Huyendo del desierto
, Convocado por la ONU, hace justamente cuatro a?os, en febrero de 1996, se celebr¨® en Roquetas de Mar (Almer¨ªa) un Simposio Internacional sobre Desertificaci¨®n y Migraciones. En el encuentro, especialistas de varias instituciones alertaron sobre las consecuencias que el avance del desierto, y el consiguiente deterioro de los recursos naturales en un buen n¨²mero de pa¨ªses del Tercer Mundo, podr¨ªa originar en las zonas m¨¢s desarrolladas del planeta, fen¨®meno que ya era palpable en algunos enclaves.Tal y como expuso Franklin Cardy, uno de los responsables del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, "desde mediados de los a?os ochenta se maneja el t¨¦rmino refugiado medioambiental para referirse a aquellas personas que se ven forzadas a emigrar cuando las tierras en las que habitan sufren graves alteraciones ambientales que amenazan su propia existencia". Este tipo de refugiados sumaban, en 1988, m¨¢s de diez millones en todo el mundo y, seg¨²n las estimaciones de la ONU, a mediados del siglo XXI ser¨¢n unos 150 millones.
Cuando se celebr¨® este simposio, la desertificaci¨®n afectaba a unos 850 millones de personas en todo el mundo, y hoy esta cifra se ha incrementado hasta los 1.200 millones. Todos los an¨¢lisis coincid¨ªan en se?alar que el ¨¦xodo africano hacia Europa, utilizando Andaluc¨ªa como una de las puertas de entrada, no iba a dejar de crecer, originando tensiones en las zonas de acogida. "La poblaci¨®n que va a emigrar a Andaluc¨ªa ha nacido ya y est¨¢ en malas condiciones. El proceso no podr¨¢ detenerse en un corto plazo de tiempo, a¨²n contando con la existencia de convenios y programas de cooperaci¨®n internacional", predijo Mar¨ªa Enriqueta Cozar, del Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad de Granada.
La inmigraci¨®n africana que desde hace algunos a?os se dirige a Almer¨ªa huye del desierto, de la pobreza, de tierras esquilmadas e improductivas. Parad¨®jicamente, se establece en unas comarcas amenazadas igualmente por la desertificaci¨®n y el agotamiento de los recursos naturales, como el Campo de Dal¨ªas. En los invernaderos del poniente almeriense cada nueva hect¨¢rea puesta en cultivo ha originado, seg¨²n datos de la Consejer¨ªa de Agricultura, un aumento de poblaci¨®n equivalente a cuatro personas, generando, al mismo tiempo, 0,7 y 1,6 empleos directos y totales, respectivamente.
Pero, al mismo tiempo, estas pr¨¢cticas agr¨ªcolas est¨¢n provocando graves problemas ambientales que, a medio plazo, podr¨ªan desembocar en un colapso de todo el sistema productivo. Las m¨¢s de 20.000 hect¨¢reas de invernaderos que se levantan en esta comarca, unidas a los consumos urbanos, hacen que de los acu¨ªferos de la zona deban extraerse todos los a?os unos 175 hect¨®metros c¨²bicos de agua, cuando la disponibilidad de estos recursos subterr¨¢neos no supera los 100 hect¨®metros c¨²bicos/a?o. "Esta situaci¨®n, que se prolonga desde hace unos 15 a?os", explica Joan Corominas, Jefe del Servicio de Infraestructuras Agrarias de la Consejer¨ªa de Agricultura, "ha producido importantes intrusiones salinas en los acu¨ªferos, con p¨¦rdidas de la calidad del agua, lo cual pone en peligro la continuidad de este modelo, extraordinariamente productivo, de agricultura".
Comentarios y sugerencias a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
Lecciones hist¨®ricas
El trasfondo ambiental de los conflictos sociales que se viven en algunos municipios del Campo de Dal¨ªas no es un elemento de reciente aparici¨®n, y ni siquiera est¨¢ ligado al espectacular crecimiento de la agricultura bajo pl¨¢stico, sistema pr¨¢cticamente in¨¦dito hasta comienzos de los setenta.Aunque escasa, el agua, elemento vital en el desarrollo de esta comarca, se administr¨® sin mayores problemas hasta la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, cuando obras como las de Fuente Nueva o el Canal de San Fernando, adem¨¢s de los numerosos pozos que se abrieron entre 1920 y 1940, permitieron aumentar la superficie en regad¨ªo de lo que hoy es El Ejido, aparecen las primeras tensiones. El historiador Pedro Ponce se?ala: "Ya entonces se detecta la existencia de lo que podemos denominar caciquismo hidra¨²lico por parte de los due?os del agua, buena parte de la cual estaba en manos de oligarcas locales, residentes mayoritariamente en Dal¨ªas, pero tambi¨¦n for¨¢neos".
Tambi¨¦n se suele olvidar que antes de convertirse en la tierra prometida para miles de inmigrantes, Almer¨ªa fue tambi¨¦n una provincia condenada a buscar el sustento fuera de sus fronteras. Como explica Mar¨ªa Enriqueta Cozar, el exilio almeriense tuvo como primer punto de destino la colonia francesa de Argelia, "aunque m¨¢s tarde se dirigi¨® a Am¨¦rica, y prioritariamente a Argentina y, finalmente, se orient¨® hacia los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de Europa, como Alemania, Francia o Suiza".
Durante el siglo XX se calcula que salieron de Almer¨ªa unas 400.000 personas, lo que mantuvo pr¨¢cticamente invariable la poblaci¨®n de la provincia durante todos estos a?os. No fu¨¦ hasta mediados de los ochenta cuando esta tendencia se invirti¨®.
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