?Qui¨¦n duda de Putin? ANDR?S ORTEGA
A estas alturas, pocos son los que dudan de que Vlad¨ªmir Putin vaya a ganar las pr¨®ximas elecciones presidenciales en Rusia, el 26 de marzo. Tiene todos los elementos a su favor, con un poder que le permite asegurarse de antemano la victoria en una democracia no demasiado limpia. Primakov se ha retirado de la contienda. Putin y los poderes que representa ya dieron su golpe de Estado, cuyos ¨²ltimos estadios fueron la guerra de Chechenia y la dimisi¨®n de Yeltsin. S¨®lo le queda ratificarse en las urnas.De momento, est¨¢ intentado recuperar el control sobre los militares, y, con elementos que apuntan a un futuro r¨¦gimen autoritario, su objetivo central ser¨¢ recomponer el pa¨ªs, su econom¨ªa y su geograf¨ªa. Occidente -en esto prima la Realpolitik- apuesta claramente por que ¨¦ste va ser el interlocutor en Mosc¨² en los pr¨®ximos a?os. No resultar¨¢ c¨®modo; s¨ª fiable.
Clinton, parafraseando lo que Margaret Thatcher dijera en su d¨ªa de Gorbachov, ha afirmado que Putin es una persona con la que se puede negociar y entenderse. La visita el pasado mi¨¦rcoles a Mosc¨² del Secretario General de la OTAN, George Robertson, as¨ª lo demuestra. Todo ha quedado listo para renaudar, tras la crisis de Kosovo, unas relaciones plenas entre la OTAN y Rusia, recuperando la letra y el esp¨ªritu del Acta Fundacional sobre Relaciones Mutuas suscrita en Par¨ªs en mayo de 1997, verdadero hito que oficializ¨® el fin de la guerra fr¨ªa en la que afirmaban que "no se consideran como adversarios".
El hielo se ha roto. Porque le conviene a ambos. La herida abierta en el coraz¨®n y en los intereses rusos por la guerra de Kosovo se ha cerrado, a lo que, sin duda, ha contribuido que Occidente optara por mirar hacia otra parte ante los m¨¦todos utilizados por los rusos en Chechenia. Es decir, que fijara l¨ªmites a su nueva injerencia e intervencionismo. Con estos l¨ªmites en la cabeza, Putin ha comenzado a intentar recuperar la primac¨ªa rusa no s¨®lo sobre Chechenia -asunto interno de la Federaci¨®n- sino sobre antiguos territorios sovi¨¦ticos, a trav¨¦s de una CEI (Comunidad de Estados Independientes) revitalizada. Ambas ambiciones est¨¢n ligadas. Pues, por ejemplo, intentar acabar la guerra de Chechenia requiere cerrar la frontera de Georgia, donde, por cierto, EEUU ha estado m¨¢s presente en los ¨²ltimos a?os.
Puede que Estados Unidos (o la OTAN) y Rusia no vuelvan a convertirse en enemigos o adversarios. Pero en competidores, seguro. Est¨¢ por ver c¨®mo acaba el nuevo Gran Juego por la influencia y el control en la zona del C¨¢ucaso, con yacimientos petroleros de cierta importancia. S¨ªganse las rutas de los oleoductos en funcionamiento o planeados, y se tendr¨¢ un buen esquema de por qu¨¦ algunas cosas ocurren u ocurrir¨¢n. La competencia puede ser incluso m¨¢s amplia, respecto a otros puntos calientes fuera de la antigua URSS. Si en la nueva etapa que se abre, Putin quiere establecer v¨ªas de cooperaci¨®n econ¨®mica con Occidente, contrariamente a Yelstin, no quiere hacerlo a costa de condicionar en lo que considere central para reconstruir el poder¨ªo de Rusia.
Y en medio de esto est¨¢ la UE, que lanza mensajes polif¨®nicos que no acaban de entenderse. El pasado 10 de febrero, el presidente de la Comisi¨®n Europea, Romano Prodi, pretendi¨® convertir a la Uni¨®n Europea en una alianza militar al afirmar, nada menos, que "cualquier ataque o agresi¨®n contra un Estado miembro de la UE ser¨ªa un ataque o agresi¨®n contra toda la UE", es decir, una par¨¢frasis del art¨ªculo 5 de los tratados de Washington (Alianza Atl¨¢ntica) y de Bruselas (UEO). Sin duda, tiene que acabar siendo as¨ª -aunque la Uni¨®n (s¨ª la OTAN) no tenga los medios para ello-, pues de otro modo la UE perder¨ªa toda credibilidad. Pero, ?lo dijo Prodi de motu propio? En el nuevo juego que empieza con Rusia, la UE podr¨ªa desempe?ar un papel importante, m¨¢s a¨²n cuando se ha convertido en el principal socio comercial de Mosc¨². Pero si se limita a ser la voz de su amo, entonces Putin aprender¨¢ pronto a ignorar pol¨ªticamente a Europa para dirigirse directamente al amo.
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