Balance de campa?a
Despu¨¦s de unos d¨ªas de sobreabundancia partidista, la sabidur¨ªa emp¨ªrica, por una vez coincidente con la ley electoral, impone un respiro dedicado a la reflexi¨®n. Ha sido ¨¦sta una campa?a poco brillante, pero con alguna novedad: alg¨²n insulto personal menos, utilizaci¨®n sistem¨¢tica de la conceptuaci¨®n negativa del adversario y aparici¨®n de unos cuantos temas de campa?a sobre los que no ha podido haber discusi¨®n efectiva por demasiado t¨¦cnicos o por la voluntad de rehuir el debate. Como siempre, queda el desasosiego producido por una Espa?a, en apariencia demasiado dividida, en la que resulta imposible que la amistad o la raz¨®n traspasen las barreras del partidismo. Pero esa situaci¨®n supuesta no se corresponde a la realidad. Bastar¨ªa que los partidos enarbolaran la iron¨ªa en vez de esa gruesa estaca por la que sienten adicci¨®n para que la impresi¨®n fuera distinta.Aznar ha llevado la iniciativa de la campa?a, pero est¨¢ por ver que haya sacado partido de esta ventaja y de los aspectos m¨¢s positivos de su gesti¨®n. Durante la campa?a que dio la primera victoria presidencial a Clinton, en su cuartel general hab¨ªa un cartel que recordaba cu¨¢l era el tema central de debate, del que nadie deb¨ªa separarse un mil¨ªmetro. "Es la econom¨ªa, est¨²pido", dec¨ªa, y en las oficinas del PP no debe haber habido uno muy distinto durante estas semanas. Tiene su l¨®gica, pero m¨¢s hubiera valido a?adirle alguna coletilla, con puntos suspensivos, referente a la pol¨ªtica. Poco hubiera costado a Aznar, por ejemplo, dar alguna explicaci¨®n u ofrecer alguna correcci¨®n respecto al modo en que privatiz¨® su gobierno. S¨®lo ten¨ªa terreno que ganar deslizando la sugerencia de una renovaci¨®n del Ejecutivo con independientes en su segundo mandato para quitar el mal sabor de la ineptitud de algunos de sus colaboradores en el primero. Pero, sobre todo, creo que ha desaprovechado excelentes oportunidades en dos terrenos. Alguno ha dicho que, al no acudir a ciertos medios de comunicaci¨®n -no s¨®lo a una cadena, sino a varias-, ha cometido un error, pero, en mi opini¨®n, resulta m¨¢s bien que ha desvelado un s¨ªntoma y no s¨®lo de una forma de ser cautelosa, sino de una actitud m¨¢s profunda. Al mismo tiempo, durante la campa?a, Aznar ha olvidado una sabia sentencia de ese maestro de la pol¨ªtica espa?ola que fue Pio Cabanillas (padre). "De frente, nunca", aconsejaba ¨¦ste a la hora de tratar con el adversario. Hay algo en los cromosomas de Aznar que le impide evitar la confrontaci¨®n desmelenada, sobre todo con el PNV, como si de eso no fueran a derivarse consecuencias. No s¨¦ si le hago un favor, pero resulta toda una paradoja que su jefe de campa?a, Rajoy, suela estar mejor en el debate que aqu¨¦l a quien sirve. Si es obligado tener en cuenta otros aspectos que ha tenido el Gobierno de Aznar hay que imaginar tambi¨¦n los negativos que derivan de estas dos realidades.
Almunia sorprendi¨® con un comienzo de campa?a en que ofreci¨® un pacto a Izquierda Unida que no ha tenido unas consecuencias tan visibles durante todo su transcurso. Los resultados dir¨¢n si este riesgo merec¨ªa la pena, pero, de entrada, no le ha dado la oportunidad al dirigente socialista de marcar el ritmo de su propaganda. En parte ha sido porque le ha proporcionado un compa?ero de viaje no muy preparado para hacerlo y que le aleja de un sector de la sociedad donde hubiera podido tambi¨¦n obtener sus votos. El giro que ha realizado IU es positivo y probablemente irreversible, pero tiene un lastre de tanto peso en las espaldas de algunos de sus dirigentes que crea conflictos, la inmoviliza y hace pensar si no hubiera sido mejor dejarla hundirse con aqu¨¦l. El patriotismo de izquierdas, por otro lado, puede crear espejismos como, por ejemplo, confiar en la aparici¨®n de un oasis de movilizaci¨®n popular o pensar que son s¨®lo los m¨¢s pudientes aqu¨¦llos a quienes preocupa el peso de los impuestos. IU, en fin, aleja a parte del electorado de centro y dificulta de forma grave la posibilidad de un acuerdo con el catalanismo, f¨®rmula ya probada y con no malos resultados; no se entiende por qu¨¦ cerrarse a ella. La derecha ha esgrimido el espantajo de una m¨¢s que improbable revoluci¨®n cuando parece m¨¢s cierto decir que el pacto ha creado perplejidad. Resulta, hasta cierto punto, una inc¨®gnita, pero, al mismo tiempo, enfrente, ya sabemos con indudable precisi¨®n qui¨¦n es Aznar.
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