El candidato dem¨®crata emerge como el m¨¢s favorecido por el proceso de primarias
Lejos queda el oto?o de 1999, cuando los sondeos daban a George Bush una ventaja de 20 puntos sobre Al Gore en una hipot¨¦tica batalla por la Casa Blanca. Ahora la batalla no es hipot¨¦tica: Gore y Bush, dentro de ocho meses, ser¨¢n los finalistas de la competici¨®n presidencial. Y un sondeo de NBC-Wall Street Journal difundido ayer empata en intenciones de voto, 46% para cada uno, al vicepresidente dem¨®crata y el gobernador republicano de Tejas. Gore desafi¨® ayer a Bush a celebrar 22 debates televisados, dos por semana, en el tramo final de la campa?a. Bush, golpeado por su pulso con McCain, no recogi¨® ese guante.
Bush comenz¨® ayer mismo a moverse hacia el centro pol¨ªtico, ocupado por Gore en el campo dem¨®crata y por McCain en el republicano. Fue significativo que su discurso de proclamaci¨®n de la victoria en Austin (Tejas) fuera presentado por una mujer afroamericana, que, adem¨¢s, es profesora. El mensaje de Bush estaba claro: va a disputar electorados tradicionalmente dem¨®cratas, como las mujeres o las minor¨ªas negra e hispana."Voy a aportar a EEUU un mensaje de reforma y renovaci¨®n", dijo Bush en una entrevista. Era un gui?o dirigido a los electores independientes y dem¨®cratas seducidos por el mensaje innovador de McCain. Pero Gore, en declaraciones a CNN, se proclam¨® directamente el heredero de la "cruzada" de McCain a favor de la reforma de la pol¨ªtica norteamericana, en particular del sistema de financiaci¨®n electoral.
Gore reconoci¨® ayer que su resurrecci¨®n pol¨ªtica durante las primarias ha sido estimulada por el desaf¨ªo de Bradley. Ahora, el vicepresidente domina ampliamente desde la izquierda al centro derecha del escenario norteamericano. El martes, en una votaci¨®n simb¨®lica en la que todos los electores de California pod¨ªan votar por cualquier candidato, dem¨®crata o republicano, Gore termin¨® el primero, con el 36% de los votos. Le siguieron Bush, con el 28%, y McCain, con el 23%. Y, seg¨²n los sondeos a la salida de las urnas, Gore fue el vencedor el martes entre mujeres, trabajadores y minor¨ªas raciales.
Para deshacerse de McCain, Bush se ha tenido que ir peligrosamente hacia la derecha, poniendo en sordina su eslogan centrista de "conservadurismo con compasi¨®n". Pero Bush sabe que McCain tiene raz¨®n cuando dice que los republicanos perder¨¢n la final presidencial si s¨®lo juegan por la derecha. Gore y Bush han aprendido mucho de sus peleas con Bradley y McCain. Ya no son el r¨ªgido tecn¨®crata y el pr¨ªncipe encantador del oto?o. Y han comprobado en la pr¨¢ctica que las campa?as negativas dan buenos resultados.
Desde Austin, Bush comenz¨® ayer su batalla con Gore. "EEUU no debe concederle a Clinton-Gore cuatro a?os m¨¢s", dijo, antes de prometer que "devolver¨¢ la honra a la Casa Blanca". En los pr¨®ximos ocho meses, Bush va a machacar a Gore por su vinculaci¨®n con el protagonista del caso Lewinsky. Y a cada propuesta popular del vicepresidente va a responder con la pregunta de por qu¨¦ no la ha impulsado en sus ocho a?os de asociaci¨®n con Clinton. Bush, asimismo, va a levantar la bandera de Ronald Reagan para seducir a independientes y dem¨®cratas.
Gore tambi¨¦n cit¨® ayer a Clinton, pero para subrayar el gran legado de su presidencia: la prosperidad econ¨®mica. Desde Nashville (Tennessee), el vicepresidente se proclam¨® garante de la continuidad y asegur¨® que la propuesta de Bush de un masivo recorte de impuestos "devolver¨¢ a EEUU a la recesi¨®n". El lunes, en un hospital de Nueva York, Gore hab¨ªa atacado a Bush en otro frente: la demolici¨®n de su imagen de "reformista con resultados" en su experiencia como gobernador de Tejas.
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