Lo global y lo provinciano JOSEP RAMONEDA
Dicen que el desinter¨¦s de un pa¨ªs por la pol¨ªtica internacional es un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de provincianismo. Durante esta campa?a electoral ha habido un acontecimiento internacional de singular importancia: Rusia ha dado por terminada la guerra de Chechenia. Es decir, ha culminado su carnicer¨ªa. No he o¨ªdo ni una sola menci¨®n a este acontecimiento. Ning¨²n candidato ha considerado relevante que Rusia, heredera de la "otra" potencia de la guerra fr¨ªa masacrara a un pa¨ªs entero y se cebara sobre la ciudad de Grozni d¨®nde no queda piedra sobre piedra. Y, sin embargo, Espa?a es miembro de la Uni¨®n Europea y de la OTAN. A la OTAN compr¨® Rusia su impunidad durante la guerra de Kosovo. La Uni¨®n Europea ni siquera ha levantado la voz ante las atrocidades cometidas en Chechenia. Era el precio a pagar por la discreci¨®n rusa durante el conflicto kosovar.Nada de esto interesa en la campa?a electoral espa?ola. Los partidos est¨¢n en plena subasta a ver qui¨¦n ofrece m¨¢s a los bolsillos de la ciudadan¨ªa. Aznar promete una propina en impuestos, Almunia veintiocho mil pesetas a los pensionistas. Y sigue la escalada. ?Qui¨¦n da m¨¢s? La pol¨ªtica s¨®lo es dinero. La condici¨®n de ciudadano se ha reducido a su dimensi¨®n tributaria: ciudadano NIF. Lo dem¨¢s es irrelevante. Cuanto m¨¢s se acerca el final de campa?a menos pol¨ªtica y m¨¢s promesas en met¨¢lico. En este terreno no hay que perder el tiempo: la derecha gana en cinismo. Lo lamentable es que la izquierda no sea capaz de ensanchar el campo de juego. Estamos en la sociedad global y, sin embargo, estas elecciones son de un insoportable tufo provinciano.
Nadie duda de que el bolsillo es la primera preocupaci¨®n de muchos ciudadanos. Y que esperan propuestas de los partidos que mejoren sus posiciones en t¨¦rminos de renta y expectativas econ¨®micas. Pero la pol¨ªtica no se acaba aqu¨ª. Y en la sociedad global lo que ocurre lejos puede tener repercusiones cerca. La Uni¨®n Europea ha apostado por Putin. Y lo ha hecho mientras ¨¦ste constru¨ªa su poder a sangre y fuego, sobre la destrucci¨®n de Chechenia. Se ha llegado a decir, desde Europa, que Rusia necesitaba recuperar su orgullo. Menuda idea del orgullo. Que Rusia no es Serbia ya lo sabemos. Y que las actuaciones militares por principios se hacen en funci¨®n de las relaciones de fuerzas nadie lo duda. Pero una cosa es no intervenir militarmente y otra muy distinta dejar hacer sin la menor cr¨ªtica, sin ninguna presi¨®n diplom¨¢tica relevante. Rusia masacra y, en Occidente, silencio. Afortunadamente, como ha escrito Andr¨¦ Glucksmann, algunos periodistas mucho m¨¢s responsables que nuestros impasibles dirigentes pol¨ªticos "ya rompieron la omert¨¤". Gracias a ellos (sus fotos, sus im¨¢genes y sus testimonios) sabemos la verdad que nuestros expertos, ministros y otras eminencias sacrifican vergonzosamente. La ¨²ltima peque?a verdad contada es la de una presunta francotiradora que fue descuartizada por soldados rusos. Como en el suplicio de Damian (que atent¨® contra Louis XV), s¨®lo que con camiones en vez de caballos. As¨ª de avanzados estamos. Y los dirigentes occidentales apostando por Putin. Despu¨¦s de Chechenia, cuando nuestros pol¨ªticos hablen de derechos humanos les escucharemos de otra manera.
Y eso vale para todos. A la caza de votos la oposici¨®n no ha tenido tiempo para interpelar al Gobierno. Ganas de perder el tiempo, dir¨¢n algunos. Eso no da votos, dir¨¢n los c¨ªnicos de siempre. Caprichos de intelectuales, dir¨¢n otros. Espa?a, ?qu¨¦ pinta en todo esto?, dir¨¢n los m¨¢s torpes. Si nuestro destino es Europa, ?c¨®mo no va a concernirnos la debilidad pol¨ªtica, ideol¨®gica y moral de la UE en la que nuestro Gobierno tiene voto? Porque la cuesti¨®n Putin no es s¨®lo la cuesti¨®n de los derechos humanos que con tanto ardor Occidente defiende en unos casos y con tanta facilidad olvida en otros, sino que plantea tambi¨¦n interrogantes para nuestro propio futuro. Los ciudadanos europeos no podemos mirar a otra parte ante el peligro de que un Putin todopoderoso instale un r¨¦gimen nacional-militar en Mosc¨². Pero esto, seg¨²n parece, no toca en las elecciones. Silencio. Aznar tan sensible con el curr¨ªculo de Haider -hasta que el Ejido le dej¨® mudo- no ha visto nada alarmante en Chechenia. Y, sin embargo, como miembro de la OTAN y de la UE, Espa?a deber¨ªa tener un papel en el mundo. Ni a Aznar le interesa, ni, por lo que se ve, a la oposici¨®n.
Una oposici¨®n que no se da cuenta de que este caso es un buen ejemplo de la manera de gobernar que tiene el presidente, tan aficionado a esconderse cuando aparecen temas inc¨®modos. La pol¨ªtica internacional de Aznar consiste en esto: en seguir la corriente y procurar pasar desapercibido cuando aparece alg¨²n s¨ªntoma de riesgo. Lo hizo en Kosovo, lo hizo con Pinochet, lo ha hecho con Chechenia. La oposici¨®n no le interpela porque, por lo visto, est¨¢ en la misma l¨ªnea: silencio. Nos hablan de la sociedad global y, sin embargo, act¨²an como si las masacres lejanas nos fueran perfectamente ajenas.
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