La vejez deber¨ªa arder de furia
Las ¨²ltimas lunasDe Furio Bordon, en adaptaci¨®n de Rafael Azcona. Int¨¦rpretes, Juan Luis Galiardo, Carmen Conesa, Jordi Soler. Iluminaci¨®n, Jos¨¦ Manuel Guerra. Vestuario y escenograf¨ªa, Ana Garay. Direcci¨®n, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez. Teatro Rialto. Valencia, 23 de febrero.
No s¨¦ bien a santo de qu¨¦, ya que el asunto tampoco se vincula estrechamente con esta clase de rememoraci¨®n, este texto me ha recordado el enorme poema de Dylan Thomas dedicado a la muerte de su madre (para quienes hayan cometido la torpeza de no conocerlo todav¨ªa, y m¨¢s o menos: "No entren con tranquilidad en esa oscura noche/ la vejez deber¨ªa arder de furia/ al caer el d¨ªa/ rabia/ rabia contra la muerte de la luz", aunque hay que leerlo en ingl¨¦s por aquello de la potencia de algunas consonantes). Fuera de esta consideraci¨®n, es curioso que aqu¨ª se junten tres hombres b¨¢sicamente de cine (Galiardo, Azcona y Garc¨ªa S¨¢nchez) para reproducir a su manera una f¨¢bula sangrante que constituy¨® el ¨²ltimo punto de gloria teatral del gran Marcello Mastroiani. Galiardo no est¨¢ en aquella edad, pero se acopla muy bien a sus circunstancias actorales y de ¨¢nimo.Manera brillante
La manera del tr¨ªo de cineastas espa?oles es brillante, y Juan Luis Galiardo est¨¢ exquisito en ese viejo profesor que primero se las tiene con su hijo y despu¨¦s con su memoria, que es m¨¢s viva, aunque algo m¨¢s entrecortada, que la inminencia de la muerte. El actor, que empez¨® con el posibilismo de cine en pel¨ªculas como Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa, ha madurado de manera espl¨¦ndida hasta obtener la imagen precisa de cansancio para simular un punto y final repleto todav¨ªa de existencia.
Creo que pocos actores podr¨ªan dar con tanta justeza el papel de hombre acabado -para otros- como Galiardo en este furioso y, luego, resignado personaje de postrimer¨ªas, y no es exagerado suponer que detr¨¢s de esa espl¨¦ndida composici¨®n est¨¢n las reiteradas colaboraciones del actor con Garc¨ªa S¨¢nchez y de ¨¦ste con el guionista Azcona. La dignidad ya no es lo que era (y no s¨¦ a qu¨¦ despistado se le ha ocurrido programar esto en plena campa?a electoral), pero vayan a ver este espect¨¢culo si quieren reconocer ese raro atributo en casi toda la extensi¨®n de sus detalles.
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