La ins¨®lita falta de deportividad en el f¨²tbol ingl¨¦s fuerza un debate en el Parlamento
El problema de los hooligans ha sido tema de debate esta semana en el Parlamento brit¨¢nico. No los hooligans en las gradas, sino los que est¨¢n en el campo: los jugadores. Un parlamentario ingl¨¦s se lamentaba el martes en la C¨¢mara de los Comunes de lo que llamaba la "tendencia creciente" de los jugadores a "agredir a los colegiados y, en general, a quitar valor al esp¨ªritu de la deportividad". El Parlamento quiere que la federaci¨®n sea m¨¢s estricta y reste puntos a clubes con jugadores infractores en serie y penalice a otros con 10 minutos de castigo fuera del campo
Siempre ha habido un alto grado de competividad, por decirlo as¨ª, en la Premier League inglesa, como en las dem¨¢s grandes Ligas europeas. Pero parece que algo nuevo ha ocurrido desde que comenz¨® el milenio. Un efecto 2000 futbolero que parece haber da?ado el disco duro -muy duro- que llevan ciertos jugadores ingleses en la cabeza.Y especialmente en los ¨²ltimos d¨ªas. El f¨²tbol ingl¨¦s acaba de padecer lo que una agencia de noticias londinense denominaba ayer "la semana de la verg¨¹enza".
Empez¨® el s¨¢bado durante el partido Leeds-Tottenham cuando una entrada con ambos pies de Lee Bowyer, centrocampista del Leeds, casi decapita a un defensa rival. Los jugadores del Tottenham no contuvieron su rabia y se desat¨® una batalla campal de las que estamos acostumbrados a ver fuera de los estadios cuando los hinchas ingleses viajan al extranjero. El ¨¢rbitro reparti¨® ocho tarjetas amarillas a lo largo del partido pero, incre¨ªblemente, Bowyer no vio la roja.
Esa misma jornada, justo despu¨¦s del partido Chelsea-Wimbledon, hubo un efrentamiento violento entre doce jugadores en el t¨²nel del estadio, en la que, se ha comentado, el entrenador del Chelsea, Gianluca Vialli, acab¨® tirado en el suelo.
El lunes, la federaci¨®n inglesa anunci¨® que procesar¨ªa por "mala conducta" al Leeds, Tottenham, Chelsea y Wimbledon, con la posible consecuencia de que se les imponga multas a los clubes o, peor, que se les deduzca puntos en la Liga.
"La semana de la verg¨¹enza" parece haber acabado, pero todav¨ªa queda tiempo para m¨¢s, con las desventuras de los jugadores del Leicester City, cuyo comportamiento en un hotel de La Manga, donde hab¨ªan ido a entrenarse, no hubiera causado ninguna sopresa si se hubiera tratado de j¨®venes turistas ingleses de vacaciones en Ibiza.
A todo esto se suman dos incidentes m¨¢s. El menos grave, aunque caus¨® un gran revuelo en la prensa inglesa, ocurri¨® hace dos semanas durante un partido entre el Manchester United y Middlesbrough. El ¨¢rbitro se?al¨® un penalti a favor del Middlesbrough y media docena de jugadores del Manchester casi lo linchan. Roy Keane, el capit¨¢n (y ex boxeador) del Manchester, estaba tan enfurecido que parec¨ªa estar a un paso de matar al pobre colegiado.
El otro incidente ocurri¨® el mes pasado. Los hechos no se conocen todav¨ªa en su totalidad, pero si lo que la polic¨ªa dice es verdad dos jugadores del Leeds podr¨ªan acabar en la c¨¢rcel. De acuerdo a lo que ha dicho la polic¨ªa, Jonathon Woodgate, un central joven que ya ha jugado con la selecci¨®n inglesa, y (otra vez) Lee Bowyer, formaron parte de un grupo de cinco j¨®venes que agredieron a un joven de origen hind¨² en los aleda?os de un club nocturno. Los cinco persiguieron corriendo al hind¨² que se cay¨® y, una vez ca¨ªdo, lo patearon. Y lo patearon. Y lo patearon. La agresi¨®n, que la polic¨ªa clasific¨® de racista, dej¨® a la v¨ªctima con tres costillas rotas, la nariz rota y una pierna rota. Los dos jugadores y sus cinco amigos comparecer¨¢n ante un tribunal el mes que viene.
Lo curioso es que el racismo no es un problema entre los hinchas ingleses de la manera que parece serlo entre los italianos. Lo fue, pero en general se ha erradicado de las tribunas. En gran parte por el simple hecho de que no existe ning¨²n equipo de la Premier League que no cuente con por lo menos un negro entre sus jugadores estrellas.
M¨¢s curioso todav¨ªa resulta el hecho de que en los ¨²ltimos a?os el fen¨®meno de los hooligans se ha ido desvaneciendo. Hace 10 a?os, a un padre responsable le hubiera resultado impensable llevar a su hijo de seis a?os al estadio. Ahora van familias enteras.
Los jugadores no les est¨¢n dando un buen ejemplo. La federaci¨®n inglesa, presionada no s¨®lo por los medios sino por el propio Parlamento, est¨¢ estudiando nuevas propuestas para combatir esta nueva plaga que azota al f¨²tbol. Entre ellas, est¨¢ la idea de restar puntos, de manera sistematica a clubes cuyos jugadores resultan ser infractores en serie. Otra consiste en penalizar a jugadores con diez minutos de castigo fuera del campo.
Si como consecuencia de tales sugerencias, y otras que todav¨ªa no se conocen, se logra reducir la indisciplina de los jugadores, podr¨ªa ser que el efecto 2000 que aflige a los campos de f¨²tbol ingleses traiga resultados positivos, no s¨®lo en el pa¨ªs donde el f¨²tbol se invent¨® sino, a la larga, en el resto del mundo.
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