Un pa¨ªs partido por la mitad
"?Si parece que hemos puesto nosotros las bombas!", protestaba ayer un Xabier Arzalluz tronante y victimista durante el mitin del PNV en el polideportivo donostiarra de Anoeta.Pues eso es exactamente lo que ocurre: a muchos les parece que el gran partido nacionalista fue demasiado lejos en su estrategia de atraer a la civilizaci¨®n a la rama pol¨ªtica de ETA. Que no se ha desenganchado lo bastante tras los atentados. Que la ruptura de los lazos parlamentarios con EH deber¨ªa haberla trasladado a las dem¨¢s instituciones. Que urge un cambio en su planteamiento, porque, en vez de moderar a los nacionalistas radicales, ha radicalizado a los moderados; en suma, que, en vez de ganar el PNV al terrorismo, ha sido ¨¦ste el que le ha goleado.
No parece que vaya a asumir esas cr¨ªticas y sugerencias, al menos hasta despu¨¦s de las elecciones. Quiz¨¢ tema que reconocer el fracaso de una estrategia -la del pacto de Estella- lleve consigo la exigencia de dimisi¨®n a quien la ha puesto en marcha, como reiteran los dirigentes del Partido Popular.
Pero dimitir no es siempre un imperativo categ¨®rico. Tambi¨¦n el PP propugnaba en anteriores elecciones el cumplimiento ¨ªntegro de las penas para los condenados por terrorismo y bramaba contra el reagrupamiento de los presos etarras y, en cambio, al llegar al Gobierno, afortunadamente, comprendi¨® la inutilidad de sus propuestas e hizo todo lo contrario.
El acto de contricci¨®n y la redenci¨®n de la culpa, previo prop¨®sito de la enmienda, forman parte de la doctrina cat¨®lica, s¨®lido fundamento ideol¨®gico del PNV. Quien peca no est¨¢ obligado a suicidarse. Puede optar al perd¨®n de sus faltas, sobre todo si cree haberlas cometido con la mejor intenci¨®n.
No habr¨¢ enmienda inmediata, a juzgar por la peregrina teor¨ªa expuesta ayer por el portavoz Josu Jon Imaz, seg¨²n la cual portar pancartas diferenciadas con el lema "ETA no, basta ya" induce a "pol¨¦mica y crispaci¨®n". Tild¨® por ello a populares y socialistas de "desleales" y equipar¨® esa actitud a la mantenida por los posbatasunos hace seis semanas. Pero entonces no acus¨® a ¨¦stos de deslealtad.
S¨®lo un incre¨ªble inter¨¦s cortoplacista explica que el lema "ETA, no" pueda considerarse provocador. La negativa a descalificar rotundamente a los violentos obedece al objetivo de no molestar a los votantes radicales, para captar su voto, aprovechando que la c¨²pula de EH les llama a la abstenci¨®n.
Los ¨²ltimos sucesos plasman que la divisi¨®n pol¨ªtica se ha trasladado a la sociedad. El Pa¨ªs Vasco aparece hoy fracturado en dos mitades, los nacionalistas y los vascos a secas. Lo lament¨® ayer Felipe Gonz¨¢lez, comparando este drama con la situaci¨®n de hace cuatro a?os.
Si media sociedad decide romper las unidades aparentes tantos a?os mantenidas, ser¨¢ porque decide que le es imprescindible para expresar sus ideas. Sobre todo si ha sido excluida en paquete de su Gobierno, si percibe que es ¨¦ste el que ha roto con ella.
?Se puede evitar la fractura tratando a los proetarras con guante de seda y a los dem¨®cratas simplemente vascos de desleales? ?Se puede alcanzar la independencia con la mitad de los votos y con la otra mitad en contra?
M¨¢s ac¨¢ del examen de conciencia sobre la atribuci¨®n de responsabilidades, le convendr¨ªa al PNV examinar los resultados de su radicalizaci¨®n. El bloque nacionalista se ha erosionado en los tres ¨²ltimos comicios. Tras el asesinato de Fernando Buesa, parece probable que el propio PNV desaparezca, en t¨¦rminos parlamentarios, de ?lava, perdiendo su ¨²nico diputado (lleg¨® a tener dos). Se confirmar¨ªa as¨ª la ley seg¨²n la cual a m¨¢s radicalidad soberanista m¨¢s p¨¦rdida -electoral- de territorios se sufre.
Arzalluz opt¨® por Estella convencido de que conseguir¨ªa as¨ª la paz, lo que evitar¨ªa la p¨¦rdida de sus votos a favor del PP, anulando al tiempo el acoso de los radicales por v¨ªa de absorci¨®n. Y que culminar¨ªa su personal misi¨®n hist¨®rica de redenci¨®n mosaica.
Los hechos revelan que ha fracasado en el intento. Perseverar en ¨¦l acarrea el riesgo de abandonar la aspiraci¨®n primera de un partido nacionalista, y desde luego de cualquier Gobierno: representar a toda la naci¨®n, o al menos obtener su respeto. Ardanza jam¨¢s ningune¨® a la mitad de su pueblo, por eso era respetado. Ibarretxe tiene que salir de las iglesias por la puerta de servicio. ?sa es la pendiente.
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