos cualquier momento para ense?arles cosas, como cuando viajamos". El curr¨ªculo escolar: caligraf¨ªa, matem¨¢ticas, f¨ªsica -ayudados muchas veces de juegos de ordenador-, ingl¨¦s y, sobre todo, mucha m¨²sica, "pero sin forzar las cosas". En ocasiones se han visto obligados a echar mano de profesores particulares como el de clarinete para Lucas y el de violonchelo para Celia. O recientemente, de golf, porque su hijo ha decidido que quiere ser golfista.
El de Lucas y Celia no es un caso ¨²nico, pertenecen a "Crecer sin escuela", un movimiento que agrupa a unas 50 familias en toda Espa?a y que aboga por la no escolarizaci¨®n "consciente", algo que diferencian claramente de uno de los grandes males de la educaci¨®n: el absentismo. "Lo nuestro es justamente lo contrario al abandono, nosotros no les llevamos al colegio porque nos preocupamos mucho por ellos", dice Blanca. Y Peter Szil -la persona que comenz¨® a organizar en 1994 a los padres de hijos no escolarizados- se muestra de acuerdo. Su cr¨ªtica al sistema escolar: "El colegio se preocupa m¨¢s de impartir conocimientos que de educar".
El principal inconveniente que ven los expertos en este movimiento son los hipot¨¦ticos problemas que pueden sufrir los ni?os en el trato con otros chavales. "Por muy marchosos que seamos y por mucho que queramos adecuarnos a su mentalidad existe una barrera y la socializaci¨®n entre iguales es imprescindible", comenta Eugenio Gonz¨¢lez, profesor de psicolog¨ªa evolutiva y de la educaci¨®n en la Complutense. Y a?ade: "Engendrar y parir unos hijos no presupone que los padres tengan la capacidad de educarlos", comenta.
Pero Szil es tajante al respecto. "Decir que para socializarse hay que ir a la escuela es como decir que hay que ir a la mili para hacerse un hombre". Y los hijos de Blanca no son, desde luego, nada raros . "Son m¨¢s sociables que el resto de los ni?os. Desconf¨ªan menos, son menos competitivos y son capaces de mantener una conversaci¨®n con cualquier persona de cualquier edad", dice. "Creo que la gente deber¨ªa plantearse m¨¢s en serio el tema de que el papa¨ªto Estado nos solucione la educaci¨®n de los hijos".
A¨²n asi, sabe que en el futuro tendr¨¢ que afrontar otro problema: la falta de un t¨ªtulo oficial que les abra la puertas de la universidad. "De hecho son analfabetos porque por mucho que sepan se le va a exigir el libro de escolaridad para cualquier cosa", dice Gonz¨¢lez. Blanca prefiere no plantearse de momento esta cuesti¨®n aunque no descarta volver a escolarizarlos. "Es mejor no anticiparse demasiado a los acontecimientos. Lo que quiero es que sean felices, creativos y curiosos", asegura y menciona EE UU, donde hay j¨®venes que no tienen contacto con el sistema educativo hasta la universidad.
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