La noche que no se vendi¨® una rosa Ambiente de desolaci¨®n en la sede socialista de la calle de Ferraz tras conocerse la contundente derrota electoral
Quiz¨¢s porque sab¨ªa demasiado, quiz¨¢s porque ten¨ªa demasiado que perder, el payaso de las rosas rojas, el traje verde y la chistera de lunares ya estaba muy triste a eso de las ocho de la tarde. Tanto que cuando un c¨¢mara de televisi¨®n intent¨® filmarlo, ¨¦l se dio la vuelta, vergonzoso de pronto, avergonzado de que alguien descubriera su amargura debajo del maquillaje. Su historia viene de muy lejos, tanto como ¨¦l. Si quieren se la cuento, pero no hay nada m¨¢s deprimente que un payaso triste.Siete de la tarde, calle de Ferraz, sede del PSOE en Madrid. El payaso se apoya en un coche. Trae tres ramos de rosas rojas. ?A cu¨¢nto las vende? "No s¨¦, depende", dice con la primera sonrisa de la tarde, no habr¨ªa muchas m¨¢s. La calle est¨¢ cortada al tr¨¢fico. La guardia municipal s¨®lo deja entrar a los veh¨ªculos oficiales y a las unidades m¨®viles de la radio y la televisi¨®n. Tampoco hay mucho p¨²blico. Quiz¨¢ barrunt¨¢ndose la derrota, los militantes se han quedado en casa. Los primeros sondeos sorprenden. El PP roza la mayor¨ªa absoluta. El PSOE baja. IU se difumina. ?D¨®nde se qued¨® la ilusi¨®n de la izquierda? Un locutor de una televisi¨®n cualquiera -no est¨¢ la gente para fijarse en detalles- sale explicando c¨®mo quedar¨ªa el hemiciclo. Y lo hace como si estuviera informando del tiempo. Detr¨¢s de ¨¦l aparece una mancha azul inmensa. Aqu¨ª -sede de Ferraz, ocho y cinco de la tarde-lo azul significa borrasca. Lo rojo, anticicl¨®n. Pero el buen tiempo sigue estando donde siempre. Al sur. Donde Chaves.
Resulta que el payaso se desespera. Ya son las nueve de la noche y no ha vendido ni una rosa. Ya no se apoya en el coche, ya est¨¢ sentado en el cap¨®. Nadie lo mira. "No es la primera vez que vengo aqu¨ª", se resigna, por fin, a contar. No quiere dar su nombre. Su acento le delata. Viene de lejos, de muy lejos. Lleg¨® a Espa?a con menos papeles que las rosas que vende; ahora su situaci¨®n no ha mejorado. Su ¨²nica esperanza -la nueva Ley de Extranjer¨ªa- seguir¨¢ el camino de las rosas si nadie las compra esta noche.. "Ya me pas¨¦ por aqu¨ª en las elecciones europeas, entonces sin disfraz, y me cost¨® caro", empieza a dar pistas el payaso triste.
No ha venido vestido de payaso porque est¨¦ contento ni tenga motivos para estarlo. S¨®lo porque, entonces, cuando las europeas, alguna gente lo reconoci¨® por la calle, dej¨® de comprarle flores. Lo acusaban de ser del PSOE. Extranjero y socialista. Lo que faltaba. "La gente es muy cruel", asegura, mientras pone la oreja para escuchar a unas se?oras -un grupo de seis o siete- que aguardan junto a la puerta de la sede socialista a que las dejen pasar. "No hay demasiado sitio adentro y ustedes no tienen invitaci¨®n", intenta razonar el portero. Las invitaciones las tienen los militantes de pata negra y los famosos. De los primeros hay bastantes; de los segundos, ninguno. Llenaron el palacio de cristal de Arganzuela -qu¨¦ bonito aqu¨¦l mediod¨ªa de sol y de ilusiones-, pero esta noche no se han pasado por aqu¨ª. La gente lo entiende. "Demasiado hicieron entonces", tercia una de las se?oras del corrillo, "demasiado demostraron con dar la cara. A ning¨²n famoso le gusta que lo retraten en un velatorio".
Esa es la palabra. Velatorio. No la quer¨ªa decir el payaso ni tampoco el que le interpelaba. Pero la se?ora puso el dedo en la llaga, que a estas horas - diez de la noche- m¨¢s que llaga es ya herida. Un payaso triste es deprimente. Pero un payaso en un velatorio es una provocaci¨®n. "As¨ª que me voy", se despide. Sin vender una rosa. Sin una sonrisa.
Dentro de Ferraz de pronto hay aplausos. Est¨¢ hablando Joaqu¨ªn Almunia. Dice que dimite. La gente se emociona, viejos militantes que han venido de los barrios, a reir si hay fiesta, a llorar si es velatorio. Pero con el carn¨¦ de la rosa y el pu?o bien apretado en la cartera, junto al coraz¨®n. Igual que en los velatorios, tambi¨¦n hay quien -borracho de la tensi¨®n y de aguardiente- se atreve con un cantecito, con una gracia. ?Alguien tiene un amigo en Par¨ªs? ?Se confirma que Norma Duval ser¨¢ nombrada ministra de Cultura? ?Le devolver¨¢n el Atl¨¦tico a Gil? No hay nada peor que una mala borrachera en un velatorio. A veces el muerto tiene que cargar con la caja.
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