"El programa de dispensaci¨®n de hero¨ªna es aplicable a cualquier pa¨ªs"
"En cada inyecci¨®n de hero¨ªna hay una tentativa de sobrevivir por parte del toxic¨®mano". As¨ª piensa el psiquiatra espa?ol Miguel Marset (Albacete, 1960), responsable del programa de dispensaci¨®n de hero¨ªna bajo control m¨¦dico a los drogadictos irrecuperables de Ginebra e impulsor del mismo en Suiza. Este programa se ha convertido en una referencia a nivel mundial y en ¨¦l se ha fijado la Junta de Andaluc¨ªa para realizar un ensayo cient¨ªfico. Seg¨²n Marset, la experiencia del pa¨ªs helv¨¦tico es aplicable a cualquier lugar. "En Espa?a hay medios y personal cient¨ªfico como para ensayar con garant¨ªas". Marset plante¨® las ventajas de esta iniciativa en una conferencia celebrada en Vitoria el viernes pasado en el marco de unas jornadas sobre tratamientos ambulatorios de drogodependencias. Pregunta. Su proyecto ha demostrado que mejora la calidad de vida y la salud de los pacientes, pero para la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) a¨²n no es suficiente. El ¨¦xito no procede de dar la hero¨ªna.
Respuesta. Se trata de un programa muy bien dotado, con mucho personal, que logra resultados porque abarca de una forma integral el aspecto m¨¦dico y psicosocial, con la especificidad de utilizar hero¨ªna entre otras sustancias.
P. Suiza est¨¢ muy bien dotada en servicios asistenciales, ?no complica eso extrapolar la experiencia a otros pa¨ªses con menos recursos?
R. Cada programa terap¨¦utico tiene una l¨®gica sociocultural y pol¨ªtica. El programa de dispensaci¨®n de hero¨ªna puede ser aplicable en cualquier sitio, pero debe ser adaptado a las condiciones sociosanitarias y pol¨ªticas del lugar. Por ejemplo, el programa dise?ado por la Junta de Andaluc¨ªa mejora el de Ginebra en cuanto a la calidad de la investigaci¨®n. No se si desde el punto de vista cl¨ªnico ser¨¢ igual (el personal sanitario del que se va a disponer), pero el dise?o del estudio de investigaci¨®n es mucho mejor que el suizo.
P. ?Y no ser¨ªa mejor agotar los recursos que ya existen, como el programa de metadona?
R. Si una comunidad est¨¢ desarrollando la metadona, que siga adelante a tope. El ¨¦xito suizo radica en escoger la poblaci¨®n diana (los m¨¢s irreductibles). No sabemos lo que puede pasar con otros pacientes con diferente perfil. Nuestros toxic¨®manos llevan veinte a?os drog¨¢ndose y han intentado hasta siete veces desengancharse sin ¨¦xito. Se trata de hacer una selecci¨®n. Lo cierto es que los irreductibles exigen otros tratamientos alternativos a la metadona. La hero¨ªna est¨¢ indicada para aquellos que no se pueden controlar de ninguna manera.
P. Sin embargo, sus pacientes no abandonan la hero¨ªna.
R. Es un objetivo importante, pero no inmediato. Mi experiencia cl¨ªnica es la siguiente: de los 63 pacientes que atiendo, tres son abstinentes y otro 80% est¨¢ en un proyecto de abstinencia. El programa de distribuci¨®n de hero¨ªna va encaminado a que los toxic¨®manos cambien sus h¨¢bitos de comportamiento ligados al consumo de drogas. Una vez que se meten en la din¨¢mica, el toxic¨®mano encuentra sentido a la abstinencia.
P. ?No es necesario dar cada vez m¨¢s hero¨ªna a los toxic¨®manos para satisfacerles, ya que esta droga genera tolerancia?
R. La hero¨ªna tiene un techo. No se sobrepasan dosis de 600 a 700 miligramos porque cantidades mayores s¨®lo producen efectos secundarios y se pierde el efecto placentero que produce la droga. El toxic¨®mano no es idiota. En cada inyecci¨®n de hero¨ªna hay una tentativa por sobrevivir. No quiere estar tirado por el suelo, lo que quiere tener es su momento de placer, y ese instante no se le reprime en el programa. Ese placer no tiene por que significar intoxicaci¨®n. Con hero¨ªna pura, una vez que se alcanza el techo, a menos dosis, m¨¢s efecto placentero. As¨ª, el toxic¨®mano va reduciendo sus dosis. Cuando ve que ha bajado las dosis a la mitad, cree que puede dejar la droga.
P. El Ministerio de Sanidad tiene paralizados dos proyectos para ensayar cient¨ªficamente con la hero¨ªna, los de Andaluc¨ªa y Catalu?a. ?Qu¨¦ recomienda?
R. Prudencia, pero apertura a la investigaci¨®n cl¨ªnica. La investigaci¨®n hay que realizarla con medios y condiciones cient¨ªficas y, adem¨¢s, seguir desarrollando los programas de metadona o de intercambio de jeringuillas. Ante iniciativas tan s¨®lidas y bien argumentadas como las de Catalu?a y Andaluc¨ªa, el Ministerio debe permitir la investigaci¨®n.
P. La Comunidad de Madrid tiene previsto poner en marcha una narcosala pr¨®ximamente. ?Cree que son necesarias estas instalaciones?
R. En Suiza funcionan muy bien desde 1986. Es algo necesario porque a pesar de que el programa de hero¨ªna acoge a los resistentes, todav¨ªa hay drogadictos m¨¢s irreductibles y que se niegan a medicalizar su consumo. Para algunos toxic¨®manos no es f¨¢cil inyectarse al lado de una enfermera. Esa gente est¨¢ en peligro y con una gran potencialidad de transmitir enfermedades. Los centros tienen que estar dotados con especialistas, pero los justos. Hay que dejar a los toxic¨®manos que se acerquen, pero sin que piensen que se trata de cambiarles de h¨¢bitos.
P. ?La sociedad espa?ola est¨¢ preparada para programas como el de la distribuci¨®n de hero¨ªna o las narcosalas?
R. Hace a?os Suiza abri¨® sus plazas para que los toxic¨®manos consumieran a sus anchas. El objetivo era controlar el problema. No s¨®lo no se control¨®, sino que se multiplic¨®. Lo "bueno" es que mostr¨® a la sociedad el infierno que puede ser tener en cada casa un toxic¨®mano. rodujo Produjo un choque emocional tan fuerte, que la sociedad suiza decidi¨® poner narcosalas y el programa de hero¨ªna. A la sociedad espa?ola le hace falta ver lo que sufre el toxic¨®mano y su familia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.