"En el Madrid me han dicho '?vete!', y no soy un perro", dice el delantero

Amparado en descripciones vagas, temores y an¨¦cdotas, Anelka denunci¨® que en el Madrid conspiran en su contra en dos entrevistas, una concedida al peri¨®dico Le Parisien y otra a la agencia France Presse: "Jam¨¢s he hecho tantos esfuerzos para integrarme a un equipo. Pero hay personas que ponen sus obst¨¢culos. ?Hab¨¦is visto lo que dijo Hierro ayer [por el viernes, cuando el capit¨¢n del equipo apunt¨® que Anelka no estaba integrado al grupo]? ?Qu¨¦ es lo que me reprochan? Me culpan de no sonre¨ªr. Pero por m¨ª pagaron 5.600 millones y nadie pone 5.600 millones sobre la mesa para ver a un t¨ªo sonre¨ªr... Yo discut¨ª con el entrenador, Del Bosque, y con el director deportivo, Mart¨ªnez Pirri, en su despacho. Ellos me dijeron: 'Tu puedes venir aqu¨ª cada vez que tengas un problema, la puerta estar¨¢ siempre abierta de par en par para ti'. ?Qu¨¦ timo! Todos ellos han hablado mal de m¨ª. Me han dicho '?vete!'. Pero no soy un perro."El hermano y representante del delantero, Didier Anelka, habl¨® con este peri¨®dico por tel¨¦fono desde su casa y con voz agitada. Esperaba una llamada. La del presidente del Madrid, Lorenzo Sanz, que el viernes no le quiso recibir en su despacho del Bernab¨¦u: "Todav¨ªa no me ha llamado, pero nos tenemos que reunir para resolver este problema. Nicolas est¨¢ bien, aqu¨ª en casa. Nos rodean cientos de periodistas, en la calle... No quiero hablar del futuro, de si mi hermano seguir¨¢ o no en el Madrid. ?se es un tema que no quiero comentar ahora". Sanz no quiso recibirle el viernes -le remiti¨® al vicepresidente, Juan Onieva- y el desaire sent¨® mal a Anelka, como reflej¨® en France Press: "El viernes fui a ver a Onieva a su oficina y me habl¨® de mala manera, a m¨ª y a mi hermano. Nos echaron".

Anelka demostr¨® que est¨¢ muy susceptible, y que analiza todo el detalle. Tanto, que cuando convirti¨® su primer gol con la camiseta del Madrid en un partido oficial, en el Mundial de Clubes de Brasil, asegur¨® que nadie lo celebr¨®. Dijo a Le Parisien que tras meter el gol vio que "nadie lo celebraba". Incluso dirigi¨® su vista al banquillo para encontrarse con un cuadro desolador: "En el banquillo todos se hac¨ªan los indiferentes".