Pimentel y sus sombras
Va camino de convertirse en el caso m¨¢s enigm¨¢tico de la pol¨ªtica espa?ola de estos tiempos. Uno de los ministros m¨¢s j¨®venes y mejor preparados con que pod¨ªa contar la derecha para enjugar sus muchas y extraordinarias desviaciones de poder, salta hecho a?icos en un tiempo r¨¦cord, como si al fin le hubiera dado alcance una sombra implacable. Una sombra sin rostro y sin piedad. ?Pues qui¨¦n o qu¨¦ lo ha derribado finalmente? Todo son conjeturas, hip¨®tesis inconexas. Desde luego, la versi¨®n oficial de los hechos es dura de creer, por no decir imposible. Sobre todo a la vista de los sucesivos desaires. El del ministro a su partido, renunciando a encabezar la candidatura por C¨®rdoba, en la que el PP ten¨ªa preparada una impresionante bater¨ªa electoral, y distanci¨¢ndose en el espinoso asunto de la Ley de Extranjer¨ªa. El de Aznar a su ministro, quit¨¢ndolo de coordinar ese incendio parafascista de El Ejido; el de Pimentel a Aznar, envi¨¢ndole por fax el ah¨ª te quedas... No est¨¢ en la l¨®gica de la pol¨ªtica pulverizar un porvenir tan brillante sin causa verdaderamente grave. Pero nadie aporta pruebas contundentes. Lo cierto es que ya cuando Javier Arenas nombr¨® a Pimentel secretario de Empleo, hace cuatro a?os, surgieron cr¨ªticas muy aceradas en el propio entorno sevillano del PP -y muy poco recatadas, por cierto-, acus¨¢ndolo poco menos que de ser un profesional de las subvenciones, en provecho de sus numerosas empresas. Lo cierto es que hasta ayer, como quien dice, Pimentel ha mantenido relaciones muy fluidas con importantes cargos p¨²blicos del PSOE andaluz, en esa misma esfera de los caudales p¨²blicos y europeos, en favor de zonas deprimidas. Y que tal cosa no era bien vista por sus correligionarios, que ya se sabe c¨®mo se las gastan con Andaluc¨ªa, que ni agua. (Y no es met¨¢fora. Aqu¨ª est¨¢ otra vez la sequ¨ªa, y el pantano de Melonares, entre otros, durmiendo el sue?o de los bur¨®cratas, am¨¦n de los innumerables ninguneos: el censo, las obras p¨²blicas ralentizadas, la deuda hist¨®rica...). Pero dejemos las sombras, que s¨®lo el tiempo ir¨¢ aclarando.Innegables son, por el contrario, los hechos pol¨ªticos. (Tanto como le gusta al PP hablar de hechos). Uno es que el ¨²ltimo congreso del PP andaluz lo gan¨® la parte m¨¢s ultramontana del partido, y ah¨ª est¨¢n, palmarios, los alcaldes de El Ejido o de Huelva, cual verdaderos halcones sobrevolando el territorio y gobernados, a corta distancia, por la mano enfundada en guante de hierro del cetrero mayor, el se?or Rato. Aqu¨ª puede estar la clave. El vicepresidente econ¨®mico, a quien hemos visto d¨ªas atr¨¢s pavone¨¢ndose por Andaluc¨ªa al abrigo de sus dos princesas (Teofinda de C¨¢diz, Celinda de M¨¢laga) se ha situado ya, inequ¨ªvocamente, como el Delf¨ªn de Aznar, llamado por s¨ª mismo a ocupar alg¨²n d¨ªa el trono monclovita. Para ello necesitaba controlar Andaluc¨ªa, eliminando las veleidades sociales del entorno de Arenas (Pimentel, Amalia G¨®mez) y poniendo al propio don Javier en la parrilla mayor del partido, la Secretar¨ªa General, a que se asara pronto y bien. Su desmedida ambici¨®n, no obstante, ha empezado ya a pasarle factura, y la defenestraci¨®n de la parte m¨¢s centrista del PP puede originarle una aut¨¦ntica cat¨¢strofe electoral en Andaluc¨ªa. La clave, en fin, como de costumbre, Andaluc¨ªa.
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