La renovaci¨®n necesaria
La autora aboga por una reflexi¨®n a fondo de las causasde la derrota del PSOE, en un proceso de apertura
que permita elaborar una propuesta de futuro.
No hay nadie que se atreva a negar la evidencia: el PSOE ha sufrido una seria derrota en las urnas. Ha perdido la confianza de una parte significativa del electorado y no ha sido capaz de generar la ilusi¨®n necesaria para que la gente acudiera a votar. El mensaje lanzado desde el PSOE no ha conectado con lo que le preocupa a la mayor¨ªa de los ciudadanos. Hemos perdido, pero no ha ocurrido un desastre. Tener una representaci¨®n en el Congreso de 125 diputados significa un fuerte retroceso, pero no nos convierte en "extraparlamentarios". Tener el apoyo de m¨¢s del 34% del electorado es un hecho que no podemos desconocer ni despreciar. Es el primer dato para iniciar una reflexi¨®n a fondo de cu¨¢les han sido las causas de la derrota y qu¨¦ debemos hacer a continuaci¨®n.Est¨¢ claro no s¨®lo que el PP ha aumentado sus votos sino que -en mayor medida- los ciudadanos han dejado de votarnos. Esto nos deber¨ªa hacer pensar que no hemos hecho una oferta lo suficientemente atractiva como para hacer cola en los colegios electorales. Pero tambi¨¦n es posible que esos votantes potenciales pensaran que no ten¨ªan motivos suficientes para desalojar al PP del poder. Al margen de percepciones subjetivas, ?cu¨¢ndo se produjo esta ruptura?, ?en qu¨¦ momento se interrumpi¨® la comunicaci¨®n? El PSOE ha sido el partido de la renovaci¨®n pol¨ªtica, del progreso, el partido que protagoniz¨® el cambio m¨¢s importante en la Espa?a de este siglo. El partido que incorpor¨® este pa¨ªs a la escena internacional, que articul¨® un proyecto muy s¨®lido de Estado auton¨®mico y solidario, que contribuy¨® decisivamente a sentar las bases de la convivencia entre los espa?oles, superando viejos dilemas hist¨®ricos y ofreciendo un modelo de cohesi¨®n social. A la vista de los ¨²ltimos resultados, es evidente que ese partido debe hoy revisar su modelo, su estructura y su proyecto pol¨ªtico.
La nueva sociedad espa?ola reclama nuevas formas de hacer pol¨ªtica. Est¨¢ claro que la mayor¨ªa de los electores se moviliza por motivos pol¨ªticos, ideol¨®gicos, pero tambi¨¦n es cierto que hay un importante sector de votantes que no se mueven por criterios ideol¨®gicos tradicionales. Tienen ideas, pero son distintas a las tradicionales; ni mejores ni peores, distintas. El discurso de confrontaci¨®n izquierda-derecha no les dice nada. Hay otros asuntos, m¨¢s concretos, que son para ellos el aut¨¦ntico factor de cambio. Y esta situaci¨®n se acent¨²a tanto en los periodos de bonanza econ¨®mica, en que la mayor¨ªa prefiere quedarse como est¨¢, como en las democracias maduras y estables, como la nuestra. El com¨²n de los ciudadanos entiende que la alternancia de los partidos en el poder es la mejor garant¨ªa para la democracia, y deja constancia de ello al permitir que el PP contin¨²e una legislatura m¨¢s. Nuestro proceso pol¨ªtico no es ajeno a lo que ya ha ocurrido en democracias m¨¢s antiguas y s¨®lidas. Los ejemplos del Reino Unido y Alemania son bastante claros. Nuestro reto estriba en aprovechar la derrota para elaborar la alternativa que nos permita volver a ser mayor¨ªa.
?En qu¨¦ momento hemos dejado de estar atentos a los cambios que la sociedad demandaba? ?En qu¨¦ momento nuestro partido perdi¨® la capacidad para adaptarse a los cambios que, de forma progresiva, se produc¨ªan en el tejido social bajo nuestro impulso? Creo que no lo sabemos. O quiz¨¢ -y a¨²n ser¨ªa peor- lo hemos sabido y las circunstancias nos han impedido hacer la necesaria renovaci¨®n. Hoy ya no tenemos excusas. Joaqu¨ªn Almunia lo expres¨® con mucha claridad y generosidad la noche del 12 de marzo, cuando afirm¨® que "la izquierda espa?ola y todos los progresistas necesitan iniciar el siglo XXI con un nuevo proyecto, con ideas nuevas, con gente nueva". Pero el gesto noble, de responsabilidad pol¨ªtica, que tuvo Joaqu¨ªn Almunia al dimitir es un gesto que debe recoger la responsabilidad de todo un partido. Cada uno de nosotros hemos de superar la perplejidad de la derrota, hemos de contribuir a la construcci¨®n de una alternativa de Gobierno. Debemos salir fuera de nuestras fronteras internas y tratar de aprender lo que la gente quiere de los pol¨ªticos y la pol¨ªtica. Sabemos que existe un modelo alternativo al que ofrece el PP, hay una Espa?a alternativa a la de Aznar, y es nuestra responsabilidad articularla. Para que esto sea posible hemos de crear un clima de apertura en nuestro partido, mantener una actitud de respeto hacia todas las opiniones que vayan emergiendo, hacer que todos nos sintamos parte de este proceso. No soy tan ingenua como para pensar que el PSOE se constituir¨¢ en "asamblea permanente", tampoco lo deseo; se trata de flexibilizar la estructura de participaci¨®n interna y externa para que ninguna persona susceptible de enriquecer nuestro proyecto quede fuera.
Esta nueva etapa debe ser afrontada con calma, pero sin perder un momento, d¨¢ndonos tiempo a la reflexi¨®n y a valorar cu¨¢l es la mejor respuesta. No busquemos soluciones precipitadas ni coyunturales, no las necesitamos. Necesitamos tiempo, pero tambi¨¦n compromiso, personas que crean en el valor de la pol¨ªtica, personas con una vocaci¨®n firme y decidida de ponerse al servicio de los ciudadanos y de todos los que est¨¢n apostando por tener un partido y un proyecto que gane las pr¨®ximas elecciones generales. Hacen falta ideas y renovaci¨®n, pero tambi¨¦n generosidad y amplitud de miras. Ser conscientes de que, como individuos, a?adimos valor al colectivo. Ser conscientes de que nuestros proyectos personales son relevantes en la medida en que enriquecen y mejoran el proyecto com¨²n, y no porque sean importantes para nosotros mismos. S¨®lo desde esta actitud el PSOE estar¨¢ en condiciones de volver a recuperar la confianza de los espa?oles.
A partir de este momento iniciamos una etapa cr¨ªtica, pero no negativa. A veces la convulsi¨®n, la crisis, nos permite crear y ofrecer algo nuevo. Quiz¨¢ la ¨²nica ventaja de la derrota es que nos sit¨²a, con toda crudeza, ante el desaf¨ªo de hacer las modificaciones necesarias para superarla. No podemos desaprovechar este momento.
Se trata de reivindicar el gusto por la pol¨ªtica, que no es m¨¢s que conseguir que el ciudadano se sienta parte de ella, concernido por lo que los pol¨ªticos hablan y discuten, que se sienta parte del proyecto, corresponsable de la tarea colectiva que supone construir un pa¨ªs. Estoy hablando de algo real; no es inimaginable tener un partido que ofrezca esta posibilidad, siempre que exista la voluntad pol¨ªtica necesaria para conseguirlo. Debemos salir a la calle y estar atentos a lo que le preocupa a la gente. Estoy segura de que nuestros valores, nuestras se?as de identidad, est¨¢n plenamente vigentes, pero no estoy tan segura de que lo est¨¦n nuestros instrumentos. Luchar por la igualdad, hacer un llamamiento a la justicia, ser m¨¢s solidarios, afrontar los desaf¨ªos del nuevo siglo, acabar con la marginaci¨®n y la pobreza..., sabemos que no son conceptos abstractos. Me pregunto si los instrumentos que utilizamos son los adecuados para conseguir esos objetivos. Somos muchos los que queremos participar, pero no s¨¦ si ofrecemos oportunidades a todos. ?Sabemos qu¨¦ conmueve realmente a los j¨®venes, qu¨¦ los motiva? ?Sabemos qu¨¦ preocupa a las familias, qu¨¦ le quita el sue?o a un ama de casa? ?Sabemos c¨®mo se siente un padre de familia en paro que no puede ofrecer un futuro a sus hijos? ?Alguien se ha preguntado por el desarraigo y la soledad profunda que invade a un inmigrante cuando llega a nuestro pa¨ªs? Las preguntas son similares a las de hace a?os, pero las respuestas tienen que ser nuevas.
La tarea que tenemos por delante es apasionante. Tenemos un partido fuerte, con tradici¨®n, con una razonable implantaci¨®n social y cuyos afiliados quieren recuperar cuanto antes la confianza y la ilusi¨®n de los ciudadanos. Y tenemos una gran responsabilidad pol¨ªtica: el respaldo de casi ocho millones de electores; como dije al principio, es un dato a tener muy en cuenta. Los que nos apoyaron -y, posiblemente, quienes no lo hicieron- est¨¢n esperando una respuesta. Quieren vernos trabajar en aquellas instituciones pol¨ªticas en las que estamos presentes. Quieren ver que estamos presentes en la sociedad. Quieren que asumamos la responsabilidad de participar en la construcci¨®n del futuro de este pa¨ªs, que es de todos y no s¨®lo del Gobierno. Quieren que defendamos sus intereses, que velemos por el inter¨¦s general. No los vamos a defraudar, pues una derrota electoral no es el final, sino m¨¢s bien la oportunidad de conquistar el futuro.
Trinidad Jim¨¦nez es asesora internacional del PSOE. tjimenez@psoe.es
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