Desaf¨ªos
Las campa?as electorales se han convertido en costosos maratones de 15 d¨ªas donde los participantes se miden para ver qui¨¦n es capaz de salir en m¨¢s fotos, besar a m¨¢s ni?os, saludar afectuosamente a m¨¢s pensionistas, formular m¨¢s promesas atractivas para la ciudadan¨ªa y dejar m¨¢s veces en evidencia al adversario. Si hubiera premios a las distintas modalidades, la de promesas, al menos en M¨¢laga, se la hubiera llevado seguro la candidata popular Celia Villalobos con su proyecto de soterramiento del r¨ªo Guadalmedina.Pero, una vez que en ese apartado no hay nada que hacer, queda al menos triunfar en el de ¨®rdagos al rival. As¨ª, el candidato socialista, Jos¨¦ Asenjo, ha dicho que se comer¨¢ su acta de diputado si Villalobos es capaz de cubrir el r¨ªo en el tiempo y coste prometidos. Y para que no queden dudas, ha firmado su desaf¨ªo ante notario. A lo mejor para la pr¨®xima campa?a ya hay un sistema capaz de medir el impacto de semejantes afirmaciones en la ciudadan¨ªa. De momento, ocupan mucho espacio en los informativos, pero lo que es seguir, la vida sigue.
Sigue, por ejemplo, para el equipo de obstetricia y ginecolog¨ªa del Hospital Materno Infantil de M¨¢laga, que, capitaneado por el doctor Juan Larracoechea, ha llenado de ni?os la casa de Mar¨ªa del Carmen Vidales y Baltasar Moreno, una pareja a la que un tratamiento de fertilidad le ha hecho la travesura de engendrar cuatrillizos. Sigue tambi¨¦n para el Unicaja, el club de baloncesto que fue capaz de unir la ciudad en 1994, cuando a¨²n no se especulaba con borrar el Guadalmedina. El mi¨¦rcoles, el equipo de Bozidar Maljkovic se asegur¨® el pase a la final de la Copa Korac.
Y sigue, con regusto agridulce, para Miguel Romero Esteo, el dramaturgo andaluz m¨¢s laureado fuera de Espa?a, que ahora ha empezado a recoger la cosecha de una obra y una actitud personal con pocas concesiones a la galer¨ªa. A Romero Esteo le han dedicado una sala en el Teatro Cervantes y la Diputaci¨®n de M¨¢laga lo ha nombrado hijo adoptivo, pero tiene la pena de que su obra cumbre, Tartessos, a¨²n no haya pisado un solo escenario. Por lo complicado y costoso del montaje, quiz¨¢ s¨®lo una instituci¨®n p¨²blica podr¨ªa permitirse el lujo de estrenarla. Pero mejor que no se lo prometan en ¨¦poca electoral. Ah¨ª se habla demasiado, y adem¨¢s siempre hay un rival que entiende la promesa como un desaf¨ªo.
ESPERANZA PEL?EZ
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