El mitin
MANUEL VICENTDe pronto durante el mitin se enciende una luz roja: el candidato sabe que en ese momento debe abandonar cualquier templanza en el discurso para convertirse en una fiera y lanzar desde lo m¨¢s alto de su ira el insulto, la amenaza o la promesa que ser¨¢ ma?ana un titular en los peri¨®dicos. La luz roja le avisa de que las c¨¢maras han conectado en directo con el telediario y que detr¨¢s de ellas, m¨¢s all¨¢ de las pancartas y banderas de sus fieles que llenan el local, hay millones de seres en sus casas desprevenidos cenando. Uno de estos inocentes an¨®nimos levanta los ojos de la sopa de fideos y pregunta quien es ese se?or que grita tanto. Alguien de la mesa le dice que es uno de los candidatos que trata de arreglarles la vida. Esta familia es muy pac¨ªfica: no ha hecho nada para que ese hombre se ponga tan fuera de s¨ª. Ante los alaridos del candidato el perro comienza a ladrar y estos ladridos promueven tambi¨¦n el llanto de un ni?o de tres a?os que se ha asustado. Mientras el padre trata de acallar al perro el candidato proclama todos los sacrificios que est¨¢ dispuesto a hacer por la felicidad de los ciudadanos, pero el animal parece que no se cree nada. Promesas y ladridos se superponen. La madre consuela a su ni?o dici¨¦ndole que todo es una broma, que ese se?or tan enfadado cuando termine de gritar en el televisor se ir¨¢ a tomarse unas copas con sus amigos. Pese a que el perro y el ni?o a su edad ya est¨¢n acostumbrados a ver en la pantalla toda clase de estruendos con coches destrozados y extraterrestres malignos de orejas puntiagudas, intuyen en las palabras del candidato una violencia extra?a. En ese mismo telediario, antes de conectar en directo con el mitin del candidato, las noticias de actualidad no han podido ser m¨¢s perversas. Ha salido un terremoto, un bombardeo, una epidemia, pero la pantalla del televisor ha convertido esas tragedias en una emulsi¨®n de algodoncillos azules y rosas. Es un enigma sin resolver por qu¨¦ la ira de un pol¨ªtico y su rostro crispado no consiguen disolverse en ese color uniforme de teta de novicia de la pantalla y en cambio lo logran los muertos despanzurrados, las m¨¢quinas que escupen fuego y la crueldad de los mu?ecos animados. Durante los m¨ªtines en Norteam¨¦rica solo lanzan globos y serpentinas sin doctrina alguna. ?Por qu¨¦ ser¨¢ que aqu¨ª en el telediario ante los gritos de cualquier candidato ladran los perros y lloran los ni?os?
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