Educaci¨®n para las ni?as, educaci¨®n para todos Kofi Annan
Shalina es una ni?a de Bangladesh que est¨¢ a punto de terminar el colegio. Pero para Shalina no habr¨¢ nervios antes del examen, ni solicitudes para entrar en la universidad, ni diplomas, ni planes para la carrera. Ni siquiera habr¨¢ entrega de t¨ªtulos. Shalina tiene 13 a?os y est¨¢ a punto de unirse a 73 millones de ni?as en edad escolar en todo el mundo que no van al colegio.Para los padres de Shalina, y para millones de padres como ellos, educar a una hija es una p¨¦rdida de tiempo y de dinero. Casaron a su hermana mayor a la edad de quince a?os, despu¨¦s de que decidieran emplear sus escasos recursos para financiar la educaci¨®n de su hijo a expensas de sus hijas. Shalina sol¨ªa preocuparse por las lecciones y los ex¨¢menes, pero le preocupa mucho m¨¢s tener que casarse y engendrar ni?os siendo todav¨ªa una ni?a ella tambi¨¦n. Shalina sol¨ªa so?ar con ser m¨¦dico, pero ahora le espera una vida de limpiar casas de d¨ªa y dar clases privadas a ni?os m¨¢s peque?os de noche. Shalina sol¨ªa ser una ni?a feliz, pero ahora escribe que desear¨ªa ser chico.
A Shalina y sus 73 millones de compa?eras se les niega no s¨®lo algo que muchos de nosotros damos por hecho; se les niega un derecho humano b¨¢sico recogido en instrumentos internacionales que sus respectivos Gobiernos han suscrito, como la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos y la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o: el derecho a la educaci¨®n.
A menudo se dice que la educaci¨®n capacita a las chicas porque les da m¨¢s confianza y les permite tomar decisiones informadas sobre su vida. Los que lean este art¨ªculo podr¨ªan pensar que esa afirmaci¨®n se refiere a t¨ªtulos universitarios, ingresos o logros profesionales. Pero para la mayor¨ªa de las ni?as del mundo, se refiere a algo mucho m¨¢s b¨¢sico. Se refiere a no verse obligadas a casarse cuando son todav¨ªa unas adolescentes, porque no tienen otra opci¨®n; a planificar los embarazos para que no amenacen su salud, su vida, o su sustento; a buscar y obtener atenci¨®n m¨¦dica para sus hijos y para ellas cuando la necesiten; al cuidado y la nutrici¨®n infantil; a la seguridad de que sus hijos reciben al menos la ense?anza primaria.
Se refiere a ser capaz de obtener unos ingresos cuando las mujeres anteriormente no obten¨ªan ninguno; a conocer y disfrutar derechos que las mujeres anteriormente nunca supieron que ten¨ªan; a ense?ar a sus hijas a hacer lo mismo, y a sus hijas despu¨¦s de ellas. Se refiere a poner fin a lo que antes era una espiral inacabable de pobreza e impotencia. En resumen, se refiere a garantizar una vida decente para toda una generaci¨®n y a las generaciones sucesivas.
Dicho de forma sencilla, la educaci¨®n es una inversi¨®n que produce m¨¢s beneficios que cualquier otra. Es lo que hace posible el desarrollo de comunidades, pa¨ªses y continentes enteros. Es el gasto en defensa m¨¢s eficaz que hay.
Entonces, ?por qu¨¦ se le niega a tantos millones de ni?as? En muchas sociedades se margina a las mujeres sistem¨¢ticamente; pero a pesar de ello, cuando golpea la cat¨¢strofe -ya sea en forma de enfermedad, conflicto o dificultad- son ellas las que soportan la mayor carga. Nada ilustra esto de forma m¨¢s amplia que el VIH/sida. Las ni?as tienen m¨¢s probabilidades de cuidar a un familiar enfermo y de ayudar a llevar un hogar. Como se les impide ir al colegio, se les niega la informaci¨®n sobre c¨®mo protegerse contra el virus. Privadas de una educaci¨®n, corren el riesgo de verse obligadas a mantener relaciones sexuales tempranas con hombres mayores o a ganarse la vida como prostitutas, y as¨ª contagiarse. Pagan con creces el precio mortal de no ir al colegio.
Si queremos cambiar esta cruel e injusta situaci¨®n, necesitamos algo m¨¢s que construir nuevas aulas. Tenemos que acabar con los impedimentos que incitan a los padres a no llevar a sus hijas al colegio. Y una vez que las ni?as vayan al colegio, tenemos que trabajar para garantizar que el colegio las prepara para la vida, desarrollando programas de estudios, libros de texto y actitudes que se centran en las aptitudes que van a necesitar en la vida. Pero el primer paso es que las sociedades reconozcan que educar a las ni?as no es una opci¨®n; es una necesidad.
En Oriente Pr¨®ximo, unos pocos pa¨ªses ya han eliminado la discriminaci¨®n sexual en la ense?anza primaria. Otros en la regi¨®n han llegado a reconocer la necesidad de educar a las ni?as, aunque s¨®lo sea para asegurarse de que tienen una mano de obra mejor formada y m¨¢s cualificada.
Tambi¨¦n algunos pa¨ªses africanos han hecho progresos a la hora de reducir la discriminaci¨®n sexual. Malaui ha recortado los costes directos de la ense?anza eliminando las matr¨ªculas y aboliendo la obligaci¨®n de llevar uniforme. Guinea Conakry ha aliviado las cargas dom¨¦sticas de las ni?as excavando pozos y suministrando molinos mec¨¢nicos. Ha introducido normas para garantizar que los ni?os y las ni?as comparten las tareas en los colegios y leyes que convierten en ilegal el obligar a las ni?as a casarse antes de terminar nueve a?os de estudios.
?stos son ejemplos bien recibidos. Pero no son ni mucho menos suficientes. El mundo necesita una estrategia que se corresponda con la envergadura del reto. Necesitamos que todos los que tienen poder para cambiar las cosas se unan en una alianza para la educaci¨®n de las ni?as; Gobiernos, grupos progresistas y, sobre todo, comunidades, colegios y familias locales. Por esa raz¨®n, Naciones Unidas va a lanzar una nueva iniciativa global para educar a las ni?as.
Ya en el siglo XII despu¨¦s de Cristo, el fil¨®sofo ¨¢rabe Ibn Rushd declaraba que "una sociedad que esclaviza a sus mujeres es una sociedad abocada a la degradaci¨®n". Demostremos, novecientos a?os despu¨¦s, que una sociedad que da poder a sus mujeres es una sociedad que a buen seguro triunfar¨¢.
Kofi Annan es secretario general de las Naciones Unidas.
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