Ibarrola
Supe de la existencia del pintor Ibarrola hace ya muchos a?os, cuando ¨¦l en la c¨¢rcel de Burgos, Jordi Pujol en la de Zaragoza, un servidor en la de Lleida pertenec¨ªamos a la comuni¨®n de condenados por el Tribunal contra la Rebeli¨®n Militar por Equiparaci¨®n, instrumento surrealista creado tras la guerra civil por los rebeldes victoriosos, que tuvo su heredero en el Tribunal de Orden P¨²blico. As¨ª como Pujol s¨®lo era un colega en antifranquismo, es decir, en el asalto a la contradicci¨®n de primer plano, Ibarrola lo era en la procelosa secta de los asaltantes a la contradicci¨®n fundamental y le segu¨ª la pista como v¨ªctima propiciatoria de la represi¨®n en Euzkadi. Cuando no le torturaban o le encarcelaban, en los periodos de libertad vigilada, los incontrolados, cuando no la Guardia Civil a tricornio descubierto, le quemaban la casa. Fue uno de los vascos perseguidos m¨¢s especialmente en un pa¨ªs sa?udamente ocupado.Ibarrola sigui¨® creciendo como pintor. Pas¨® del constructivismo a una ecoest¨¦tica en la que las ra¨ªces de las personas y las cosas ten¨ªan voluntad de ¨¢rbol y, en su defecto, Ibarrola pintaba o modificaba maderas vivas y muertas, bosques y traviesas de trenes tratando de eternizar el reclamo del t¨®tem. Agust¨ªn me prest¨® hospitalidad, conversaci¨®n y su bosque cuando yo estaba escribiendo Gal¨ªndez, y segu¨ªa siendo la democracia con chapela y una tolerancia educada en el rechazo de todas las intolerancias padecidas. Contemplo ahora su casa violada por la barbarie talibana local y a ¨¦l bajo la chapela, con los brazos abiertos, como tratando de abarcar tanto absurdo, un minuto antes de refugiarse en la patria de la Raz¨®n Melanc¨®lica, patria sin pasaporte ni banderas y que merece el derecho a la autodeterminaci¨®n tanto como Euzkadi, esa justa autodeterminaci¨®n que, vaya donde vaya, deber¨¢ guardarse de los que atacan a un representante de la mejor memoria civil. Son los mismos que lanzaron huevos en un acto de homenaje a Gabriel Celaya, que no hab¨ªa escrito en otra lengua que no fuera en la de la libertad. No escribo con la voluntad de ofrecer un espejo para la barbarie. La barbarie no se mira en los espejos. Los rompe. Me limito a tratar de hacer compa?¨ªa solidaria a Agust¨ªn Ibarrola.
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