No mentar el olivo en vano RAFAEL RIB?
Una de las consecuencias m¨¢s evidentes de los resultados electorales del 12 de marzo es el comprobar que el acuerdo entre el PSOE e IU no ha funcionado. Y valdr¨ªa la pena iniciar un debate para averiguar el porqu¨¦. El PSOE ha perdido m¨¢s de un mill¨®n y medio de votos, IU m¨¢s de un mill¨®n cien mil, el PP supera la suma de los dos de largo por m¨¢s de un mill¨®n de votos, y la correlaci¨®n derechas-izquierdas, que en el a?o 1996 era favorable a las segundas por m¨¢s de un mill¨®n trescientos mil votos, ahora da un balance positivo para las derechas con una ventaja de m¨¢s de tres millones de votos.La estrategia de la unidad de las izquierdas la propugnamos algunos ya el a?o 1996, cuando ¨¦stas sumaban m¨¢s votos que las derechas pero ¨¦stas se dispon¨ªan a gobernar. Algunos advert¨ªamos que no se trataba ni de una derrota dulce ni de un par¨¦ntesis breve, y que el PP, instalado en el Gobierno, pod¨ªa durar. Servidor, modestamente en el Club Siglo XXI de Madrid, en marzo de 1996, y luego en Barcelona, reclamaba una izquierda sin complejos (aquella capaz de relanzar propuestas valientes y con transparencia) y el sentido com¨²n de las izquierdas (el lugar com¨²n de entendimiento para articular sumas, desde la pluralidad, respet¨¢ndose la personalidad de cada una de ellas).
En las elecciones auton¨®micas gallegas se hizo una primera prueba de coalici¨®n de izquierdas. All¨¢ fall¨® estrepitosamente el no saber galleguizar la coalici¨®n y sus propuestas (el PSOE traslad¨® a la campa?a sus candidatos y sus problemas a escala espa?ola, e IU, desde el anguitismo hizo todo lo posible para hacer fracasar aquella experiencia). Un a?o antes de las auton¨®micas catalanas los sondeos daban posibilidades de triunfo a la suma de izquierdas. De hecho Pasqual Maragall consigui¨® en diciembre de 1998 que la direcci¨®n amplia del PSC aprobase por unanimidad la propuesta de una macrocoalici¨®n entre su partido, las plataformas de Ciutadans pel Canvi e Iniciativa per Catalunya-Verds. Fue cuando Pujol, temeroso del efecto sorpresa y bola de nieve de aquella propuesta, renunci¨® a toda veleidad de avanzar las elecciones. Luego, tras las municipales, el PSC s¨®lo ofreci¨® el acuerdo en tres circunscripciones, Tarragona, Lleida y Girona, lo cual dio unos beneficios relativos con la espectacular subida de Maragall, incluso a costa de la confusi¨®n entre el electorado de IC. Pero lo cierto es que la complejidad del acuerdo y la falta de atrevimiento para haberlo realizado en toda Catalu?a y con el tiempo necesario para abrirlo de forma real a una mayor participaci¨®n de la ciudadan¨ªa, impidi¨® conseguir la victoria frente a Pujol.
En estas pasadas elecciones generales se presentaban dos tipos de acuerdo de izquierdas. El del PSOE-IU a nivel de Estado y el de PSC-ERC-IC en Catalu?a para el Senado. En ambos casos se han cometido fallos similares a los anteriores. Por lo que afecta a la denominada Entesa en Catalu?a, nadie ha apostado a fondo. El PSC se content¨® con el barniz de generosidad unitaria. ERC lo utiliz¨® para disimular su voto de investidura hacia Pujol. En IC lo hemos trabajado a medias, por miedo a la confusi¨®n, como ya ocurri¨® en las auton¨®micas.
M¨¢s evidente ha sido el error del acuerdo PSOE-IU. No ha sido cre¨ªble para una buena parte del electorado, dadas las p¨¦simas relaciones inmediatamente anteriores al acuerdo. Sonaba demasiado a pacto de conveniencia de debilidades. Ha sido demasiado precipitado y casi no ha motivado actos conjuntos de explicaci¨®n y sensibilizaci¨®n.
En resumen, creo que lo que falla no es la estrategia sino su aplicaci¨®n. La pol¨ªtica de acuerdos entre las izquierdas plurales es algo m¨¢s profundo que una
estrategia electoral. Implica de partida un reconocimiento de todo lo que pol¨ªticamente existe en las izquierdas. Y en Espa?a hoy (v¨¦anse los resultados del BNG, de la CHA, de EA, de ERC y de IC-V) la pluralidad es pol¨ªtica, pero tambi¨¦n plurinacional. En segundo lugar requiere una renovaci¨®n profunda de discursos pol¨ªticos, cuesti¨®n que pr¨¢cticamente nadie ha abordado a¨²n. Arrastramos r¨¦moras del pasado como son las secuelas de los enfrentamientos est¨¦riles o la falta de asunci¨®n cr¨ªtica de errores del Gobierno. Mientras, el PP profundiza determinadas pol¨ªticas, algunas heredadas en parte de la etapa del PSOE, corrigi¨¦ndolas y ampli¨¢ndolas. T¨®mese el ejemplo de la manipulaci¨®n de los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n, ahora agravada con la concesi¨®n de un oligopolio privado en manos de amigos. O pi¨¦nsese en el multibillonario regalo a las el¨¦ctricas, o en las amenazas sobre la Ley de Extranjer¨ªa. Tambi¨¦n est¨¢n cambiando pautas muy importantes de organizaci¨®n social, de relaci¨®n laboral, el grado de implicaci¨®n social, las formas de encuadramiento pol¨ªtico, etc¨¦tera. Por todo ello es a¨²n m¨¢s necesaria una renovaci¨®n de discursos pol¨ªticos y de formas de conectar con la ciudadan¨ªa tambi¨¦n en clave electoral.Muy en concreto tras estas elecciones generales nos tocar¨ªa a las diversas izquierdas existentes dialogar sobre un programa de acci¨®n coordinada durante la legislatura, sobre la batalla comunicativa, sobre estrategias unitarias de futuro. Valdr¨ªa la pena empezar ya de inmediato e intentar movilizar a los centenares de miles de votantes progresistas que se han quedado en casa. Tan s¨®lo ser¨¢ posible si le damos sentido actual a las pol¨ªticas de izquierdas y si con toda transparencia, generosidad y respeto entre las diversas partes implicadas, conjugamos el verbo sumar.
Rafael Rib¨® es presidente de Iniciativa per Catalunya-Verds.
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