Pinochet
Escribo desde la indignaci¨®n y la tristeza que me produce la nada sorprendente liberaci¨®n del criminal dictador Augusto Pinochet. Los turbios tejemanejes de nuestros gobernantes han echado a perder una ocasi¨®n ¨²nica para dejar claro de una vez por todas que poder e impunidad no son sin¨®nimos, y que la justicia est¨¢ por encima de la pol¨ªtica en la escala de los valores humanos.Me queda el consuelo de que, tarde o temprano, la historia pasar¨¢ factura a las marionetas de este triste gui?ol y sacar¨¢ a la luz sus mohosos engranajes; y espero que la proximidad de las urnas sirva a los espa?oles para castigar la tibieza de nuestros gobernantes, de nuevo m¨¢s empe?ados en proteger los intereses de sus pares que los de los pueblos que les han colocado donde est¨¢n. S¨®lo me queda expresar mi sincero agradecimiento al juez Garz¨®n, que, al contrario que los Gobiernos europeos, ha luchado literalmente hasta el ¨²ltimo minuto contra la decisi¨®n del ministro Straw. Ojal¨¢ sepa que el apoyo que le ha denegado nuestro Gobierno lo ha tenido desde nuestras casas.- Despu¨¦s de todo se confirma, seg¨²n piensan algunos, que Dios escribe recto con l¨ªneas torcidas. Porque pocas situaciones tan torcidas como todo el asunto Pinochet y ahora, por muchos deseos que tuviera de volver a su tierra, el dictador vuelve sin honra ni gloria, y vuelve para caer, seg¨²n afirman los m¨¢s tenaces, en manos de la justicia chilena, lo que es un chiste cruel y demoledor, porque todo el mundo sabe en Chile que la justicia, despu¨¦s de estar manejada por los militares, ha salido tocada (m¨¢s de lo que estaba), y no creo que se haya rehecho de todos sus males en tan corto periodo democr¨¢tico.
La patata caliente la tienen los chilenos: los que lo quer¨ªan vivo para vitorearlo y llevarlo en andas (aunque parece que no est¨¢ para mucho traqueteo) y los que lo quer¨ªan juzgado y condenado, que se lo merece como el que m¨¢s.Chile es una unidad territorial geogr¨¢ficamente, pero es un pa¨ªs fuertemente dividido entre los que avivan al dictador, los que lo reclaman para la justicia, los pobres, a quienes les debe dar igual y s¨®lo quieren trabajo, educaci¨®n para sus hijos y medicina para todos, y los nuevos ricos, que pasan un poco de todo el bullicio pol¨ªtico hasta el momento en que se les toca su nuevo estatus.
Mal lo tiene Ricardo Lagos, que se merece otra cosa. Todos lo quer¨ªan en Chile (al dictador); hoy, por lo que oye en las declaraciones todos se desmarcan, todos tiran la pelota fuera de la cancha. ?Ay, Chile! ?Cu¨¢nto te queda a¨²n por padecer por culpa de Augusto Pinochet!- Osvaldo Mendoza Cossio. Barcelona.
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