Reivindicaci¨®n congelada
Dos alpinistas ir¨¢n al Polo Norte Magn¨¦tico para defender la semana laboral de 35 horas
, Todas las br¨²julas se dejan seducir por ¨¦l y todos los alpinistas luchan contra su particular capricho de movilidad. John Ross lo encontr¨® en la isla del Rey Guillermo en 1831. Ahora, est¨¢ situado en el archipi¨¦lago Sverdrup, el lugar m¨¢s deshabitado del ¨¢rtico canadiense. Es el Polo Norte Magn¨¦tico, una de las zonas m¨¢s remotas del planeta, que cada a?o se desplaza 15 kil¨®metros.
Actualmente el Polo Norte Magn¨¦tico se encuentra en una latitud de 79 grados Norte. Hasta all¨ª tienen intenci¨®n de llegar dos monta?eros espa?oles: el catal¨¢n Sergi Mingote Moreno y el almeriense Javier Campos Duaso.
Un vuelo de Barcelona a Toronto el pr¨®ximo 28 de abril ser¨¢ el pistoletazo de salida para una singular expedici¨®n que tiene, como objetivo final, reivindicar la jornada laboral de 35 horas. De Toronto, a la localidad de Resolute Bay (75 grados latitud Norte). Y de all¨ª, en avioneta, hasta la isla de Ellef Rignes. Tras aterrizar sobre un mar helado, los alpinistas comenzar¨¢n su aventura.
Durante 11 d¨ªas, Sergi Mingote y Javier Campos deslizar¨¢n sus esqu¨ªes sobre un fr¨ªo desierto blanco cuajado de grietas y expuestos, las 24 horas, a un sol permanente. Durante la traves¨ªa, en la que ambos alpinistas s¨®lo compartir¨¢n espacio con focas y osos polares, tanto Sergi como Javier, deber¨¢n arrastrar, adem¨¢s de a su propio cuerpo, sendos trineos con 50 y 60 kilos de peso.
"No conozco a nadie que sepa explicar por qu¨¦ empez¨® en esto y, mucho menos, por qu¨¦ sigue", comenta el almeriense Javier Campos. Este monta?ero tiene 32 a?os y ha dedicado 17 a la pr¨¢ctica del alpinismo. "Al principio te lo tomas como un juego. Despu¨¦s hay a quien le pica el gusanillo y a quien no. Esto es como el toreo, cuando te entra la vocaci¨®n ya no lo puedes dejar. Con la diferencia de que los toreros ganan mucho dinero el alpinista es muy raro que pueda vivir de esto".
De la inevitable relaci¨®n entre coste monetario y pasi¨®n monta?era, Javier Campos puede hablar con conocimiento de causa: "A¨²n estoy pagando los pr¨¦stamos de mis ¨²ltimas expediciones. De las 10 que he hecho hasta ahora, s¨®lo ha habido dos que no me han costado dinero". Que no le hayan costado dinero significa que no haya tenido que aportar de su bolsillo m¨¢s de 200.000 pesetas para acometer la aventura.
Los conflictos personales y familiares o las dificultades para compaginar el trabajo y su pasi¨®n son elementos a?adidos. "La familia y los amigos se suelen resignar. Aunque hay casos excepcionales. El sue?o de la madre de mi compa?ero Sergi, por ejemplo, es que su hijo escale siete cumbres de 8.000 metros y lo apoya incondicionalmente".
Sergi, al igual que Javier, es un veterano alpinista que ya se ha atrevido con picos como el Aconcagua, el Cho Oyu o el Kilimanjaro, entre otros muchos. Pero Sergi, adem¨¢s, es un sindicalista de UGT dispuesto a llegar al Polo Norte Magn¨¦tico y, a la par de Javier Campos, quitarse los guantes, tragarse las decenas de grados bajo cero y desplegar una pancarta en la que se reivindica la jornada laboral de 35 horas.
La pancarta se desplegar¨¢ a 500 kil¨®metros del lugar habitado m¨¢s cercano. Ning¨²n currante de a pie podr¨¢ leerla directamente. S¨®lo estar¨¢n Sergi y Javier. Estar¨¢n los dos solos. Con los dedos congelados, pero el ¨¢nimo templado. Cuando ambos lleguen hasta el Polo Norte Magn¨¦tico habr¨¢n conseguido que, all¨ª donde no hay nadie, muchos se enteren de lo que piden.
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