En repulsa
Termin¨® febrero del modo que suele todo tiempo: medio tr¨¢gico, medio carnavalero. Esta vez, con dos cr¨ªmenes abyectos y, a rengl¨®n seguido, el principio de la campa?a electoral. Un tanto ensordecido, es justo concederlo, por el pre¨¢mbulo de dolor e indignaci¨®n que los oradores pusieron a sus m¨ªtines de media noche; pero vino enseguida la ilusoria desfloraci¨®n de una campa?a que lleva meses trotando calles y esquinando. Ya es legal la gresca que soportamos desde hace tiempo: quienes se deslomaban de hecho pueden descostillarse de derecho durante seis d¨ªas m¨¢s, hasta el s¨¢bado, el shabat democr¨¢tico, que a?ade a las 39 prohibiciones b¨ªblicas, la de seguir inflamando a compa?eros y a compa?eras, y a camarados y a camaradas; la de continuar adoctrinando a ciudadanos y ciudadanas irresolutos/as; y la de obstinarse en exhumar votos de abstinentes, que no yacen en bolso sino en bolsa.Los acontecimientos referidos en primer lugar han congregado en todo el pa¨ªs a miles de iracundos reprimidos. Y los medios han dado justa cuenta de ello, pero diciendo sin reparar en gastos que las manifestaciones acontec¨ªan, acontecieron o iban a acontecer en repulsa de los cr¨ªmenes de Vitoria. Infortunadamente, llevamos muchos muertos asegurando que eso se hace en repulsa de (o por). Es uno de los m¨¢s vistosos granillos que le han florecido al acn¨¦ juvenil del idioma. Con ¨¦l, se ha hecho un violento achique de aquello que, hasta hace poco, dec¨ªamos los hispanos: en se?al o testimonio de repulsa o como expresi¨®n o exteriorizaci¨®n de repulsa y cosas as¨ª, en que de repulsa complementaba a un nombre introducido por en; sin ¨¦l, la frase carec¨ªa de significaci¨®n; en este caso, el complemento puntualiza que las manifestaciones eran un signo de congoja y corajina juntas. Pero a alguien se le ocurri¨® la ¨¢gil pirueta de saltar por encima de aquel nombre necesario, y ah¨ª tenemos, reiterado hasta el empalago, eso de las manifestaciones en repulsa.
Es brote reciente: el archivo acad¨¦mico lo registra en Espa?a a partir de 1997; pudo nacer antes, pero, en cualquier caso, es a¨²n beb¨¦. Y, como suele ocurrir, fue invenci¨®n (y es uso) de gente a quien se retir¨® la lactancia idiom¨¢tica antes de tiempo.
Algunas de estas construcciones viven, ciertamente, en el idioma ya desde antiguo, como complementos adjuntados al verbo y no a un nombre: "Le han regalado una stock option por su gracia y salero", donde podr¨ªa haberse esperado que le regalaron tan ping¨¹e cosa en (o como) reconocimiento de su galanura. Caben otras posibilidades (por gratitud a, como retribuci¨®n a, como premio de o a, como muestra de entusiasmo por su sandunga), y cien m¨¢s que a cualquiera se le ocurren.
Pero la ablaci¨®n de estos nombres no sucede siempre: es imposible decir que "est¨¢n doblando las campanas en duelo" (por en se?al de duelo), o que "le mostr¨® el pu?o cerrado con un dedo discrepante en desprecio" (cuando se quiere significar que le hizo tan mal gesto en prueba de desprecio), o que "le dio un par de zurras al ¨¢rbitro en cari?o", seg¨²n reciente efusi¨®n de un futbolista.
Uno de tales casos imposibles era, hasta fecha reciente, en repulsa, probablemente calcado en Espa?a sobre en rechazo de o en repudio de, que, venidos de Am¨¦rica, habitan entre nosotros hace unos diez a?os: "en rechazo del terrorismo", en vez de "como expresi¨®n de rechazo", por ejemplo.
?Merece censura? Si contamos con posibilidades antiguas, como en agradecimiento + preposici¨®n en todo el territorio del idioma, ?por qu¨¦ no en repulsa por o de? Lo sorprendente es la velocidad con que se propagan las novedades, c¨®mo saltan entre continentes y cerebros. S¨®lo el deseo de colgarse pendientes molones explica que muy pocos se pregunten si aquello lo dec¨ªan ellos mismos hace poco. Prefieren la arruga bella y pr¨ºt-¨¤-porter.
La manipulaci¨®n de las preposiciones constituye hoy un deporte muy generalizado, con consecuencias sint¨¢cticas notables. ?A qui¨¦n no le ha ocurrido llamar a alguien importante por tel¨¦fono, y que le salga al paso su secretaria con un "Est¨¢ reunido", en vez de en una reuni¨®n? El dicho y el hecho juntos causan hinchamiento de narices, por la certidumbre de que es infame subterfugio para no contestar a nadie ("?Pero a nadie, sabes, Pepita, a nadie!"). La colerina es s¨®lo comparable a la promovida por la ausencia de aqu¨¦l que buscas en su oficina y "est¨¢ desayunando"; mira uno el reloj, son las doce, y reniega de que existan gentes tan bohemias.
Aunque irrite, debe comprenderse, sin embargo, que alg¨²n obst¨¢culo deben interponer algunas personas cuando est¨¢n trabajando, para protegerse del asalto telef¨®nico que corta a veces un discernimiento, saca de las casillas e inunda el cuerpo de adrenalina. Contestar que el solicitado no est¨¢, lo desprestigiar¨ªa porque deb¨ªa estar. En cambio, el est¨¢ reunido enriquece al demandado con un plus de importancia: los cualquieras no se re¨²nen.
Lo o¨ªmos tanto ya, que no choca. Y, sin embargo, es un sinsentido idiom¨¢tico de buen tama?o, porque reunir significa 'juntar' o 'congregar', lo cual exige que lo reunido sea m¨²ltiple, en modo alguno ¨²nico: "Se reunieron Aznar y Almunia"; siendo dos, no hubo prevaricaci¨®n gramatical. Y si en ese momento los acecha el m¨®vil de alg¨²n intruso, es seguro que en sus secretar¨ªas respectivas le contestar¨¢n: "No puede ponerse porque est¨¢ reunido con su sastre, por ejemplo, o, m¨¢s vagamente, en una reuni¨®n". Seguro que ambos l¨ªderes habr¨¢n prohibido est¨¢ reunido: no puede esperarse menos de quienes, tras la victoria, se proponen mejorar el lenguaje del pa¨ªs, por si en ello le fuera algo a la democracia; que s¨ª le va.
Progresar¨¢n de ese modo bastantes medios de comunicaci¨®n; dejar¨¢n de decir, por ejemplo, que alguien "contrajo el hongo aspergillus en un hospital", como si los hongos fueran la gripe; que fracas¨® "la jornada huelgaria de ayer" en vez de huelgu¨ªstica; que "los alumnos tienen que consumar algunas actividades obligatorias", dicho sin referencia alguna a la clase de educaci¨®n sexual... Nuestra BBC (bbc) nacional, narrando el entierro de dos polic¨ªas y un bombero s¨®rdidamente asesinados en Valencia, asegur¨® hace pocos d¨ªas que "iniciaba el s¨¦quito el bombero, seguido de los dos guardias"; confundir s¨¦quito con cortejo, y afirmar que un muerto iniciaba una marcha, causa pavor. Adem¨¢s, lo iniciaba, cuando en realidad lo abr¨ªa; y aun esto ser¨¢ falso: ?nadie iba delante? Nuestros asesinados alaveses han tenido abundante compa?¨ªa. Y descompa?¨ªa.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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