Bajada al cielo ?NGEL FERN?NDEZ-SANTOS
Hace unos a?os, Javier Rioyo y Jos¨¦ Luis L¨®pez Linares la emprendieron en Asaltar los cielos a golpes de c¨¢mara con el asesino de Trotsky para as¨ª poder decir algo in¨¦dito sobre el creador de Octubre. Ponerse a indagar en la vida cotidiana de los colosos de la historia es arriesgado, porque todos o casi todos tenemos una idea hecha de lo que estos enormes individuos son o fueron y de lo que aportan o aportaron. Adem¨¢s se corre el riesgo a?adido de que en la averiguaci¨®n nos encontremos con que tales gigantes ten¨ªan en realidad sorprendentes rasgos de enanos, aunque siempre es consolador encontrar las huellas del hombre com¨²n en la gente a la que s¨®lo es posible medir con el don de lo descomunal.En A prop¨®sito de Bu?uel, y no s¨¦ si a prop¨®sito, Rioyo y L¨®pez Linares han devuelto a la tierra el fantasma volador del cineasta, que andaba encumbrado por las copas de las nubes desde hac¨ªa demasiado tiempo. El empuje inicial que el escritor mexicano Carlos Fuentes da a la pel¨ªcula y el cierre melanc¨®lico y pesimista que de ella hace el productor franc¨¦s Serge Silberman devuelven a Luis Bu?uel al humilde corral de los hombres muertos, y es ah¨ª, en los signos de lo que tuvo de hombre com¨²n, donde ocurre n¨ªtida e incontenible la percepci¨®n de su inmenso talento. El Bu?uel demasiado encopetado e idolatrado, el Bu?uel encerrado en su condici¨®n -o su jaula- de genio institucional, parad¨®jicamente comenzaba a empeque?ecerse, a parecer una figura rutinaria. Rioyo y L¨®pez Linares han sabido capturar en A prop¨®sito de Bu?uel la rara frescura de sus comportamientos, tal como los evocan quienes convivieron con ¨¦l, y nos han devuelto en forma de persona viva y reconocible al mito algo acartonado -y, lo que es peor, algo acad¨¦mico- en que el viejo dinamitero comenzaba a convertirse. Bu?uel, que propuso quemar el Museo del Prado, comenzaba ya a oler a pieza de museo.
Lo m¨¢s sorprendente de un artista tan complejo como Luis Bu?uel es su capacidad de reducci¨®n a la m¨¢xima sencillez. Hace un par de semanas, en una cadena de la televisi¨®n alemana, volv¨ª a ver, despu¨¦s de muchos a?os de olvidada, Subida al cielo, una de las pel¨ªculas que Bu?uel hizo en M¨¦xico con presupuesto de jugueter¨ªa. Es, sigue siendo, una pel¨ªcula de formidable inteligencia y de las m¨¢s irreverentes y subversivas que hizo, pero su ligereza es tanta que nada de esto se percibe en ella como uno no quiera percibirlo y lo busque aposta. Todas las explicitudes iconoclastas de La v¨ªa l¨¢ctea y todas las nieblas sexuales de Belle de jour son juegos de ni?os comparados con las veloc¨ªsimas y casi imperceptibles punzadas de burla transgresora que se escapan del entrelineado er¨®tico y pol¨ªtico de las im¨¢genes de Subida al cielo.
El viejo gigante Bu?uel ha cumplido un siglo, y Rioyo y L¨®pez Linares nos lo han devuelto aqu¨ª, a la altura de la gente com¨²n, para que lo veamos de cerca y, por sentirnos a ras de ¨¦l, nos sintamos m¨¢s concernidos por su cine. Nunca se termina de ver una pel¨ªcula suya. Tienen las pel¨ªculas de Bu?uel infinidad de visiones o, si se quiere, de lecturas. Subida al cielo es lo que se ve a primera vista, m¨¢s lo que luego se ver¨¢ a segunda, a tercera y a en¨¦sima vista. Y Subida al cielo es un sainetillo. ?Qu¨¦ decir de lo que hay por debajo de la gravedad formal de El ¨¢ngel exterminador? Pues tal vez no mucho m¨¢s, o incluso menos. Bu?uel disparaba la misma p¨®lvora con el mismo rev¨®lver, lo mismo cuando hac¨ªa una comedieta ligera que cuando se met¨ªa en severas honduras dram¨¢ticas. Se dec¨ªa de ¨¦l que era un director t¨¦cnicamente deficiente, que rodaba con desali?o, incluso que rodaba mal. Y fue ¨¦ste, entre much¨ªsimos, probablemente el mayor de los disparates que se dijo acerca de ¨¦l, porque el oficio de Bu?uel no era bueno, sino que era perfecto, de alt¨ªsimo refinamiento. Necesitaba inexcusablemente ese refinamiento t¨¦cnico para poder dar cauce a la sorprendente sencillez que exig¨ªa para que se manifestase la complejidad de su esp¨ªritu. Y esto, nada menos que esto, es lo que ha sabido extraer de la obra de Bu?uel la c¨¢mara sacacorchos de Rioyo y L¨®pez Linares en A prop¨®sito de Bu?uel. Cuanto m¨¢s se aleja en el tiempo, m¨¢s se agiganta Bu?uel. Pero su colosalismo no es una cuesti¨®n de tama?o, es otra cosa.
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