El Gobierno lanza una campa?a para evitar que m¨¢s de 650.000 votos al Senado se anulen por errores

El desbloqueo de las listas al Congreso, para que los ciudadanos puedan alterar el orden de las candidaturas presentadas por los partidos en funci¨®n de sus preferencias, es una de las promesas estrella del programa electoral del PP. Sin embargo, la instauraci¨®n del sistema de listas abiertas al Congreso dif¨ªcilmente podr¨¢ realizarse sin resolver los problemas que presenta en la C¨¢mara donde ya funciona: el Senado. M¨¢s de 650.000 papeletas a senadores -cinco veces m¨¢s que a diputados- se declararon nulas en las ¨²ltimas elecciones. La causa est¨¢ en la complejidad del sistema de votaci¨®n.

El Ministerio del Interior ha convocado un concurso, por valor de 25 millones de pesetas, con el objetivo de "informar a los electores sobre la forma de utilizar la papeleta oficial que en cada provincia se apruebe para elegir a los senadores". La campa?a institucional se realizar¨¢ entre el 4 y el 10 de marzo, v¨ªspera de la jornada de reflexi¨®n, a trav¨¦s de anuncios difundidos por las emisoras de radio y TV p¨²blicas.Esta iniciativa sin precedentes responde a un mandamiento de la C¨¢mara alta que, en su pleno del pasado 30 de noviembre, aprob¨® por asentimiento una moci¨®n en la que instaba al Gobierno a realizar una campa?a explicativa "en la proximidad de la fecha que se se?ale para celebrar las elecciones generales".

Todos los grupos parlamentarios mostraron su preocupaci¨®n por la gran cantidad de votos nulos que se producen en las elecciones al Senado. "Debemos tener la seguridad de que el voto es reflejo fiel de la opini¨®n por la cual se ha decidido el votante, y eso, que deber¨ªa ser normal, parece que se quiebra con cierta continuidad en las elecciones de esta C¨¢mara", afirm¨® el portavoz popular, Jos¨¦ Ruiz Rivero.

En las ¨²ltimas elecciones se declararon nulas el 2,59% de las papeletas al Senado, 652.656 en total. Por el contrario, s¨®lo se anularon el 0,50% de los votos al Congreso, 125.782. La diferencia fue de 526.874, una cifra muy pr¨®xima a los votos que obtuvieron el PNV y Coalici¨®n Canaria juntos, por ejemplo. No se trata, adem¨¢s, de un fen¨®meno coyuntural. En 1993, el n¨²mero de papeletas nulas tambi¨¦n fue m¨¢s de cuatro veces superior en el Senado que en el Congreso.

Papeleta compleja

Ello se debe, seg¨²n concluyeron los senadores, a la complejidad del sistema de votaci¨®n de la C¨¢mara alta. Para elegir a los diputados, basta introducir en el sobre la papeleta de la lista preferida y depositarlo en la urna. En cambio, para el Senado hay una ¨²nica papeleta, con forma de s¨¢bana, en la que figuran todos los candidatos, agrupados por candidaturas. El elector debe marcar con una cruz el recuadro que aparece junto al candidato elegido.

El problema se complica porque el n¨²mero de candidatos que se pueden marcar var¨ªa seg¨²n la circunscripci¨®n de que se trate. En todas las provincias peninsulares, que eligen a un total de cuatro senadores, cada elector puede votar a tres; en Gran Canaria, Tenerife y Mallorca, con tres senadores, cada elector puede votar a dos; en Ceuta y Melilla, con dos senadores, cada elector puede votar a dos; y en Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma, con un senador, cada elector puede votar a uno. Las papeletas son v¨¢lidas si el elector vota menos candidatos de los que puede, pero se anulan si supera el m¨¢ximo previsto.

Si el votante introduce la papeleta sin marcar ninguna cruz, como si se tratara de la del Congreso, se considera voto en blanco. Ello explica por qu¨¦ la cifra de papeletas en blanco al Senado en 1996 fue de 482.601 (1,92% del total), frente a s¨®lo 243.345 (0,97%) al Congreso.

La diferencia de la suma de votos nulos y en blanco entre ambas C¨¢maras fue en las ¨²ltimas elecciones de m¨¢s de 765.000, cuando s¨®lo votaron 17.000 electores m¨¢s al Congreso que al Senado. Si se acepta que en su mayor parte esa diferencia se debi¨® a errores, la distorsi¨®n de la representaci¨®n popular por razones ajenas a la voluntad del elector resulta dif¨ªcilmente aceptable en una democracia consolidada.

"La elecci¨®n de los senadores se lleva a cabo mediante listas abiertas y, puesto que ese sistema es reclamado para otras instituciones, deberemos cuidar de que, en el caso del Senado, sean bien entendidas e interpretadas", advirti¨® el socialista Juan Ar¨¦valo.

Lo cierto es que la pr¨¢ctica de los partidos demuestra que no creen en el sistema de listas abiertas. En la papeleta del Senado, los candidatos se ordenan, dentro de cada candidatura, por orden alfab¨¦tico. Ello no impide que el elector ponga la cruz al candidato que prefiera, independientemente del lugar que ocupe.

Sin embargo, el votante no suele hacer uso de esta potestad. Por eso, los partidos sit¨²an en primer lugar al candidato cuya elecci¨®n quieren asegurar, lo que obliga a que los siguientes tengan un apellido cuya primera letra sea posterior alfab¨¦ticamente. Cuando la cabeza de lista es Esperanza Aguirre, como en la candidatura del PP de Madrid, no hay problema. Cuando el primero es Francisco V¨¢zquez, como en la lista del PSOE por A Coru?a, el asunto se complica.