La derecha y la izquierda FRANCESC DE CARRERAS
Determinados acontecimientos de los ¨²ltimos meses han significado un notable cambio en el previsible horizonte electoral: impacto popular de las stock options ligadas a la subida espectacular en Bolsa de Telef¨®nica, fin de la tregua en el Pa¨ªs Vasco, tr¨¢gicos asesinatos subsiguientes, forzada dimisi¨®n de Anguita y firma del acuerdo entre el PSOE e IU. Todo ello ha producido en el panorama pol¨ªtico cambios que pueden ser relevantes en el resultado de las pr¨®ximas elecciones.El cambio principal quiz¨¢ consiste en que la contienda se configura como un enfrentamiento claro entre dos bloques: la derecha y la izquierda. Ello no suced¨ªa desde hace muchos a?os, quiz¨¢ nunca tan claramente en el actual periodo democr¨¢tico. Las pr¨®ximas elecciones tienen dos grandes polos significativos: el PP en la derecha y la futura alianza entre el PSOE e IU en la izquierda.
Hace unos meses, el PP hubiera enfocado estas elecciones con una razonable tranquilidad. Para su base social, la econom¨ªa iba bien y la moral del partido contrincante estaba por los suelos. Sin embargo, algo se le ha torcido. El "maldito embrollo" de las stock options de Telef¨®nica y la mala imagen popular de un personaje como Villalonga se ha asociado inevitable y justificadamente al Gobierno de Aznar. La opci¨®n econ¨®mica del PP coincide con la de esta econom¨ªa en la que Villalonga es un triunfador, y esta econom¨ªa no es, precisamente, la que est¨¢ al alcance de cualquiera.
Hace dos d¨ªas, en estas mismas p¨¢ginas, un excelente art¨ªculo de Pedro Nueno, profesor de IESE no sospechoso de ser un peligroso demagogo izquierdista, dec¨ªa textualmente: "En la econom¨ªa galopante de mercado ya se sabe, los ricos se hacen m¨¢s ricos, los grandes se hacen m¨¢s grandes y el poder econ¨®mico tiende a concentrarse donde ya hay m¨¢s poder econ¨®mico". No hay que ser, sin embargo, un lince bien informado como Pedro Nueno para percibir todo esto en la actual "bonanza" -advi¨¦rtase que la palabra est¨¢ entrecomillada- econ¨®mica mundial: cualquier ciudadano medio que se informe a trav¨¦s de las noticias de televisi¨®n u hojeando el peri¨®dico en la barra de un bar, al tomar el caf¨¦ de la ma?ana, tiene la misma percepci¨®n.
Tambi¨¦n sabe este ciudadano que Espa?a est¨¢ en la cola de Europa -junto a Portugal y Grecia- en todo aquello que supone gasto social: educaci¨®n, sanidad, seguridad social, pensiones, salarios. Esta pol¨ªtica econ¨®mica que produce tantos beneficios como desigualdad es la que encarna el Partido Popular. En cambio, un partido socialista, vigilado desde la izquierda por IU, puede moderar y frenar esta pol¨ªtica econ¨®mica de concentraci¨®n de riqueza en pocas manos y esta previsible disminuci¨®n del gasto social.
Seguramente para frenar esta impresi¨®n, Aznar ha prometido una rebaja de los impuestos. Tengo muchas dudas, sin embargo, acerca de los beneficios electorales que pueda ocasionar al PP esta propuesta. La cultura pol¨ªtica de los espa?oles comienza a ser homologable a la de las viejas democracias. Hemos aprendido mucho en los ¨²ltimos a?os. Condes, De las Rosas, Filesas, GAL, Pascuals Estevills... han hecho que aprendi¨¦ramos por cursillos pr¨¢cticos acelerados derecho penal, procesal y constitucional, y tambi¨¦n -quiz¨¢ ello viene de m¨¢s lejos- econom¨ªa. No acabamos de confiar en los negocios f¨¢ciles y menos a¨²n en las rebajas de impuestos. Las cifrasfundamentan esta desconfianza. La presi¨®n fiscal en Espa?a era del 32,7% cuando el PP accedi¨® al poder en 1996. Dos a?os m¨¢s tarde (¨²ltimos datos que tengo a mano) era del 34,2%. En ese mismo a?o de 1998, la presi¨®n media en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea era del 41%.
Una consecuencia razonable de todo ello es que si queremos tener los servicios sociales y las pol¨ªticas de bienestar de los europeos debemos acercarnos y no distanciarnos de esta cifra. Por tanto, por mucho que irracionalmente nos duela, la presi¨®n fiscal debe aumentar y, para beneficio de una gran mayor¨ªa, de lo que se trata es, simplemente, de que paguen quienes m¨¢s tengan, lo cual no se alcanza rebajando los impuestos directos -el IAE y el IRPF, como propone Aznar-, sino aument¨¢ndolos para poder contener -si no disminuir- los indirectos, los que pagamos todos por un igual sin distinci¨®n de ingresos o de patrimonio. Ya s¨¦ que no todos entienden que esto les beneficia, pero a poco que lo mediten un poco pueden comprender perfectamente d¨®nde est¨¢n sus intereses y saber que para una importante mayor¨ªa estas rebajas no representan casi nada o nada, aunque a una significativa minor¨ªa le reporte un claro beneficio.
La pol¨ªtica fiscal del PP ha ido ya en estos a?os en esta direcci¨®n: los ingresos procedentes de rentas salariales han pasado del 80,81% en 1996 a 83,51% en 1998. Entre los mismos a?os, las rentas profesionales pasaban del 3,41% al 3,70%, las rentas empresariales disminu¨ªan del 9,25% al 8,22% y las rentas del capital inmobiliario disminu¨ªan todav¨ªa m¨¢s: del 6,64% al 3,70%. Si se cumplen las actuales promesas de Aznar, la diferencia entre los sectores que pagan a Hacienda todav¨ªa ser¨¢n m¨¢s escandalosas.
As¨ª pues, la cuesti¨®n fiscal que ha suscitado Aznar bien puede volverse electoralmente en contra de ¨¦l al poner claramente de manifiesto la verdadera opci¨®n de estas elecciones: encaminarnos hacia una sociedad insolidaria al estilo de la Gran Breta?a de la se?ora Thatcher o acercarnos a la vieja Europa de la socialdemocracia.
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