El dirigente perif¨¦rico
En los primeros d¨ªas del verano de 1994 se fraguaba en secretas oficinas malague?as la Operaci¨®n Albahaca, planta labiada de hojas min¨²sculas, verde vivo y agradable olor. La albahaca elud¨ªa nombrar al romero, arbusto arom¨¢tico, pues los conjurados planeaban la conquista de la alcald¨ªa de M¨¢laga por Antonio Romero. Usan en Andaluc¨ªa la albahaca para espantar a las moscas, y los estrategas de IU recurr¨ªan a la albahaca para prevenir el enjambre de candidatos a ser candidatos en las listas de la coalici¨®n entonces en alza, 20 diputados en el Parlamento andaluz, fuerza clave para gobernar, aunque renunci¨® a gobernar. Cinco a?os despu¨¦s, en octubre de 1999, Antonio Romero era candidato a la presidencia de la Junta en condiciones absolutamente adversas, desangrada IU en unas elecciones auton¨®micas en las que perdi¨® siete esca?os y 87.000 votos, y unas municipales que le costaron 200.000 votos m¨¢s, y el abandono compulsivo de los amigos de ocasi¨®n, Nueva Izquierda, Los Verdes, CAI.La candidatura no es un caramelo envenenado, dijo entonces Antonio Romero: un caramelo almendrado era la candidatura, lo m¨¢s dulce que a uno le pueda pasar en la vida. ?Resultados posibles? Hay una horquilla entre 9 y 20 esca?os para que IU sea una fuerza clave de gobierno, calcul¨® Romero, vaticinando todos los resultados posibles, la derrota y el triunfo, esos dos impostores. As¨ª hablaba Romero en octubre de 1999, acostumbrado a no gobernar despu¨¦s de una vida dedicada al ejercicio de la pol¨ªtica sin poder. Es un hombre del sistema pol¨ªtico, pero forjado fuera de la ley, en el heroico partido comunista de 1972 y en las primeras CCOO del Campo, de las que fue uno de los fundadores. Se le recuerda como organizador templado, entre la exaltaci¨®n y el laberinto hipn¨®tico de las citas clandestinas, joven de palabra enardecida y arrebatada. Hab¨ªa dejado los estudios en segundo de bachillerato para ponerse a trabajar, segundo de seis hermanos en casa jornalera de Humilladero (M¨¢laga), bisnieto de un guardia civil de los tiempos de los terratenientes salvajes. Temporero en Francia, aprovech¨® el viaje para dejarse prender por la rebeld¨ªa comunista.
Entonces la vida se convirti¨® en una sucesi¨®n de dignidades: secretario general de CCOO del Campo en Andaluc¨ªa y en Espa?a, el m¨¢s joven de los miembros del Comit¨¦ Ejecutivo del PCE, a los 22 a?os, desde 1978, sucesivamente reelegido en todos los congresos, diputado por M¨¢laga en el Parlamento andaluz de 1982 y 1986, senador, miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, miembro de las Comisiones Europeas T¨¦cnica, Aeroespacial y de Refugiados, enviado en misi¨®n internacional al conflicto palestino. Nunca ha tenido poder ejecutivo, pero figura en el Libro Guinness de los R¨¦cords: pas¨® cuatro a?os esperando respuesta a una pregunta formulada ante el Parlamento andaluz. Se recuerda la an¨¦cdota, aunque haya sido olvidada la pregunta imposible de contestar.
Alto cargo de IU, diputado por M¨¢laga en el Congreso desde 1989, portavoz en las comisiones de Defensa, Interior y RTVE, Romero se metamorfose¨® en parlamentario radiof¨®nico y televisivo. En la cara ancha el abundante bigote dirige la atenci¨®n hacia la boca, peque?a y mimada, vehemente, mientras el ment¨®n tiende a levantarse hacia el auditorio atento a la palabra imprescindible, de titular period¨ªstico, sonora y redonda, con gracia. El don de palabra acab¨® por convertirse en el adversario m¨¢s adulador, ruin y traidor: el despilfarro y la inflaci¨®n de palabras dej¨® al pol¨ªtico profesional a merced del hombre espect¨¢culo.
Es un hombre c¨¢lido, de chaquetas deportivas y desabrochadas para que la corbata flote con aire de bandera y dinamismo euf¨®rico: Romero va siempre bien puesto, peinado con raya como un colegial aplicado, como alguien que se ha obstinado en ser quien es. Cuentan que, antes de lanzarse a la vida p¨²blica y al peligro de luchar por la libertad como montador de sindicatos y partidos ilegales, se encerr¨® durante meses en un cuarto habitado por enciclopedias y diccionarios. Quiz¨¢ en aquella mazmorra voluntaria lo conquistaron y envenenaron las fabulosas palabras, los n¨²meros infinitos, la pasi¨®n y el enigma de las estad¨ªsticas, la confianza en la ciencia numeral. A Romero le gusta ventilar palabras oreadas por el tiempo y el pueblo, aunque la mayor¨ªa del pueblo las reciba con estupor. Vamos a escamondar la ciudad, anunci¨® en la campa?a para la alcald¨ªa de M¨¢laga en 1995.
Fue la vez que este habitante de la periferia del poder se acerc¨® m¨¢s al poder. El 22 de mayo de 1995 en el Ayuntamiento de M¨¢laga hab¨ªa 9 concejales de IU, 15 del PP y 7 del PSOE. Se cumpl¨ªa en M¨¢laga el sue?o italiano de Anguita, el Sorpasso, adelantar al partido rival (pero el partido rival de los cumunistas italianos, ya difuntos en aquel tiempo, fue la Democracia Cristiana). Celia Villalobos, que le arrebat¨® la alcald¨ªa a Romero, era otra pol¨ªtica telerradiof¨®nica. Entonces, cumplido el adelantamiento en M¨¢laga, Romero se proclam¨® vencedor moral, alcalde moral, poderoso moral, aunque sin posibilidades de cumplir su programa: cerrar a M¨¢laga con un anillo, verde de los montes y azul del mar. Romero es pura capacidad verbal: si un amigo a la salida de un mitin le menciona el esparto, Romero puede responder inmediatamente: "Los que cog¨ªan el esparto hace 50 a?os sab¨ªan que no ten¨ªan que arrancarse una espina porque as¨ª no se les clavaba otra".
Puede ser clarividente: profetiz¨®, dieciocho meses antes de que se produjera, el pacto entre Almunia y Frutos. Dijo: "Con un programa de m¨ªnimos y una declaraci¨®n conjunta estar¨ªamos dispuestos a traducir al castellano la declaraci¨®n de la izquierda francesa y firmarla". Cuando se firm¨® el pacto PSOE-IU, lo juzg¨® el pacto m¨¢s importante de la historia moderna de Espa?a desde la Constituci¨®n. Romero sabe ser encendido y solemne: que nadie embride la voz de la inmensa mayor¨ªa de nuestro pueblo. Y su filosof¨ªa pol¨ªtica cabe en los t¨¦rminos de un manual de agricultura. Su opini¨®n sobre la ¨²ltima asamblea de IU puede limitarse a considerar que se celebr¨® en un olivar y, puesto que IU defiende nuestra cultura y el aceite de oliva, la reuni¨®n fue magn¨ªfica. Si le nombras el olivo, inmediatamente dictamina: el aceite y la cal son el ADN de la cultura andaluza. La coyuntura pol¨ªtica se resume en una frase: "En mi pueblo dicen que una vez que se va el conejo, ya no vale seguir pegando palos a la madriguera".
Pero no olvida los 20 diputados de 1994: "El pueblo nos dio un respaldo impresionante para que determin¨¢ramos la pol¨ªtica andaluza y acabamos bloque¨¢ndola". Parece haber sido siempre igual a s¨ª mismo, carnoso pero terso, de buen color de campo, amante de los galgos y la gastronom¨ªa de la tierra: alegr¨ªa de vivir, aunque tampoco ¨¦l ha salvado la profundidad de los ojos, fundidos en mil reuniones cerradas. Dicen que el largo ejercicio del poder produce una sensaci¨®n de irrealidad, pero nadie imagina la sensaci¨®n de irrealidad del que vive largamente en el extrarradio del poder.
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