Las mujeres acceden al trabajo, pero siguen lejos del poder
Isabel ?vila?ngeles Ruiz-TagleMar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n
Son 20,4 millones, el 51% de la poblaci¨®n espa?ola. S¨®lo la tercera parte de las mujeres trabaja fuera de casa. De ellas, el 30% cobra menos que los hombres por el mismo trabajo y ¨²nicamente el 11% ocupa puestos de responsabilidad. Las mujeres representan tambi¨¦n el 52% del censo electoral, pero las parlamentarias apenas sobrepasan el 19%. Los partidos no escatiman promesas para combatir estas desigualdades en sus programas. Todos est¨¢n de acuerdo en impulsar el acceso de la mujer al mundo del trabajo y en luchar contra la violencia dom¨¦stica. Las divergencias -y las rebajas- comienzan con el reparto de poder.En el ¨¢mbito laboral, s¨®lo Izquierda Unida (IU) propone medidas concretas para luchar contra la misoginia de los jefes. En el pol¨ªtico, IU y el PSOE son las ¨²nicas formaciones que incluyen la paridad en las listas electorales, aunque despu¨¦s tampoco la cumplen: prometen el 40% y dan el 33%. El doble, en cualquier caso, que el resto de los partidos parlamentarios.
El PP se opone frontalmente a la discriminaci¨®n positiva y plantea un discurso de incremento del poder de las mujeres basado exclusivamente "en la capacidad y el m¨¦rito", una capacidad y un m¨¦rito que, como lamentan las defensoras de las cuotas, nadie se plantea a la hora de repartir el poder entre los hombres. Los nacionalistas se muestran ambiguos en este terreno: no lo mencionan en sus programas y menos a¨²n lo llevan a la pr¨¢ctica. Sin embargo, sus responsables del ¨¢rea de la mujer apoyan las cuotas, un sistema del que el candidato socialista a la Junta de Andaluc¨ªa, Manuel Chaves, se ha convertido en abanderado al anunciar que la mitad de las carteras de su pr¨®ximo Gobierno estar¨¢n en manos de consejeras.
En las ofertas de creaci¨®n de empleo el consenso es mayor. Abarca desde los incentivos a la maternidad, especialmente defendidos por el PP y compartidos mayoritariamente por el PSOE, hasta la aplicaci¨®n de medidas disuasorias a las empresas con prejuicios ante la contrataci¨®n femenina. Izquierda Unida propone, por ejemplo, anular los contratos entre la Administraci¨®n y las empresas privadas que no apliquen criterios de igualdad en sus plantillas, en tanto Converg¨¨ncia i Uni¨® promete una mayor inspecci¨®n laboral en este sentido.
Los partidos, sin excepciones, hablan de propiciar el acceso de las mujeres a los puestos de responsabilidad, aunque s¨®lo Izquierda Unida lo concreta hasta la obligatoriedad de nombrar m¨¢s jefas incluso en el sector privado.
El PP presenta como baza electoral el empleo creado durante los ¨²ltimos cuatro a?os: 145.269 mujeres firmaron contratos indefinidos en 1996; 486.205 lo han hecho durante 1999. En condiciones de contrataci¨®n m¨¢s precaria, se han creado 350.000 nuevos empleos. La candidata del PP a la Junta de Andaluc¨ªa, Te¨®fila Mart¨ªnez, se ha comprometido adem¨¢s a crear 300.000 puestos de trabajo en los pr¨®ximos cuatro a?os, de los cuales, asegura, 200.000 ser¨¢n para mujeres. El PSOE y CiU no concretan tanto, pero incluyen en sus programas una propuesta que probablemente resultar¨¢ pol¨¦mica: la pensi¨®n de jubilaci¨®n para las amas de casa, un planteamiento sobre el que el movimiento feminista se encuentra dividido. Los socialistas admiten que se trata de una propuesta largamente debatida en el seno del partido, finalmente asumida en el programa electoral. Afectar¨¢ a todas las amas de casa por igual, independientemente de la situaci¨®n econ¨®mica de los maridos, y requerir¨¢ una cotizaci¨®n previa a la Seguridad Social de 15 a?os.
La lucha contra la violencia dom¨¦stica s¨ª a¨²na voluntades. Todos avalan la creaci¨®n de un organismo que aglutine las mil facetas de un problema que comienza en la escuela y suele acabar en la c¨¢rcel, el hospital o el cementerio. Intensas campa?as de prevenci¨®n y persecuci¨®n del delito son propuestas comunes para paliar un problema denunciado en 1999 por 21.778 mujeres y padecido de puertas adentro por otras 100.000, seg¨²n estimaciones oficiales.
En el aborto, las diferencias son m¨¢s acusadas. El PP no quiere ni o¨ªr hablar del asunto, los nacionalistas tampoco lo mencionan en sus programas, y el PSOE e IU plantean diferentes alternativas para ampliar la ley de interrupci¨®n voluntaria del embarazo: nada concreto los socialistas; ley de plazos -la actual se basa en causas- para IU.
Los varones del PNV, que hasta el pasado enero no admitieron la presencia de una mujer en su ejecutiva, parecen remisos a la hora de compartir su contribuci¨®n a la actual desigualdad, una situaci¨®n de la que responsabilizan directamente a las mujeres. El programa de los nacionalistas vascos habla de superar "la autoeliminaci¨®n que las mujeres realizan de sus propias capacidades y potencialidades, as¨ª como su autodiscriminaci¨®n por tipos de estudios o carrera elegida".
Derechos y "ternura"
Por lo dem¨¢s, todos los partidos coinciden a la hora de continuar atribuyendo a la mujer el papel extralaboral de educadora y enfermera. As¨ª, propuestas que afectan igualmente a los hombres, como el cuidado de los ni?os, enfermos o minusv¨¢lidos, son incluidos sistem¨¢ticamente en los apartados de la mujer, en los que prometen m¨¢s facilidades para que siga desempe?ando este tipo de tareas.
Tan asumidos parecen estar los t¨®picos entre los pol¨ªticos que para Coalici¨®n Canaria la igualdad significar¨¢ que las mujeres obtendr¨¢n "derechos" y los hombres "el cultivo de valores humanos como la ternura, los sentimientos y el cuidado a los dem¨¢s".
Victoria Camps es catedr¨¢tica de ?tica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
?nicamente el norte de Europa aplica la paridad en sus parlamentos
Hay 190 parlamentos en todo el mundo. Sin embargo, s¨®lo el 13% de los esca?os corresponde a las mujeres. Los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea se sit¨²an a la cabeza de la representaci¨®n pol¨ªtica femenina, y, de ¨¦stos, ¨²nicamente los del norte, especialmente Suecia, Dinamarca y Finlandia, mantienen una cierta paridad en las instituciones p¨²blicas.En estos pa¨ªses, las mujeres han logrado que los partidos o las legislaciones incluyan el sistema de cuotas en las candidaturas electorales. S¨®lo as¨ª, opinan sus partidarios, se avanza significativamente hacia la igualdad. De otro modo, el proceso resultar¨ªa innecesariamente largo e injusto.Esta reflexi¨®n llev¨® a los pol¨ªticos n¨®rdicos, de forma voluntaria, a incluir en las candidaturas las cuotas paritarias, al igual que han hecho en Espa?a el PSOE e Izquierda Unida de manera expl¨ªcita, y m¨¢s veladamente el PNV. "Se tender¨¢ a la paridad" es el m¨¢ximo compromiso estatutario de los nacionalistas vascos.
A los n¨®rdicos les siguen en representaci¨®n femenina Finlandia, Noruega y los Pa¨ªses Bajos, que sobrepasan el 35%. En Francia, la Asamblea Nacional impuso por ley, a finales de enero pasado, las cuotas obligatorias del 50%. Fue una medida que cont¨® con un amplio consenso entre los partidos, y que precis¨® la reforma previa de la Constituci¨®n. Tambi¨¦n tienen cupos obligatorios Argentina, Brasil, Nepal, Filipinas y Corea.
En Espa?a, donde la representaci¨®n parlamentaria femenina es del 18%, socialistas e Izquierda Unida opinan que no es necesario modificar la Carta Magna para implantar la igualdad por ley. Bastar¨ªa, seg¨²n informes de constitucionalistas encargados por el PSOE, con a?adir a la Ley Electoral un art¨ªculo seg¨²n el cual la Junta Electoral rechazar¨ªa las candidaturas que no reflejaran una paridad m¨ªnima del 40%.
"S¨®lo se cuestiona la injusticia con la mujer"
Para Isabel ?vila, presidenta de la Confederaci¨®n de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios, no existen dudas: "Las mujeres que trabajan s¨®lo en el hogar ahorran mucho dinero al Estado. Por lo tanto, merecen pensi¨®n".Esta retribuci¨®n s¨®lo la recogen los programas del PSOE y CiU. Afectar¨ªa a los 5.200.000 mujeres que reconocen dedicarse a sus labores -"muchas no lo admiten porque les da verg¨¹enza; prefieren decir que son paradas"-, independientemente del nivel de ingresos del marido o de su falta de voluntad para acceder a un empleo remunerado.
"S¨®lo se cuestiona la injusticia cuando se trata de las mujeres", lamenta ?vila. "Nadie protesta porque dos empleados cobren lo mismo aunque uno trabaje de verdad y otro sea un profesional del escaqueo; tampoco cuestiona nadie que Mario Conde tiene el mismo derecho al paro que el ¨²ltimo currito".
"No queremos favores; queremos igualdad"
En la Coordinadora Espa?ola para el Lobby Europeo de Mujeres no quieren parches, sino una nueva legislaci¨®n que haga posible una nueva sociedad. "No nos valen las ayudas para educar a los hijos o los permisos laborales para cuidar enfermos. Queremos compartir esas tareas con los hombres". Por eso rechazan la Ley de Conciliaci¨®n que ha aprobado el PP. "Apuntala todo lo que rechazamos. No queremos favores; queremos igualdad", dice su portavoz, Mar¨ªa ?ngeles Ruiz-Tagle.Esta ONG, creada en Espa?a en 1993 con 23 federaciones de mujeres, tiene su equivalente en los pa¨ªses de la UE, ya que es la Comisi¨®n Europea quien las financia.
El objetivo es compartir con los hombres el poder, el empleo y las tareas sociales. Para ello es necesario un cambio profundo en las leyes, que a su vez cambien las mentalidades. Lo ¨²nico, opinan, que cambiar¨¢ la sociedad.
"Hacen falta l¨ªderes y mucha paciencia"
"Mucha paciencia y buenos l¨ªderes". Es la receta que la soci¨®loga e investigadora del CSIC Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n ofrece mientras llega el cambio cultural que, en su opini¨®n, har¨¢ posible la aut¨¦ntica igualdad de oportunidades entre los sexos.Dur¨¢n, que lleva a?os cuantificando el coste de las tareas de educadoras, enfermeras y cuidadoras de ancianos que desempe?an las mujeres dentro de casa, piensa que cambiar las leyes es bueno, pero transformar las mentalidades es mejor. Ella aboga por la unidad interpartidaria de las mujeres: "Ser¨ªa la mejor defensa de nuestros intereses, aunque s¨¦ que es poco viable".
Esta catedr¨¢tica s¨ª cree ¨²til que los partidos atajen el problema de la desigualdad desde su ra¨ªz. Y aporta una idea: excluir de los Presupuestos Generales a las instituciones que no respetan la igualdad contemplada en la Constituci¨®n. "Quedar¨ªan fuera m¨¢s de las que la gente imagina", asegura.
Falta igualdad
Ya nadie discute que el siglo XX ha sido el siglo del reconocimiento de la mujer. El salto dado desde que la mujer empez¨® a tener acceso al voto, a la educaci¨®n y al mercado de trabajo ha sido inmenso. Basta comparar lo que hacen y piensan las ni?as y j¨®venes de hoy con respecto a lo que hac¨ªan y pensaban sus madres y abuelas. Una ni?a de mi generaci¨®n que se viera a s¨ª misma como futura m¨¦dica, ingeniera o jueza era un esp¨¦cimen m¨¢s bien extravagante. Ahora ocurre lo contrario: lo raro es que una joven se piense como madre o se?ora de su casa antes que muchas otras cosas. Y aunque la disposici¨®n del hombre a igualarse al otro sexo deje a¨²n bastante que desear, es innegable que la fuerza de las f¨¦minas tambi¨¦n los arrastra a ellos y que ya no todo les est¨¢ permitido.El peligro es la complacencia. O la falta de memoria. O la ceguera para ver un poco m¨¢s all¨¢ del peque?o mundo en el que una se mueve. El peligro es no percibir que sigue faltando igualdad, a pesar de todos los cambios y los progresos evidentes. Sigue faltando, sobre todo, esa igualdad aparentemente menor y cotidiana sin la que no hay aut¨¦ntica libertad, por mucho que los obst¨¢culos formales hayan desaparecido. Que las j¨®venes llenen las universidades, que haya tantas mujeres como hombres en muchas profesiones tradicionalmente masculinas, que las ni?as obtengan mejores notas que los ni?os y tengan una clara vocaci¨®n profesional, no quiere decir que todo est¨¦ conseguido ni que la igualdad de oportunidades sea un hecho.
Hace ya unos a?os que las feministas le dan vueltas a un eslogan que lo resume todo: "Lo privado es pol¨ªtico". Mientras el mundo privado siga siendo el predio exclusivo de las mujeres, porque los hombres no lo quieren como propio, y carezca, por tanto, de reconocimiento social, la igualdad de oportunidades ser¨¢ s¨®lo un remiendo expuesto a desgarrarse al menor tir¨®n. Que el paro afecta m¨¢s a las mujeres que a los hombres, o que los salarios de ellas no acaban de ser como los de ellos, son s¨®lo ejemplos de que la igualdad es m¨¢s aparente que real. Lo que ocurra en la vida privada repercute en la vida p¨²blica, a saber: las mujeres dejan de tener hijos para no verse excluidas del mercado laboral, las mujeres no acceden a cargos de responsabilidad porque tienen que cargar con el doble trabajo laboral y dom¨¦stico, los malos tratos a mujeres son la noticia del d¨ªa porque la mujer sigue estando violentamente subordinada y dominada, hay pocas mujeres en los Parlamentos porque los dirigentes de los partidos no piensan en ellas cuando confeccionan las listas de candidatos. Las costumbres pueden m¨¢s que las leyes, y siguen invariables.
Lo que queda por hacer es cambiar esas costumbres para que el reconocimiento de la igualdad sea satisfactorio. Conseguir que el trabajo oculto, que siempre ha sido cosa de mujeres, deje de serlo. Darse cuenta de que ese trabajo es socialmente tan importante, necesario y rentable como el que se paga con un sueldo. Las formas de vida y las actitudes no se transforman si nadie se propone transformarlas. Los partidos pol¨ªticos tienen ah¨ª un fil¨®n de posibles propuestas si saben enfrentarse a la situaci¨®n con imaginaci¨®n y ganas de mejorarla.
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