Konwitschny lleva al Liceo su innovador y pol¨¦mico montaje de 'Lohengrin', de Wagner El director de escena traslada la acci¨®n de la ¨®pera a una escuela para acercarla al p¨²blico
El Teatro del Liceo de Barcelona vivir¨¢ el pr¨®ximo s¨¢bado la noche m¨¢s movida desde su inauguraci¨®n. Wagner siempre levanta pasiones, y el coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s, en una apuesta por la dramaturgia contempor¨¢nea, presenta la innovadora y pol¨¦mica producci¨®n de Lohengrin firmada por el director de escena alem¨¢n Peter Konwitschny, que sit¨²a la acci¨®n de la ¨®pera de Wagner en una escuela de la Alemania de 1865. "No intento provocar, busco reproducir las emociones y los valores de la ¨®pera en un contexto pr¨®ximo a la sensibilidad actual", dice Konwitschny.
En su sorprendente lectura de Lohengrin, Peter Konwitschny entierra la habitual escenograf¨ªa medieval de la ¨®pera y convierte a sus personajes en adolescentes incapaces de construir el mundo justo y feliz que encarna el personaje que da t¨ªtulo a la obra. El montaje, una coproducci¨®n del Teatro del Liceo y la ?pera de Hamburgo estrenada en el coliseo alem¨¢n en 1998, hace a?icos la tradici¨®n wagneriana encerrando a los personajes en un espacio po¨¦tico que pertenece a la memoria colectiva: una escuela en la que todos los personajes y todos los cambios de escena surgen de la l¨®gica natural de este espacio. "No me interesa la tradici¨®n oper¨ªstica porque es un anacronismo, el teatro siempre tiene que ser contempor¨¢neo y las obras son un medio para hablar sobre nosotros mismos", explica el director de escena, nuevo enfant terrible del teatro alem¨¢n, formado en el legendario Berliner Ensemble.Sociedad enferma
A juicio de Konwitschny, Lohengrin es "la m¨¢s triste y melanc¨®lica ¨®pera de Wagner". "Es la historia de un fracaso colectivo, el de una sociedad enferma incapaz de asumir el mensaje de paz y amor que trae Lohengrin, que destruye con su violencia infantil la posibilidad de alcanzar la utop¨ªa de un futuro fel¨ªz. Y ese conflicto cobra una fuerza inusitada situando la acci¨®n en un aula donde los adolescentes imitan a los adultos con estremecedora autenticidad", comenta.
La producci¨®n, que recibi¨® el reconocimiento de la cr¨ªtica alemana y obtuvo el premio al mejor montaje oper¨ªstico de 1998, llega al nuevo Liceo con la soprano h¨²ngara Eva Marton como principal baza del reparto y la presencia en el foso del director de orquesta alem¨¢n Peter Schneider. "La propuesta de Konwitschny es un experimento que exige al p¨²blico un esfuerzo: abrir la mente a una nueva y profunda reflexi¨®n sobre el mensaje de Lohengrin, pero si se aceptan las reglas de juego que impone el nuevo espacio esc¨¦nico, se descubren las emociones de los personajes con una fuerza teatral arrolladora", explica Marton.
Junto a Eva Marton, que estren¨® la producci¨®n en Hamburgo y hace una imponente creaci¨®n esc¨¦nica del personaje de Ortrud, el Liceo presenta un reparto nuevo, con la soprano estadounidense Gwynnne Geyer en el papel de Elsa, y cuatro cantantes alemanes en el resto de personajes protagonistas: el tenor Roland Wagenf¨¹hrer encarna a Lohengrin, el bar¨ªtono Hartut Welker como Telramund, el bajo Hans Tschammer como Rey Enrique y el bar¨ªtono Wolfgang Rauch en el papel de heraldo del rey. El montaje estar¨¢ en cartel hasta el pr¨®ximo 5 de abril con un total de nueve funciones, tres de ellas a precios populares con un segundo reparto y direcci¨®n musical de Friedrich Haider.
A pesar del choque inicial que supone ver en acci¨®n a cantantes adultos comport¨¢ndose como adolescentes, Marton asegura que la producci¨®n muestra los sentimientos y las acciones de los personajes con una inesperada fidelidad a la m¨²sica. "Los detalles, la caracterizaci¨®n de los personajes, la soluci¨®n esc¨¦nica a momentos esenciales que en otras producciones convencionales pasan desapercibidos convierten esta lectura en una experiencia soberbia y reveladora, tanto para el p¨²blico como para los cantantes".
Sin voluntad de parodia
"No hay voluntad de parodia ni efectos gratuitos", asegura Konwitschny. "No soporto los montajes que s¨®lo buscan una fachada contempor¨¢nea. Cuando acepto dirigir una obra medito a fondo sobre el mensaje que el compositor quiere trasladar al p¨²blico y entonces utilizo todas las armas esc¨¦nicas para comunicarlo", explica el director de escena.
Marton elogia la actuaci¨®n del coro del Liceo, que en el montaje adquiere un protagonismo sorprendente. "Konwitschny convierte el coro en el personaje crucial de la ¨®pera y obliga a cada uno de los cantantes a actuar como verdaderos solistas. Y la respuesta del Coro del Liceo es, de verdad, para quitarse el sombrero", asegura la soprano h¨²ngara, que protagoniz¨® varias de las funciones de Turandot en la inauguraci¨®n del nuevo Liceo y que la pr¨®xima temporada volver¨¢ al coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s con La mujer sin sombra, de Richard Strauss.
Konwitschny asegura que en Hamburgo hasta los directivos de la asociaci¨®n wagneriana de la ciudad alemana le enviaron una carta agradeci¨¦ndole la valent¨ªa de una puesta en escena que les hab¨ªa permitido descubrir con una fuerza teatral arrolladora las emociones de los personajes del drama wagneriano.
Escuela de conflictos
En un aula, los alumnos lanzan barquitos de papel. En el ¨²ltimo pupitre, Telramund rumia sus penas mientras Ortrud caldea el ambiente con la autoridad que imprime ser la ¨²nica alumna que repite curso. La t¨ªmida Elsa permanece escondida en un armario y, al salir, explica a sus compa?eros un extra?o sue?o en el que aparece un misterioso caballero: Lohengrin est¨¢ a punto de entrar en la escuela.
En la radical lectura de Peter Konwitschny, la escuela es un lugar sin adultos en el que los adolescentes imponen sus reglas. Hasta la muerte de Telramund a manos de Lohengrin, el mundo real no aparece en el escenario y todo lo que ha sucedido hasta ese momento -desde la violencia de las batallas en el aula a la controvertida escena nupcial en la que los colegiales improvisan el lecho con una colchoneta del gimnasio mientras en el mapa de la clase luce un dibujo del homo sapiens que muestra sus atributos sexuales- posee un componente de imitaci¨®n de la vida, pero con la autenticidad con que los ni?os juegan a ser adultos.
Tras la muerte de Telramund, Lohengrin, ¨²nico adulto en un mundo escolar, sale del universo infantil y, en un escenario desnudo, muestra la crudeza de la vida real. "La obra acaba con un grito colectivo de horror, con la constataci¨®n de que se ha roto la posibilidad de alcanzar la utop¨ªa. Es un final desolador para el fracaso colectivo de una sociedad que ha perdido la oportunidad de cambiar", dice Konwitschny.
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