Hechos y no palabras
Los partidos anuncian en las elecciones, como las cig¨¹e?as en San Blas, tiempos mejores. A diferencia de las cig¨¹e?as, que cumplen invariablemente su promesa con la llegada del verano, las ofertas de algunos partidos pueden ser s¨®lo se?uelos para captar votos y llegar o mantenerse en el poder. Y en los caladeros de votantes, las mujeres nos hemos convertido en una presa decisiva para el resultado electoral, ya que, debido a la diferencia en la esperanza de vida, constituimos bastante m¨¢s de la mitad del censo electoral.En las ¨²ltimas elecciones generales el PSOE obtuvo un 42% de apoyo femenino, cuatro puntos por encima de la media nacional. Esto quiere decir que, si s¨®lo hubieran votado las mujeres, el PSOE habr¨ªa ganado las elecciones de 1996. Por eso, el Partido Popular, que hasta hace muy poco despreciaba las reivindicaciones del movimiento de mujeres, est¨¢ echando el resto.
Al final de esta legislatura la mercadotecnia de los populares ha inundado los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y privados con propaganda sobre planes dedicados a las mujeres. Hace apenas un mes, el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, atacado tambi¨¦n por la furia del "qui¨¦n da m¨¢s", ha anunciado un plan de empleo femenino dotado con 50.000 millones de pesetas (15 veces el presupuesto total del Instituto de la Mujer del Gobierno de Aznar) a pesar de que previamente se hab¨ªa negado a aceptar una enmienda a los presupuestos de la Comunidad para el a?o 2000 -por una cantidad inferior a los mil millones- con la que la oposici¨®n trataba de paliar la cruda realidad de que las mujeres constituyen casi los dos tercios del total de inscritos en las oficinas de empleo de la Comunidad Aut¨®noma.
El movimiento feminista, y las organizaciones de mujeres no afines al PP, han desconfiado en general de la propaganda de este partido. Por un lado, porque, a poca memoria que se tenga (no se trata de analizar, s¨®lo de no olvidar), la intervenci¨®n conservadora en materia de derechos de las mujeres ha servido siempre para obstaculizarlos, aunque ahora diga Esperanza Aguirre que "no hay partido pol¨ªtico que haya hecho m¨¢s por la liberaci¨®n de la mujer que el PP".
Por otro lado, el an¨¢lisis de la realidad despu¨¦s de cuatro a?os de gobierno de los populares no justifica para nada el triunfalismo de la propaganda oficialista. A pesar del crecimiento econ¨®mico, la tasa de actividad femenina apenas ha aumentado, y la brecha entre el desempleo de mujeres y hombres no ha disminuido.
Las mujeres nos ocupamos del m¨¢s de un mill¨®n de personas adultas dependientes del cuidado familiar, y tambi¨¦n somos nosotras las que cuidamos a las ni?as y ni?os peque?os, porque la red de servicios sociales y de educaci¨®n infantil de 0 a 3 a?os es absolutamente insuficiente. La violencia de g¨¦nero est¨¢ significando dos muertes semanales en lo que llevamos de este a?o, y la participaci¨®n de las mujeres en la toma de decisiones s¨®lo ha avanzado en la representaci¨®n pol¨ªtica (el 19,3% del Congreso son mujeres) por el tir¨®n que la iniciativa en materia de cuotas del PSOE y de IU ha representado para el conjunto de la clase pol¨ªtica.
El informe que ha presentado el Gobierno espa?ol a Naciones Unidas, evaluando la aplicaci¨®n en Espa?a de la Plataforma de Acci¨®n aprobada en 1995 en la IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres de Pek¨ªn, ha sido rechazado como pura declaraci¨®n de intenciones por las organizaciones de mujeres, que han elaborado una respuesta alternativa a la del Gobierno espa?ol al cuestionario de la ONU.
Mientras Te¨®fila Mart¨ªnez, candidata del PP a la Junta de Andaluc¨ªa, declara junto a Javier Arenas que el feminismo son ellos, el PP ha esperado hasta el ¨²ltimo momento para presentar al respetable su programa electoral destinado a las mujeres, con un lenguaje que recuerda a veces al de Valerie Solanas o la primera Germaine Greer, feministas radicales de los a?os sesenta.
Las medidas incluyen desde el pleno empleo y guarder¨ªas a destajo hasta pol¨ªticas de incentivaci¨®n de la natalidad que combinan la estrategia del tercer hijo con subvenciones a las empresas cuyas trabajadoras se queden embarazadas. Todo ello, acompa?ado de una rebaja de los impuestos denominada "la segunda revoluci¨®n fiscal".
No se comprende por qu¨¦, en ese lujoso contexto, el vicepresidente econ¨®mico del Gobierno, Rodrigo Rato, puso, en cambio, a caer de un burro el programa del PSOE en materia social, y vaticin¨® la salida espa?ola del euro, la quiebra de la Seguridad Social y la ruina del Estado por el pacto entre el PSOE e IU. En particular, las medidas que contiene el acuerdo destinadas a las mujeres, cuatro de los once puntos de ese acuerdo son muy concretas y algunas no cuestan dinero.
El acuerdo incluye un compromiso para poner en marcha las siguientes medidas:
1. Ley contra la violencia de g¨¦nero.
2. Priorizar la creaci¨®n de empleo femenino y la eliminaci¨®n de la discriminaci¨®n laboral de las mujeres en el acceso al empleo y en las condiciones de trabajo.
3. Despenalizaci¨®n de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo.
4. Reforma de la ley electoral para conseguir una representaci¨®n igualitaria de hombres y mujeres.
Queremos, adem¨¢s, pol¨ªticas que hagan posible la compatibilizaci¨®n de las responsabilidades laborales y familiares, y esto s¨®lo ser¨¢ posible con el desarrollo de servicios de apoyo a las familias: guarder¨ªas, atenci¨®n domiciliaria para las personas dependientes, flexibilidad de horarios o actividades extracurriculares en los colegios. Pero la "segunda revoluci¨®n fiscal" anunciada por Aznar es dif¨ªcilmente compatible con una convergencia con la media europea en gasto social, que tenga en cuenta los problemas de la gente en general y de las mujeres en particular.
La tasa de natalidad no va a aumentar con las bonificaciones por hijo. Esos premios para incentivar las familias numerosas ya han sido experimentados en otros pa¨ªses y han fracasado. Las personas j¨®venes decidir¨¢n tener hijos si se les facilita el acceso a la vivienda, al empleo y a guarder¨ªas. Ahora el PP promete guarder¨ªas, pero en los cuatro a?os en los que ha gobernado ha disminuido el n¨²mero de las que hab¨ªa. Hay que enfocar de forma distinta los sistemas de excedencia por tener hijos, con permisos por paternidad separados de los de maternidad, para que los hombres los utilicen en caso de nacimiento o adopci¨®n de un hijo, y garantizando la cotizaci¨®n a la Seguridad Social para el hombre o la mujer que pide una excedencia para cuidar a los hijos al menos hasta los tres a?os.
Queremos tambi¨¦n que a las mujeres mayores, que han trabajado en sus familias y para los dem¨¢s, se les d¨¦ alguna posibilidad de autonom¨ªa econ¨®mica, a trav¨¦s de un convenio con la Seguridad Social para que puedan acceder a una pensi¨®n contributiva. Todas estas pol¨ªticas son realistas y posibles: ya han sido puestas en marcha en otros pa¨ªses europeos, la mayor¨ªa de ellas por Gobiernos progresistas.
Independientemente de esta especie de t¨®mbola de promesas electorales organizada por el PP -una t¨®mbola para todos los p¨²blicos: j¨®venes y mayores, ricos y pobres, hombres y mujeres-, con la continuidad del Gobierno de Aznar s¨®lo nos esperar¨ªan m¨¢s declaraciones de intenciones, y tras ellas, s¨®lo humo.
Un Gobierno de progreso, en cambio, ofrece muchas m¨¢s garant¨ªas en cuanto al desarrollo de pol¨ªticas efectivas para la igualdad entre mujeres y hombres, y, contra lo que sostienen los organizadores de la t¨®mbola, no va a suponer nuestra salida de Europa: la inmensa mayor¨ªa de las europeas y los europeos han elegido y tienen gobiernos progresistas.
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