Farmacias RUTH TOLEDANO
He llegado a la conclusi¨®n de que las farmacias son un interesante indicador de la realidad social.En mi barrio hay una farmacia, la que yo frecuento por proximidad, en la que a un amigo escritor y vecino le han sucedido varias cosas de lo m¨¢s sospechosas. Me cuenta mi amigo que algunas veces, afortunadamente no muy frecuentes, le cuesta conciliar el sue?o, quiz¨¢ debido a su condici¨®n de escritor o a una cierta psicolog¨ªa de naturaleza err¨¢tica. El caso es que, en esas ocasiones en que el insomnio se vuelve doloroso, a mi amigo le alivia, y le duerme, tomarse un Orfidal. Y tambi¨¦n le tranquiliza mucho, aunque por regla general duerma a pierna suelta, saber que le queda Orfidal en casa, del mismo modo que a uno le tranquiliza tener analg¨¦sicos para la jaqueca o leche para el caf¨¦. En fin, una cuesti¨®n de intendencia, de infraestructura dom¨¦stica b¨¢sica. Pues bien, un d¨ªa me amigo pidi¨® Orfidal en esta farmacia del barrio, la de siempre, que regentan tres se?oritas muy pizpiretas. Con un tono pausadamente maternal, estas j¨®venes farmac¨¦uticas reconvinieron a mi amigo, se?al¨¢ndole, como si no lo supiera, que el Orfidal era un somn¨ªfero. Mi amigo defendi¨® muy bien su demanda alegando que precisamente por eso lo ped¨ªa, para poder dormir en caso de necesidad.
En otra ocasi¨®n, mi amigo necesitaba una peque?a ayuda qu¨ªmica, pues se enfrentaba a un c¨²mulo de trabajo para el que ten¨ªa poco tiempo y, muy responsablemente, aspiraba a rendir al m¨¢ximo. Para ello, se dirigi¨® a la farmacia de siempre y solicit¨® una caja de Katovit, suave estimulante que, entre otros, toman los ancianos para dar su pase¨ªllo vespertino con un pel¨ªn m¨¢s de br¨ªo. Pues bien, las pizpiretas, con una paciencia tir¨¢nica, sonriente y monjil, advirtieron a mi amigo, por si no lo sab¨ªa, de que la f¨®rmula del Katovit incluye una peque?a dosis de anfetamina. Nuevamente, mi amigo defendi¨® muy bien su demanda alegando que precisamente por eso lo ped¨ªa.
Mi amigo estaba empezando a hartarse de estas j¨®venes y pizpiretas farmac¨¦uticas, que parec¨ªan sacadas de la Secci¨®n Femenina, pero como la farmacia en cuesti¨®n est¨¢ al lado de casa y a uno, sobre todo si tiene una psicolog¨ªa de naturaleza err¨¢tica, se le olvidan los agravios, reincidi¨® otra ma?ana en su incursi¨®n a esta suerte de Madrid profundo y galdosiano que personifica este tr¨ªo de batita blanca. Entre otros productos inocuos, mi amigo pidi¨® una bolsa de compresas para su chica. Como es l¨®gico, mi amigo escritor pidi¨® las compresas para su chica con toda naturalidad, la misma naturalidad con la que, se supone, su chica tiene la regla. Pues bien, a la hora de llevarse los productos farmac¨¦uticos que hab¨ªa comprado, una de las pizpiretas le mir¨® con cierta picaruela complicidad (?!) y musit¨®: "Espera, que te pongo esto (se refer¨ªa a las compresas) en una bolsita opaquita, que no se ve lo que llevas y es m¨¢s discretito
Cuando mi amigo me contaba su experiencia en la farmacia, yo me iba dando cuenta de cu¨¢ntas conclusiones se pueden extraer de semejante tr¨ªo, muy representativo de la profesi¨®n. En primer lugar, el hecho de que el sufrimiento f¨ªsico est¨¦ aceptado y se comprenda que uno debe preservarse de ¨¦l en la medida de sus posibilidades, pero que no suceda lo mismo con el sufrimiento mental. Entiendo que mi amigo quiera tener Orfidal en casa para cuando no pueda dormir, del mismo modo que a m¨ª me resulta imprescindible tener Neobruf¨¦n para cuando me duelen los ovarios. Es m¨¢s: tengo que tener Neobruf¨¦n por si me duelen los ovarios. En cuanto a esa mentalidad que sigue defendiendo que el uso de estimulantes qu¨ªmicos es reprobable, poco puedo decir mientras revuelvo el az¨²car de mi sexto caf¨¦ del d¨ªa y me enciendo un cigarrillo, excepto a?adir que una noche vi a una de las pizpiretas ri¨¦ndose mucho en un bar de la zona. Estaba tom¨¢ndose una copa con un impoluto rubio que parec¨ªa gustarle bastante. Yo dir¨ªa que estaba piripi.
Pero lo que m¨¢s nos ha repugnado de la experiencia farmace¨²tica de mi amigo, y por lo que nos hemos despedido definitivamente de las de la batita, han sido los diminutivos que usaron con ocasi¨®n de la compra de compresas. Nos dieron mucho asco las conclusiones que sacamos. As¨ª va Espa?a. No digo m¨¢s.
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