El volumen del candidato VICENTE VERD?
Cuando un partido cuenta con una poderosa idea no necesita de un candidato muy grande. Contrariamente a lo que pudiera deducirse de las reglas del acarreo, una idea poderosa no gravita sobre los hombros del l¨ªder sino que tira de ¨¦l hacia arriba, haci¨¦ndole volar o ganar. Los p¨²blicos se enamoran de las im¨¢genes y los ¨ªdolos necesitan ser figuras que luzcan bajo el maquillaje mientras soportan los rel¨¢mpagos de los flashes. Desde hace tiempo, los representantes pol¨ªticos necesitan ser como los ¨ªdolos pop, titanes incombustibles ante la luminotecnia y h¨¦roes embaucadores en los primeros planos de la televisi¨®n. El agregado decisivo a estas condiciones ser¨ªa, adem¨¢s, el carisma, que constituye una suerte de condimento clave en la carne que un l¨ªder ofrece a la devoraci¨®n general. En virtud del carisma, el candidato que sube al podio, perora y abre los brazos no podr¨¢ ser engullido por la concurrencia porque ante la muchedumbre el carisma act¨²a como un fulgor que ata al gent¨ªo y lo somete a su seducci¨®n. Con carisma se est¨¢ a salvo de la hoguera que la multitud desprende en las atm¨®sferas de los m¨ªtines, pero sin carisma los l¨ªderes suelen exponerse a la carbonizaci¨®n.
De ese mal les preservar¨ªa, no obstante, el contrapeso de una idea poderosa, capaz de izarle por encima de s¨ª y m¨¢s all¨¢ de las fauces o las llamaradas. Esa idea poderosa no la tiene el PP porque lo que ofrece prometiendo ir a m¨¢s es m¨¢s de lo mismo; pero ha podido tenerla el PSOE mediante la causa com¨²n de la izquierda. Frente a la derecha calc¨¢rea a por m¨¢s, el regreso de la izquierda entera, ni m¨¢s ni menos. Esa "cosa" de la que hablaba Aznar con aprehensi¨®n no es otra que "la idea" y con ella pareci¨® que arrancar¨ªa esta campa?a.
Los ciudadanos han sido largamente adiestrados por la sociedad de consumo para comportarse como clientes ante los comicios, como estrictos comensales ante los programas y como espectadores ante los l¨ªderes. Pero a este talante superficial contribuye que no se aireen ideas sino estampas, que no se invoque el pensamiento sino la corazonada, que no se entusiasme sobre el porvenir y se incida a¨²n sobre el pasado. Ser¨ªa distinto si se trufara de mejor sustancia la decisi¨®n de votar o, lo que es igual, que el ciudadano se sintiera citado a una decisi¨®n electoral de trascendencia. ?sta fue, en todo caso, la estimulante sensaci¨®n que el PSOE e Izquierda Unida proporcionaron a medio pa¨ªs cuando planearon su pacto. Pero, ahora, ?ha enfermado la vitalidad del proyecto? ?Se ha debilitado el humor o absorbido bacterias de miedo? Si es as¨ª, Almunia padecer¨¢ el efecto. Porque cuanto menos luce el volumen de una idea fuerte m¨¢s fuertes son los bocados sobre el volumen del candidato.
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