Ciudad Real, 50 minutos de AVE
Desde detr¨¢s de la ventana, un japon¨¦s que viene de Madrid y va a Sevilla dispara fotograf¨ªas contra un paisano, entrado en a?os y vestido de negro, que acaba de bajar del AVE acarreando una caja de cart¨®n amarrada con cuerdas. Aqu¨ª, apeadero de Ciudad Real, a las cinco y media de la tarde, el tren de alta velocidad sigue oliendo a ferrocarril antiguo. Y es precisamente esa virtud -la de tren cercano, al que se le puede tratar con el t¨² a t¨² de todos los d¨ªas- la que llev¨® a Antonio Ruiz, de profesi¨®n camar¨®grafo, a tomar su gran decisi¨®n: trabajar en Madrid, seguir viviendo en su tierra. No es el ¨²nico. El fen¨®meno se repite en los dos sentidos. Tambi¨¦n son muchos los profesores universitarios que viven en Madrid y van a Ciudad Real -sede central de la Universidad de Castilla-La Mancha- para dar clases y despu¨¦s volver.No es extra?o si se tienen en cuenta los siguientes datos. Desde Madrid se puede ir cada d¨ªa 11 veces a Ciudad Real, volver otras 11 y disponer a¨²n de una hora de asueto. Viaje unitario: 2.500 pesetas. Bono mensual que incluye dos viajes diarios de lunes a viernes: 52.000. O dicho de otra manera: el trayecto en AVE de Madrid a Ciudad Real -o viceversa- se puede hacer cada d¨ªa a 11 horas distintas. 200 kil¨®metros en s¨®lo 50 minutos. Justos. Sin retrasos. Y basta con llegar a la estaci¨®n unos minutos antes de la hora de salida para poder subir sin sobresaltos. Aunque haya niebla en Barajas o tr¨¢fico a¨¦reo internacional.
"No creo", dice Antonio Ruiz, c¨¢mara de televisi¨®n, "que la gente que vive en los pueblos de los alrededores de Madrid tarde mucho menos que yo en llegar a su trabajo". Y pese a todo: Ciudad Real no se acaba de convertir en ciudad dormitorio de Madrid, aunque as¨ª se so?¨® en su momento y lo sigue intentando un puesto de informaci¨®n instalado en la estaci¨®n madrile?a de Atocha. Pero no es este punto de informaci¨®n -tambi¨¦n llamado puesto o tenderete- el m¨¢s curioso que se encuentran los viajeros que van de una ciudad a otra. Hay uno en la estaci¨®n manchega que no tiene desperdicio. Es una especie de cubo de cristal, sin puertas. All¨ª, mediante fotograf¨ªas a todo color, se anuncia un lugar ideal, paradisiaco, con mansiones de lujo, aeropuerto internacional, casino, hoteles exclusivos, campos de golf y parque tem¨¢tico con El Quijote por reclamo. Tambi¨¦n hay un tel¨¦fono al que cuando se llama aparece la realidad: "Nada de eso existe, se?or. Son s¨®lo proyectos, pero si quiere puede pasarse por nuestras oficinas y verlos".
Igual que est¨¢ entre Madrid y Sevilla, Ciudad Real dispone de una estaci¨®n intermedia entre la pesadilla del pasado y el sue?o del futuro. Entre los desastres urban¨ªsticos del desarrollismo franquista -que dejaron la ciudad convertida en un amasijo de edificios sin ton ni son- y un futuro que, de bueno, parece imposible. Un ejemplo: aeropuerto internacional. ?En Ciudad Real? ?En una ciudad de apenas 60.000 habitantes?: "S¨ª, y de ex¨®tico no tiene nada". Quien as¨ª responde es Juan Antonio Le¨®n Trivi?o, presidente de la C¨¢mara de Comercio e impulsor de la idea. Ser¨ªa -"ser¨¢", corrige- el primer gran aeropuerto privado internacional de Espa?a. Mercanc¨ªas, pasajeros y mantenimiento de flotas constituir¨ªan, por este orden, los usos m¨¢s importantes.
El proyecto, duramente criticado por los ecologistas al estar cercano a las Tablas de Daimiel, prev¨¦ una inversi¨®n inicial de 30.000 millones de pesetas, que se convertir¨ªan en 70.000 si se quiere terminar en un plazo de dos a?os. "El aeropuerto", explica Le¨®n Trivi?o, "tiene grandes ventajas: una de ellas es que est¨¢ a s¨®lo 50 minutos en AVE de Madrid; otra, que tambi¨¦n existe v¨ªa de ferrocarril tradicional hasta Andaluc¨ªa. Ya tenemos los accionistas, s¨®lo nos falta la luz verde".
De esa luz verde depende en buena parte el resto de los proyectos que encandilan a la ciudad: casino de juego, urbanizaciones de lujo, campos de golf en una zona donde el agua se corta cada vez que deja de llover... De aqu¨ª a que llegue la fibra ¨®ptica, lo que sigue dando dinero a la gente de Ciudad Real -dinero contante y sonante con el que ir en AVE a El Corte Ingl¨¦s de Madrid- es lo de siempre: el vino y el queso.
Las exportaciones, gracias al apoyo de la Junta de Castilla-La Macha y a la Diputaci¨®n Provincial, se han disparado en los ¨²ltimos seis a?os. De 25.000 a 65.000 millones de pesetas. Se ensaya, y adem¨¢s con ¨¦xito, la fabricaci¨®n y exportaci¨®n de art¨ªculos no tradicionales en la zona: muebles de ba?o, siller¨ªa.
Estudiantes y profesores
Y, por si fuera poco, la Universidad de Castilla-La Mancha -15.000 estudiantes- se ha convertido desde su creaci¨®n hace seis a?os en el gran motor de la ciudad. "Mucho m¨¢s que el AVE", explica Le¨®n Trivi?o, "porque el tren nos ha acercado a Madrid pero tambi¨¦n ha perjudicado a algunos sectores como el peque?o comercio. La Universidad, en cambio, ha llenado la ciudad de estudiantes y de profesores".
La caza tambi¨¦n sigue dejando su pellizco. Muchos de los buscadores de perdiz roja, ciervo o jabal¨ª suelen pernoctar en la media docena de hoteles nuevos antes de partir a los cientos de cotos cercanos. Otros llegan directamente a las fincas de apellidos poderosos y aer¨®dromos privados. "Aqu¨ª la vida transcurre suavemente, sin los agobios de la ciudad, sin poluci¨®n ni inseguridad", quien as¨ª retrata a la ciudad es Enrique Belda, profesor de universidad y portavoz municipal del PP. Admite el concejal que, a cambio, nadie puede pretender encontrar la oferta cultural de Madrid u otro tipo de servicios m¨¢s sofisticados. Tampoco, y esto lo sit¨²a en la balanza positiva, la crispaci¨®n pol¨ªtica que en otras zonas. Quiz¨¢s porque el PP, con 15 concejales, apenas se preocupa por la oposici¨®n del PSOE, que s¨®lo cuenta con 10.
La ¨²nica tensi¨®n en una ciudad tranquila lleg¨® hace s¨®lo unos meses, desde Madrid y con membrete oficial. El ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, orden¨® en octubre el cierre de tres emisoras locales de televisi¨®n, provocando el consiguiente cruce de acusaciones -que todav¨ªa dura- entre pol¨ªticos de uno y otro signo.
Hay ciudades -la mayor¨ªa- en las que al forastero se le lleva a ver la catedral, el casco hist¨®rico, unos jardines. Aqu¨ª, en cambio, hay que salir fuera para admirar las piedras o el paisaje -Almagro, Villanueva, Campo de Criptana, Lagunas de Ruidera- y luego, a la hora del aperitivo o antes de la cena, salir de tapas. No hace falta m¨¢s que pedir una ca?a. Una experiencia.
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