Hipocres¨ªa
Los recientes acontecimientos que han tenido lugar en El Ejido han hecho que salga a la luz p¨²blica la existencia de focos de intolerancia en nuestra comunidad. Algunos pol¨ªticos han intentado atenuar la gravedad de los actos de violencia sobre la comunidad musulmana y, as¨ª, aliviar su responsabilidad. La referencia a su car¨¢cter aislado o el desconocimiento del problema - como cuando el ministro Abel Matutes dice que "el inmigrante ilegal, en la medida en que no est¨¢ legalizado, no existe para el Gobierno"-, son algunos ejemplos.Sin embargo, ni el car¨¢cter localista del problema, ni su atribuci¨®n a un grupo, que no al pueblo, de energ¨²menos, ni las razones socioecon¨®micas pueden mitigar la gravedad de la violencia y menos cuando es racista, pues si se tolera, su extensi¨®n est¨¢ asegurada.
Todos sabemos que el mar de invernaderos de las tierras almerienses est¨¢ lleno de trabajadores sin papeles que han sobrevivido al Estrecho. Una actuaci¨®n decidida de la Inspecci¨®n de Trabajo, de las fuerzas de seguridad y de la Fiscal¨ªa almeriense, acusando a los que utilizan este tr¨¢fico de mano de obra en uni¨®n de actuaciones sociales y pol¨ªticas, hubieran impedido que la convivencia naciera viciada.
Comportamientos de ceguera, de silencio, como el del alcalde de El Ejido y la palabrer¨ªa de Javier Arzallus, mudo con la violencia racista que soportan en su comunidad los no nacionalistas, y hablador de la violencia del Sur, ?como si le importaran andaluces y musulmanes!, son los que pueden hacer da?o a nuestra tierra, donde respeto y la tolerancia conviven con el olivo, sin que origen, raza o lengua sean motivo de conversaci¨®n o de un programa pol¨ªtico.
Es posible que si el problema de la inmigraci¨®n se hubiera cuidado y se cuidara por parte del alcalde de El Ejido con la misma energ¨ªa con que el ministro Matutes viene cuidando la salud de Pinochet, la integraci¨®n de los inmigrantes en la zona podr¨ªa haber sido un hecho que hubiera impedido la actuaci¨®n de unos salvajes y que su conducta se atribuyera a un pueblo. En sus manos est¨¢ dar respuesta, y casas, a un problema que nunca debi¨® ignorar.
EUGENIO SU?REZ PALOMARES
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