Nunca todos los huevos en la misma cesta
Nunca pongas todos los huevos en la misma cesta. El ¨²ltimo duro, que lo gane el otro. Estos refranes los cre¨® el comercio desde tiempo inmemorial. Denotan b¨²squeda de equilibrio, pactismo con la realidad, disposici¨®n a adaptarse a los nuevos escenarios. Son las actitudes que se perciben, no en los m¨ªtines, sino en los despachos de destacados empresarios y altos ejecutivos tras una veintena de confesiones personales en las dos ¨²ltimas semanas.El empresariado espa?ol no parece crispado. No afronta dram¨¢ticamente estos comicios. Ni siquiera tras la alianza de las izquierdas, a diferencia de lo que ocurr¨ªa en los ¨²ltimos a?os setenta y primeros ochenta. Entonces, cuando se formaba la patronal CEOE, la movilizaci¨®n pol¨ªtica de un amplio sector de los empresarios contra el peligro rojo marc¨® los tiempos.
El dramatismo alcanz¨® tal cl¨ªmax que un tipo tan sosegado como el primer presidente de la casa, el fallecido Carlos Ferrer Salat, se desmelen¨®. Se embarc¨® incluso en el descabellado derribo de Adolfo Su¨¢rez, al sospechar que ten¨ªa "alma de Fidel Castro", confesar¨ªa a?os despu¨¦s.
Ahora las aguas est¨¢n m¨¢s calmadas. El grueso de los empresarios prefiere un Gobierno conservador. En buena medida porque asocia sus favorables cuentas de resultados a la bonanza econ¨®mica nacional -que, "no se olvide, es europea", subraya un cr¨ªtico- e identifican a ¨¦sta con el Gobierno.
Pero no se escandalizar¨¢n si gana la alternativa. "No lo desean, pero no les provoca p¨¢nico", asegura un destacado mercantilista de Madrid. Lo indic¨® la encuesta de EL PA?S/Negocios: la mitad teme que un Gobierno de izquierdas frene el ritmo de crecimiento econ¨®mico, la otra mitad est¨¢ convencida de lo contrario.
La alianza PSOE-IU produce a muchos como un cosquilleo, un ligero escozor, pero no les quita el sue?o. En un reciente debate informal interno del C¨ªrculo de Econom¨ªa barcelon¨¦s -cuya mayor¨ªa suele inclinarse por el centrismo de Jordi Pujol, aunque su nacionalismo les provoque ictericia- se consagr¨® la tesis de que el elemento relevante del pacto de izquierdas consiste en que "socialdemocratiza a Izquierda Unida", y que, en consecuencia, la empuja hacia "la responsabilidad" de un partido eventualmente gubernamental, a imagen, aunque m¨¢s tard¨ªa, de lo sucedido con los partidos comunistas franc¨¦s e italiano.
Visto de env¨¦s, se acaba la ¨¦poca en que un mill¨®n largo de votantes de una formaci¨®n pol¨ªtica del sistema se sienta instalado a la vez el antisistema. Quiz¨¢ eso sea lo fundamental a largo plazo. Pero si eso es as¨ª, si contin¨²a sin despertarse el p¨¢nico, a cort¨ªsimo plazo el PP no podr¨¢ contar en estos comicios con ese factor para movilizar a su electorado potencial que se incline por la abstenci¨®n.
Y, sin embargo, los hombres de empresa, votantes conservadores o progresistas, no tienen bastante. "Esperamos que Joaqu¨ªn Almunia lance, m¨¢s que promesas, gestos simb¨®licos hacia el centro", destaca el primer ejecutivo de una multinacional de bolsillo. Lo dice inmunizado respecto al The Wall Street Journal, que -una gracia- calific¨® al candidato del PSOE de "leninista". La invectiva cae en saco roto, a juzgar por el tono del di¨¢logo de Almunia en el Colegio de Economistas de Madrid, y del almuerzo con una amplia representaci¨®n de empresarios catalanes. En ambos se despach¨® con fluidez y ortodoxia liberal-distributiva exenta de aventurerismos.
Un catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica con el coraz¨®n partido reflexiona el d¨ªa despu¨¦s: "?Cu¨¢l de los dos candidatos dispone de mejores bazas para pactar con Pujol y Arzalluz?", se interroga. "En igualdad de condiciones, ambos se decantar¨ªan por Almunia", opina. Arzalluz, "porque piensa que, aunque no es muy vasco, se puede hablar con ¨¦l". Y Pujol, porque el socialista que realmente "le tiene ojeriza es Jos¨¦ Borrell".
Todo esto es lo nuevo, lo que se oye y percibe tras las cortinas. Lo obvio es que en los escasos actos p¨²blicos dirigidos al empresariado, quien ha congregado a m¨¢s asistentes es Aznar. Aunque muchos desear¨ªan que "se preste m¨¢s al di¨¢logo y no se limite al mitin". Y a otros tantos se les atraganta el trepidante estilo de algunos de sus colegas de oficio m¨¢s cercanos a La Moncloa.
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