Arzalluz y las dos Euskadis
El doble asesinato de Fernando Buesa y Jorge D¨ªez debe poner punto final a la aventura iniciada por el PNV con ocasi¨®n del Pacto de Lizarra y continuada con el propio acuerdo de investidura con EH. En uno y otro pacto las fuerzas nacionalistas se compromet¨ªan a rechazar todo uso de la violencia; pues bien, ETA ha asesinado no una sino tres veces, pero HB se limita a "lamentar" el suceso -como si fuera un rayo ca¨ªdo desde las alturas-, y el mismo PNV prefiere decirle a ETA que "pare" (?para que comience de nuevo m¨¢s tarde?), en vez de afirmar, lisa y llanamente, "ETA no". ?C¨®mo pod¨ªa ser de otro modo cuando estos asesinatos marcan el inicio de una siniestra campa?a electoral de amedrentamiento para imponer la abstenci¨®n electoral que propugna HB y de la que espera beneficiarse el PNV?Pues no podemos olvidar las responsabilidades de esta nueva oleada de violencia y crispaci¨®n. Fue el PNV quien le brind¨® a ETA la oportunidad de recomponerse con el Pacto de Lizarra, a costa de romper amarras con los partidos democr¨¢ticos aventur¨¢ndose m¨¢s all¨¢ del Estatuto (que consideran v¨¢lido el 51% de los vascos) camino de una independencia que a duras penas defienden la mitad de sus electores y la cuarta parte de los vascos. La idea de irse m¨¢s all¨¢ de la Constituci¨®n para atraer al nacionalismo radical m¨¢s ac¨¢ de la violencia, era muy arriesgada. Y ha fracasado.
De modo que la situaci¨®n es hoy la siguiente: en lugar de haber proporcionado a ETA una pista de aterrizaje en la democracia se les ha proporcionado una pista de despegue para su actividad terrorista. En ese despegue, y a trav¨¦s del Pacto de Lizarra, se est¨¢ arrastrando al PNV. Y el PNV, con el acuerdo de investidura con EH, est¨¢ arrastrando al propio lehendakari y el Gobierno vasco, cada vez m¨¢s sesgado en el uso de las instituciones (as¨ª, de la Ertzaintza o de ETV). Euskadi no est¨¢ en el camino de la pacificaci¨®n; muy al contrario, se polariza d¨ªa a d¨ªa. La sociedad, harta de violencia, se escinde hasta en sus manifestaciones contra ETA, y el riesgo de enfrentamiento civil est¨¢ ya en el horizonte. Estos son los "frutos" de Estella, que defienden Egibar y Arzallus. ETA lo sabe y lo impulsa; nada le interesa m¨¢s. Pero Arzallus echa le?a al fuego. Puede culpar con mezquindad infantil al Cesid o a la conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica; el hecho es que son j¨®venes vascos nacionalistas quienes pidieron la dimisi¨®n de Ibarretxe en un acto al que ese nuevo J¨²piter no tuvo el valor de asistir.
Todo ello tiene mucho que ver con el talante personal de Arzallus, hombre soberbio y altivo que ha acabado siendo una caricatura de lo que m¨¢s odia -un chulo madrile?o perdonavidas que escupe las palabras de medio lado, sacado de un sainete de los hermanos Quintero-, y cuyo talante democr¨¢tico ha ido debilit¨¢ndose al tiempo que crec¨ªa su arrogancia, ya insufrible. Arzallus est¨¢ en el camino de convertirse en el Milosevic vasco; sataniza a sus adversarios y olvida que, si ETA mata a sus interlocutores, ¨¦l previamente los ha insultado y menospreciado. Quien hace pocos d¨ªas dec¨ªa que en Euskadi lo que sobra es seguridad, para a?adir, que no vayan de v¨ªctimas, es responsable de que el nacionalismo sea hoy reh¨¦n de ETA, indiscutiblemente el principal enemigo, no ya de la democracia y del Pa¨ªs Vasco, sino del mismo nacionalismo que dice defender. Todo ello est¨¢ a mil leguas de la tradici¨®n del PNV, partido conservador, popular y democr¨¢tico, pero cada vez m¨¢s radicalizado, marginal y anticonstitucional, y a mil leguas de sus electores. El PNV es cada vez menos parte de la soluci¨®n y cada vez m¨¢s parte del problema mismo.
En pol¨ªtica los errores se pagan dimitiendo. Ya dijo Arzallus, con su soberbia habitual, que, si perd¨ªan, se ir¨ªan. Pues bien, es el momento de que cumpla. Si el PNV pretende tener alguna credibilidad, alguna legitimidad democr¨¢tica, no s¨®lo debe romper con la violencia, debe hacerlo visible, romper con EH, y apartar del liderazgo a quien les he llevado a esa complicidad. De otro modo el nacionalismo vasco, todo ¨¦l, se har¨¢ responsable de la sangre que se vierta y se dar¨¢ plena raz¨®n a quienes piensan que el nacionalismo vasco, todo ¨¦l, est¨¢ dispuesto a aceptar el asesinato y es, todo el, fascismo.
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