Los candidatos han participado ya en 22 debates televisados

Desde el comienzo de la campa?a electoral en EEUU los candidatos que aspiran a la nominaci¨®n presidencial han participado en 22 debates en diferentes cadenas de televisi¨®n. Los principales candidatos republicanos han acudido a 13 debates mientras los dem¨®cratas, en una competici¨®n m¨¢s reducida, han debatido en nueve ocasiones frente a las c¨¢maras.En el pa¨ªs de la televisi¨®n, los debates son la ¨²nica alfombra roja en el camino hacia la presidencia. Un conocido estudio de la Universidad de Harvard sobre el impacto de los debates en los resultados electorales comienza con esta aseveraci¨®n: "La campa?a presidencial es esencialmente un acontecimiento televisivo".

Tal es la tradici¨®n de debates televisados en este pa¨ªs que ya hay fecha, hora y lugar para las confrontaciones finales entre los dos ¨²ltimos aspirantes que queden en la carrera presidencial: debatir¨¢n el 8, 11 y 27 de octubre en Boston (Massachusetts), Winston-Salem (Carolina del Norte) y San Luis (Misuri). Los tres debates se celebrar¨¢n en recintos universitarios a las nueve de la noche.

Desde hace 14 a?os, la organizaci¨®n de estos acontecimientos pol¨ªtico-televisivos corre a cargo de la Comisi¨®n de Debates Presidenciales, un grupo independiente que trabaja en contacto con los partidos pol¨ªticos. Las normas establecen que en los debates finales s¨®lo pueden participar los candidatos que en los sondeos consigan un apoyo m¨ªnimo del 15% de los encuestados, lo que pr¨¢cticamente excluye la participaci¨®n de independientes o alternativos, en lo que se conoce como norma Perot. El magnate Ross Perot fue incluido en los debates de 1992 y logr¨® un 19% de los votos, pero no consigui¨® ninguno de los preciados "votos electorales" que son los que luego convierten en presidente al ganador de las elecciones.

Aunque el Comit¨¦ de Debates Presidenciales siempre recuerda que su trabajo se basa en ofrecer una propuesta, ning¨²n l¨ªder pol¨ªtico con aspiraciones presidenciales se atrever¨ªa a renunciar a participar en un debate televisado pocas semanas antes de las elecciones.