Cuesti¨®n de supervivencia RAM?N VARGAS-MACHUCA ORTEGA
El autor reflexiona sobre la situaci¨®n delPSOE y recuerda que lo que m¨¢s preocupa
a cualquier dem¨®crata es que se prolongue
la ausencia de una alternativa solvente,
cre¨ªble y capaz de disputar el poder al PP.
La holgada mayor¨ªa absoluta del Partido Popular ha sido la verdadera sorpresa de las ¨²ltimas elecciones generales. Sin embargo, de lo que m¨¢s se habla estos d¨ªas es del hundimiento del PSOE. La raz¨®n es que ¨¦ste a¨²n se mantiene como partido de referencia, no s¨®lo por su papel predominante en el pasado inmediato, sino tambi¨¦n porque el eje izquierda-derecha, a pesar de los reverdecidos anuncios de defunci¨®n, va a continuar marcando los espacios simb¨®licos de la competici¨®n pol¨ªtica.Por otra parte, lo que m¨¢s preocupa a cualquier dem¨®crata en estos momentos es que se prolongue la ausencia de una alternativa solvente, cre¨ªble y capaz de disputar el poder al partido gobernante. Sin una oposici¨®n en condiciones de competir, se camina irremediablemente hacia lo que Talmond defini¨® como "democracia totalitaria".
Por eso, los asuntos del PSOE incumben y preocupan, tanto o m¨¢s que a sus dirigentes, a sus seguidores y a cualquier ciudadano responsable. Y, aunque ya sabemos que intervenir desde fuera del n¨²cleo dirigente resulta una pretensi¨®n tan razonable como imposible, trataremos, al menos, de hacernos una idea cabal de lo que realmente est¨¢ pasando. Tampoco ser¨¢ una tarea f¨¢cil porque hasta ahora s¨®lo percibimos ruidos y mucha confusi¨®n.
Desde que comenz¨® la crisis del PSOE, hace ya una d¨¦cada, se viene produciendo una curiosa constante: quienes deciden no tienen nada que decir y quienes tienen algo que decir no deciden. A estos ¨²ltimos no se les echa en cuenta y los primeros se refugian en un verbalismo insufrible para no desvelar sus verdaderas intenciones ni dar pistas de por d¨®nde van a orientar su pr¨¢ctica.
Mientras tanto, la inmensa mayor¨ªa se tiene que conformar con una lluvia de palabras tan manoseadas como carentes de significado, de problemas mal formulados, de racionalizaciones inveros¨ªmiles que confunden la realidad con los deseos y hacen de la necesidad la virtud.
As¨ª que el examen de la situaci¨®n del PSOE, m¨¢s que a los analistas pol¨ªticos, habr¨ªa que encomend¨¢rselo a los expertos en psicolog¨ªa social, ya que el problema no es tanto definir el error cuanto poder enterarnos de por qu¨¦ se persiste en ¨¦l.
Electores, militantes y estudiosos han expresado de distintas maneras que la actual estructura del partido s¨®lo es ya funcional para aquellos que quieren conservar a cualquier precio el remanente de poder o el estatus conseguido gracias a su posici¨®n en el tinglado partidario.
Como todo el mundo sabe, en el PSOE manda una coalici¨®n nucleada en torno al poder de los jerarcas territoriales y dispuesta, como ya se ha comprobado, a promocionar s¨®lo un liderazgo central subalterno y de baja intensidad.
Ese poder sustenta su solidez en relaciones de patronazgo y, en consecuencia, la mayor¨ªa de los que concurren hoy a tomar (o, al menos, formalizar) las decisiones en ejecutivas, comit¨¦s y grupos parlamentarios obtiene y asegura su posici¨®n gracias a un intercambio de naturaleza clientelar por el que se permuta lealtad a lo que disponga el patr¨®n por recompensas que dif¨ªcilmente se alcanzar¨ªan fuera.
Este r¨¦gimen de poder, adem¨¢s de degradar la vida asociativa, la clase de incentivos y el reclutamiento que la organizaci¨®n promociona, hace a ¨¦sta receptora de una informaci¨®n distorsionada que merma sus capacidades cognitivas para representarse adecuadamente los problemas y le impide reaccionar congruentemente a los est¨ªmulos del exterior.
Ya se sabe que no es ¨¦ste el ¨²nico problema del partido socialista; pero s¨®lo si se libera de la estructura de decisi¨®n y entramado organizativo actuales podr¨¢ el PSOE recomponer los equilibrios en las arenas pol¨ªticas y zonas de influencia en las que opera y podr¨¢ responder adecuadamente a los impactos externos.
De lo contrario, el PSOE no estar¨¢ en condiciones de afrontar los nuevos desaf¨ªos ni ser¨¢ capaz de dotarse de nuevas reglas de funcionamiento y de un liderazgo de futuro, ni tampoco descubrir¨¢ su misi¨®n en una nueva sociedad que ¨¦l mismo contribuy¨® a alumbrar; y de un modo insensato caminar¨¢ lenta, pero inexorablemente, hacia un suicidio asegurado.
Y, sin embargo, no cabe esperar, por ahora, cambios en un sentido razonable. Quienes hoy pueden tomar tal decisi¨®n lo estiman arriesgado para su poder o su posici¨®n. Han convertido en prioridad suprema el perpetuarse.
Pero en un partido concurren otras expectativas y otras motivaciones y tiene objetivos prioritarios que ya se est¨¢n viendo fuerte y negativamente afectados por esa resistencia a tomarse el cambio en serio. Y, a la postre, una mezcla de est¨ªmulos externos, presiones an¨®nimas y decisiones deliberadas terminar¨¢n desencadenando dentro del PSOE transformaciones profundas.
Entonces, y por encima de los que hoy creen blindar su supervivencia atrincher¨¢ndose, se abrir¨¢ un horizonte de reformas para prevenir la manipulaci¨®n y ganar en el futuro un horizonte de reformas que dar¨¢ a los militantes y electores mejor informaci¨®n y m¨¢s opciones, reducir¨¢ el margen de maniobra de los pol¨ªticos de profesi¨®n, promover¨¢ elecciones internas competitivas y promocionar¨¢ un reclutamiento m¨¢s abierto.
Tambi¨¦n ser¨¢ ¨¦sta una reacci¨®n por cuesti¨®n de supervivencia, pero, en este caso, para garantizar la del propio partido.
Ram¨®n Vargas-Machuca Ortega es profesor de Filosof¨ªa Pol¨ªtica.
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