De o¨ªdo
E. CERDAN TATO
Se ha cruzado el ecuador, y la campa?a electoral contin¨²a tan mon¨®tona y p¨¢lida como antes, en esta arena mediterr¨¢nea. Y no ser¨¢ por falta de novedades: el acuerdo entre el PSOE e IU, y sus r¨¦plicas auton¨®micas, pronosticaba un pulso dial¨¦ctico mucho m¨¢s vigoroso, y sin embargo se est¨¢ resolviendo dentro de una median¨ªa ¨¢urea; y, por su parte, los populares no pasan de una desva¨ªda copia de s¨ª mismos. S¨®lo la presencia de alg¨²n candidato a la presidencia del Gobierno imprime cierta viveza a la aton¨ªa imperante y reabre las expectativas. Sucedi¨®, hace un par de d¨ªas, con Francisco Frutos, en Valencia. El dirigente de IU no descubri¨® nada nuevo, pero record¨® -y es muy oportuno- que el "poder valenciano", del que tanto se ufana el presidente de la Generalitat, adem¨¢s de su corto alcance, unas manzanas m¨¢s arriba del Palau, es el poder de la oligarqu¨ªa financiera, a la que tan sumisamente sirven los gestores del PP. Y est¨¢ bien que se desenmascare a un partido pol¨ªtico, cuyo ¨¦nfasis se ha volcado con encarnizamiento en la corrupci¨®n ajena, sin admitir la propia que tambi¨¦n atufa lo suyo. Por eso Cipri¨¢ Ciscar no tuvo empacho en hacer memoria de c¨®mo se produjo la irresistible ascensi¨®n de Zaplana: por primas a terceros.
Sin salir de casa, no hay que regatearle m¨¦ritos a la extravagante invitaci¨®n que hizo Federico Trillo a los militantes y simpatizantes socialistas y de IU para que voten al PP. Una invitaci¨®n as¨ª solo se hace desde el humor o desde la inseguridad. Federico Trillo tiene humor, pero en estos d¨ªas, lo acongoja la inseguridad. El acuerdo entre las fuerzas de izquierda ha originado unos efectos imprevisibles. Es dif¨ªcil de estimar su alcance, pero m¨¢s dif¨ªcil es ignorarlo y descalificarlo con improperios y muy confusas sinrazones. Precisamente esa inseguridad, ese temor larvado, que no pasa inadvertido para casi nadie, es la sustancia que est¨¢ caus¨¢ndole tantas alergias a la derecha, todav¨ªa en v¨ªsperas primaverales.
Pero, a salvo el Bloc y UV, todos los contendientes tocan de o¨ªdo: unos y otros repiten, por disciplina y miedo a que se les note demasiado, lo que dicen sus jefes de fila. En definitiva, las elecciones se juegan en Madrid. El Pa¨ªs Valenciano puede ser una llave, pero no la llave, como afirm¨® Felipe Gonz¨¢lez. Se juega en un acto conjunto de Almunia y Frutos con los intelectuales y artistas; se juega con el juego de las cajinas chinas que Aznar ha incorporado a la mercadotecnia electoral. Aunque eso de ir sacando una rebaja fiscal de otra rebaja fiscal, hasta el infinito, es tan arriesgado como sospechoso. Y a la gente, los prestidigitadores no le inspiran demasiada confianza; prefiere la sensatez y la realidad, a los promesas sujetas con alfileres.
A una semana del d¨ªa de reflexi¨®n, pueden pasar muchas cosas. Sin duda, todos se guardan el n¨²mero final, para sorprender a los ingenuos votantes. Pero, cuidado, los sorprendidos pueden ser ellos.
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